Barbara Diez: el alma detrás de la fiesta

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Redacción Fortuna

Cómo logró convertirse en un referente para la realización de eventos corporativos y sociales. Su estrategia para dejar de ser una mini PyME. La personalización como clave.

Por Claudio Celano Gómez

El primer casamiento lo hizo totalmente gratis, el segundo lo cobró en patacones y fue el tercero el que la convirtió en todo lo que hoy es. Después de esos primeros dos eventos, el boca a boca llegó a Julieta Ortega, quien llamó para pedirle que organizara su boda. “Salieron 16 notas con mi nombre. No lo podía creer. Desde el día después de la fiesta, mi teléfono no paró de sonar, me pedían presupuestos y fue ahí cuando me di cuenta de que me iba a dedicar a esto. Tuve que aprender todo sobre el arte de organizar eventos”, cuenta Bárbara Diez, presidenta de la empresa de organización de eventos sociales y corporativos que lleva su nombre, que este año cumple su primera década.

Fue su propio casamiento, el 4 de noviembre de 2000, con el actual jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, el que le marcó el camino. Hasta ese año se había dedicado a la traducción y trabajaba solitariamente con su computadora. Además, odiaba los casamientos típicos: “Todo eso de la mesa con 10 comensales, el lomo con las papitas, el helado con puré de frambuesa, era tremendamente aburrido. Por eso, cuando me iba a casar, decidí organizarlo todo yo. En vez de hacerlo a la noche, hice un té, en una quinta y me divertí muchísimo haciendo todo. Fue algo completamente distinto a lo que se acostumbraba, fue muy comentado y empezaron a preguntarme quién lo había organizado. Así empezó el boca a boca y comencé a trabajar de esto sin buscarlo”, dice Bárbara. “Además –agrega–, mi carrera era muy solitaria, en cambio organizar eventos tiene mucho de relación social”. Se anotó en ABC, que una de las compañías organizadora de eventos más prestigiosa del mundo, dio los exámenes a distancia y obtuvo el título.

PASO A PASO

Lo primero que hizo con su nueva profesión de wedding planner, mientras su teléfono sonaba y agendaba los eventos que tenía que organizar, fue contratar a alguien para que llevara a su hija de seis años a la plaza. “La primera chica que entrevisté era muy piola. Y le pregunté: `¿Sabés usar una computadora?´. Cuando me dijo que sí, le ofrecí, en vez de que se ocupara de mi hija, que empezara a trabajar conmigo. Se convirtió en mi asistente durante muchos años. Aprendimos con prueba y error, siempre teniendo en cuenta que uno le puede arruinar el sueño a una pareja o a una quinceañera”, explica. En esos primeros años, la marca Bárbara Diez crecía sólo gracias a ella. Hacía todo, casi sin delegar nada. Organizaba más de 70 eventos al año, hasta que su cuerpo y su mente dijeron basta. “Me internaron por estrés. Ahí reconocí que estaba haciendo las cosas mal. Yo, que era una híper mini PyME, contraté a una consultora para que me ayudara. Estuvieron tres meses relevando todo lo que hacía y otros tantos para implementar su solución. En esos seis meses, la compañía dio un vuelco enorme y puedo decir que fue ahí cuando Bárbara Diez se convirtió en una verdadera empresa, porque empezamos a tener un departamento administrativo, dos recepcionistas, más organizadoras y una secretaria para cada una”. Es así como a los cinco años, la empresa pasó de hacer más de 70 eventos, a tan sólo 30 anuales. “Lo que sucede –cuenta Bárbara-- es que nos llamaban tanto que tomábamos muchos trabajos. Después del estrés, decidí subir los honorarios. Ahora cobramos un fee muy alto, y siempre el mismo.

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7/5/2010

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