El impacto de China en el mundo

Redacción Fortuna

Opinión. Por Juan Carlos de Pablo *

Quienes analizan China con la perspectiva de quien está pendiente de cómo abrió la bolsa de Singapur, o cómo cerró el mercado de títulos públicos de Montreal, no entienden nada.

Porque pretenden ver en la última noticia (una huelga en una fábrica de autos, la decisión de revaluar la moneda de manera paulatina, etc.), la “señal” de que el proceso chino llegó a su madurez, y por consiguiente de aquí en más el PBI chino crecerá a tasas “norteamericanas” o, lo que es peor, “japonesas”.

Para entender lo que pasó en China, al servicio de lo que puede llegar a pasar, resulta preferible adoptar la postura del historiador, o la de un analista cuantitativo de los procesos de desarrollo como Simón Kuznets (autor de la famosa frase, erróneamente atribuida a Paul Samuelson, de que hay 4 clases de países: los desarrollados, los subdesarrollados, Japón y la Argentina).

Fallecido Mao en 1976, el poder pasó a manos de Deng Xiao Ping (no estaba escrito en la Historia; el proceso chino podría haber salido para cualquier lado). Deng, “de la primera hora” (participó en la Larga Marcha), pero considerado más bien conservador, cambió las reglas de juego económicas, comenzando por las existentes en la agricultura.

Durante Mao, del pedazo de tierra que estaba a cargo de un agricultor el primer melón era para él y los demás para el Estado (naturalmente, se producía un sólo melón). Bajo Deng fue exactamente al revés: el primer melón era para el Estado y todos los demás para él. Y del mismo pedazo de tierra, a cargo de un agricultor probablemente analfabeto, que no sabía nada de Friedman o de von Hayek, comenzaron a salir decenas de melones.

Simplificado al máximo, este cambio en las reglas de juego económicas aumentó el PBI chino alrededor de 9% anual… desde hace 3 décadas, como consecuencia de lo cual hoy el PBI total de China es el segundo del mundo, y así como vamos en pocos años más superará al de Estados Unidos, que todavía sigue ocupando la punta.

Todos quienes vivimos actualmente estamos siendo testigos de un hecho histórico: la incorporación de 20% de la población mundial, al siglo XXI. Algunos desde el siglo XX, otros desde el siglo XV.

Según los expertos, viven hoy en el siglo XXI alrededor de 500 de los 1.300 millones de chinos. Una simple regla de 3 dice que a este ritmo la transición china durará medio siglo más. Es decir, todos nosotros interactuaremos con la transición china.

Algún día toda China estará incorporada a la economía mundial, como hoy lo están las economías de Estados Unidos o España. Luego de lo cual el PBI chino crecerá 3% por año, como en todo el mundo. Pero ésta es una información irrelevante desde el punto de vista decisorio.

A este contexto “grandioso” deben incorporarse las noticias. Pensar China como algo homogéneo, es no pensar. Siempre se puede, estadísticamente, calcular el salario promedio, la tasa de desocupación promedio, etc. Pero en el caso chino el promedio esconde tanta heterogeneidad que le quita validez de contenido al resultado obtenido.

Lo que no hay que hacer es “occidentalizar” China, y mucho menos “argentinizarla”. Occidente recuerda una y otra vez los episodios vividos en la plaza Tiananmen, cuando una protesta estudiantil terminó siendo aplastada por las fuerzas armadas (¿quién se puede olvidar del chinito que, sólo, se puso delante de una hilera de tanques, obligando al primero de ellos a tratar de gambetearlo?). Pero tengo graves dudas de que, internamente, Tiananmen haya significado lo mismo que sugiere la frecuencia con la cual aparece en la televisión occidental.

Mucho menos, como digo, hay que “argentinizar” a China. Hace poco se publicó en nuestros diarios que obreros chinos estaban haciendo una huelga en una planta automotriz. ¿Alguien puede leer en esto el comienzo de los piquetes, las huelgas que incluyen corte de rutas, etc.? Difícil.

Algún día… Algún día todo, pero para las decisiones económicas, al algún día hay que darle contenido concreto. Los chinos son seres humanos, no son ningunos negados para el consumo, etc.; de aquí a que copien, y encima a gran velocidad, algunos de nuestros vicios, hay una gran distancia.

Lo mismo ocurre con el tipo de cambio. Pensar que China es competitiva porque tiene su moneda subvaluada, y que por consiguiente si la revalúa se terminará la expansión china, es no pensar. El de China es un fenómeno real, no un fenómeno cambiario. Derivado del hecho de que la destreza y la laboriosidad chinas, en un mundo crecientemente globalizado, llega a todo el mundo bajo la forma de productos industriales.

Estados Unidos presiona a China para que revalúe el yuan. Los chinos acaban de decir que lo van a hacer… de manera paulatina. Mi lectura de esta declaración no es tanto que lo van a hacer, cuanto que lo van a hacer de manera paulatina. Un gobierno, cuando no tiene apuro para hacer algo que considera que lo va a perjudicar, se toma su tiempo. Y si es el gobierno chino, probablemente se tome mucho tiempo.

En 2000 tuve la oportunidad de visitar 5 ciudades chinas. Vi a los chinos pedaleando, comiendo, trabajando, llevando a sus hijos a los colegios, tratando de vender, etc. Desde entonces, cada vez que viene a cuento, digo que los 5.300 millones de habitantes que poblamos el resto del mundo, tenemos que levantarnos todos los días para contestar el siguiente interrogante: ¿qué sé hacer yo, que los chinos todavía no? Y destaco el todavía, porque los chinos aprenden (¿se acuerda cuando, despectivamente, hablábamos de “los paragüitas de Hong Kong”?).

Este no es un desafío para los países, cuanto para las personas que viven en los países. Porque debido a las relaciones de sustitución y complementariedad, en cada uno de los países del planeta hay personas encantadas con los chinos, y otras que los quieren matar.

Concentrarse en la circunstancia, en el caso de China es la mejor manera de perder el tiempo.

* Economista. Columnista de revista Fortuna

Archivo: China promete flexibilizar el yuan en forma gradual

2/7/2010

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