El crédito caro dejó de pagar interés político

Redacción Fortuna

desantis_100x100Opinión. Por Juan Pablo De Santis |

Hace un año y cinco meses Venezuela se consolidaba como el mayor prestamista internacional de Argentina después del default. El Gobierno no expresaba en público su malestar por tener que ofrecer deuda con interés de dos dígitos, pero ahora es una de sus principales preocupaciones públicas.

El último brindis financiero con Hugo Chávez fue en agosto de 2008, cuando Venezuela adquirió U$S 1.000 millones en BODEN 2015 a una tasa cercana al 15% anual. Entre 2003 y 2008 Venezuela destinó poco más de U$S 6.000 millones para la compra de bonos soberanos de deuda argentina.

Durante este último episodio, la asistencia financiera bolivariana cotizó a precios de mercado. Puertas adentro del ministerio de Economía se hicieron sentir las quejas de algunos técnicos por la elevada tasa de interés que ha tenido que pagar el país para lograr colocar deuda.

No obstante, Chávez no hizo un depósito de confianza. El presidente venezolano colocó la última tanda de bonos adquiridos a un conjunto de bancos de su país, que salieron a liquidar los bonos entre sus clientes, que al mismo tiempo hicieron desplomar el valor de estos títulos argentinos. Estas operaciones lo obligaron a cerrar 4 bancos tras una investigación de ampliación patrimonial ilícita; uno fue el Banco Canarias, que ofrecía BODEN 2015.

¿Por que a fines de 2008 -cuando también había en torno a U$S 45.000 millones en reservas en el Banco Central- el Gobierno no se mostraba preocupado por tener que pagar 15% de interés para colocar deuda en dólares, y ahora sí? Gobernar con la caja es yuxtaponer un argumento económico a uno político, esto bien podría ser el equivalente familiar a tapar con dinero los problemas más íntimos. En ambos casos, cuando los fondos comienzan a escasear se desnudan los problemas de diálogo.

En los 11 meses del año anterior el gasto público creció al 29% interanual, mientras que los ingresos, al 12%. Es decir, el superávit comenzó a deteriorarse y ahora la necesidad de obtener financiamiento a tasas baratas es próxima porque la caja está mucho más presionada.

La falta de diálogo y consenso, que en las épocas de bonanza suele estar disimulada, en los momentos de sacar cuentas es piedra que hace tropezar con la conflictividad. En la discusión por las retenciones móviles, el Gobierno tildó a la oposición de “conspiradores” y “oligarcas sojeros”; la confrontación terminó en una derrota política oficial que ungió como líder opositor a Julio Cobos, un vicepresidente que hasta entonces no ampliaba su capital político por fuera de Mendoza.

En el actual enfrentamiento contra Martín Redrado volvieron a señalarse “conspiradores”, pero increiblemente el presidente del Banco Central comienza a ser objeto de consulta de algunas encuestas de imagen.

La definición es pragmática: ahora el Gobierno necesita recomponer su vínculo con los mercados para acceder a financiamiento barato; las cuentas fiscales no resisten más colocaciones con tasas de interés de dos dígitos. Es decir, existe hoy un reconocimiento oficial (implícito) de que resulta más conveniente volver a crear condiciones para acceder a créditos o emisión deuda a tasas internacional de 4% a 8%, en vez de continuar con las emisiones de bonos que sólo se logran vender al 15% de interés.

Por otra parte, el estilo de gobierno del kirchnerismo siempre exhibió a la economía como argumento de validación. Aunque, después de las lecciones políticas aprendidas en seis años de kirchnerismo, ¿las necesidades fiscales han eliminado la sintonía fina que necesita un Gobierno para evitar caer en las trampas del desgaste?

13/1/2009

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