Ágatha Ruiz de la Prada, la señora del color

Redacción Fortuna

Una auténtica creadora, resistida y amada pero nunca ignorada. Su historia y su "primera vez" en Buenos Aires.

Por María José Bonacifa *

Mientras los góticos teñían todo de negro en pleno auge de la "Movida madrileña", una joven creadora intentaba llenar de colores al mundo de la moda a principios de los ´80.  En un mundo de formas sexies y mujeres vampirescas, Ágatha Ruiz de la Prada presentaba una versión más naif del mundo llena de nubes y corazones, lo que fue resistido en su momento hasta que, como hoy, la aman y la reconocen y, sin reconocerlo, la copian.

En 1981 presentó su primera colección en el Centro de Diseño de la capital española. De a poco se fueron sumando desfiles y exposiciones en galerías de arte de Barcelona, la ciudad más "trendy" de España. Ya se definía su perfil: una artista del color. Pasaron siete años hasta que llegó a la pasarela Cibeles y a la Feria de la Moda en Milán.

Ya a mediados de los ´90 sella una alianza con el Corte Inglés: moda infantil, mujer, bijou, decoración y muchísimos otros productos. Enumerar todas las líneas de la firma es una tarea de nunca acabar: en 2002 lanzó raquetas de paddle, apósitos sanitarios, accesorios para mascotas, abanicos y orfebrería.

Una auténtica "provocadora" en los días en los que la dictadura del negro todo lo uniforma, ella se ha negado sistemáticamente a seguir tendencias. Sólo ha sido fiel a sí misma. Tanto como para asistir junto a su marido, (el director del diario El Mundo, Pedro J. Ramírez) a la boda del príncipe de Asturias con uno de sus modelos con un corazón gigante y una media de cada color, en honor al amor y a los colores de España.

Y nada mejor que sus fucsias, turquesas, naranjas y verdes para enfrentar la crisis y salir adelante. Ella está convencida de que no se puede ser feliz si uno no está a gusto con la ropa que lleva y que la estridente paleta que elige para teñir su mundo llena todo de energía. Estar cerca de ella confirma su teoría: siempre sonriente y con un discurso donde la constante es el optimismo.

Precisamente cuando la señora del color estaba feliz porque Buenos Aires la llenaba de mimos, su colección irrumpía en el frío otoño ruso en el Fashion Week de Moscú. Sus tiendas están hoy presentes en las principales capitales y en Latinoamérica su gran éxito fue Chile, donde ingresó hace años de la mano de Fragancias Puig y Falabella. En la Argentina la conocemos por sus perfumes (vino justamente a presentar el último, Oh La La!) pero ella prometió que va a haber más....y el mercado local la espera con los brazos abiertos.

* Editora de Perfil.com

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