La impresión 3D gana adeptos de a poco

Los analistas prevén un aumento notorio en las ventas hogareñas. Los usos y la opinión de los expertos. Galería de fotosGalería de fotos

Redacción Fortuna

Por Andrei Sokolov (dpa)

Hasta hace pocos años, la impresión 3D aún era un instrumento de unos cuantos entusiastas. Mientras que algunas empresas fabricaban con esta tecnología modelos para sus productos, las impresoras 3D eran algo desconocido para los usuarios comunes y corrientes. Hoy, sin embargo, son cada vez más los expertos que auguran la irrupción de esta tecnología en la vida diaria.

Steve Yankovich, productor ejecutivo de Ebay, es uno de los que ya se han hecho una idea de cómo los usuarios podrían conseguir en el futuro producir artículos con su propia impresora. "La impresión 3D desempeñará un papel importante en el futuro", dice Yankovich con total convicción.

Sin embargo, admite que aún no se sabe cuánto tiempo tardará esta tecnología en irrumpir en el mercado de gran consumo.

El mundo empresarial ya está moviendo fichas. Un precursor es el fabricante de impresoras Makerbot, que apuesta por modelos relativamente económicos para los usuarios. El año pasado, el competidor Stratasys adquirió Makberbot por cientos de millones de dólares.

En todas partes del mundo hay cada vez más tiendas que imprimen artículos por encargo. La empresa emergente Zeus planea lanzar al mercado una especie de fax 3D. En 2013 también se fabricó la primera pistola con un aparato de este tipo. El arma, sin embargo, quedó inutilizable después de pocos disparos. En ferias y reuniones de hackers, estas máquinas del tamaño de un cajón atraen las miradas de curiosos.

Según los investigadores de mercado de la empresa estadounidense Gartner, se vendieron el año pasado unas 56.500 unidades de impresoras 3D. De esta cifra, las tres cuartas partes fueron adquiridas por consumidores privados, a pesar de que la mayoría de estos aparatos aún cuestan más de 1.000 euros. A ello hay que agregar el coste del plástico para fabricar, que se usa en finísimas capas. Un kilogramo de este plástico cuesta decenas de euros.

Pese a la ola de compradores aficionados, las ventas a las empresas generan muchos más ingresos, debido a que los modelos profesionales son mucho más caros.

Gartner augura un crecimiento exponencial del mercado. Los analistas prevén para este año la venta de más de 98.000 impresoras 3D, cifra que elevan a 430.000 para 2016. Ellos basan estos pronósticos en un supuesto descenso acusado de los precios de la técnica y del plástico como materia prima.

Uno de los que aconsejan cierta prudencia ante tanta euforia es nada menos que Carl Bass, presidente de la empresa Autodesk, uno de los mayores fabricantes de software para modelos 3D. "Hoy, la impresión 3D aún no es una tecnología madura como lo fue en sus inicios la computadora personal, por ejemplo", subraya.

Además, existe una regla matemática básica que siempre frenará este modo de producción: "Para fabricar un artículo dos veces más grande se necesita una cantidad de material ocho veces mayor, por lo que la impresión también tardará ocho veces más". Según Bass, las posibilidades de la impresión 3D están limitadas de base, aun cuando el material se abarate con el tiempo o se incremente la velocidad de impresión mediante el uso simultáneo de varios cabezales, por ejemplo.

Aun así, Autodesk no sólo centra su negocio en la fabricación de software para los usuarios profesionales, sino que también apuesta por el desarrollo de programas sencillos y gratuitos para los consumidores. Uno de esos programas es una app que puede crear modelos 3D con la ayuda de una cámara.

"En el futuro será más fácil que nunca antes copiar objetos", asegura Bass. Una consecuencia inevitable será la redefinición del derecho de la propiedad intelectual, advierte el empresario. "No tengo la solución. Sólo sé que será imposible eludir estas cuestiones", dice el presidente de Autodesk.

Galería de imágenes
En esta Nota