Sin cambios en los topes, más plata va a los impuestos y menos al consumo

Más contribuyentes tienen que pagar Ganancias y Bienes Personales. La suba de precios de los autos y el revalúo de inmuebles distorsionan las bases de cálculo de los gravámenes.

Redacción Fortuna

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Por Rodolfo Barros.

Por la inflación, los que ya pagaban Ganancias y Bienes Personales este año destinarán una mayor parte de sus ingresos para cumplir con sus obligaciones tributarias. Y además se sumarán más contribuyentes a las bases de datos de esos impuestos, cuyos mínimos no imponibles están desconectados de las subas de precios y los cambios de tributos internos, que, los analistas coinciden, causan distorsiones, como “la paradoja de tener que pagar más impuestos aunque los valores reales no cambien”, señalaron los economistas del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) Nadín Argañaraz y Andrés Mir. Esta masa de dinero que pagan monotributistas, empleados y ejecutivos resta fuerza al consumo y se convirtió en bandera de los sindicalistas, como se observó en el paro del jueves pasado.

En el caso Ganancias, que vence en estos días, “la situación más grave deriva de la falta de ajuste de los topes de los tramos de la escala progresiva de cálculo del impuesto, que se mantienen inalterados desde el año 2000. Un trabajador que en el año 2001 obtenía ingresos netos anuales de $ 10 mil por sobre mínimos y deducciones vigentes pagaba $ 900 anuales de impuesto, lo que significa un 9% sobre ese excedente. Si ese mismo trabajador hubiera obtenido un ajuste nominal de sus ingresos que le permitiera compensar la inflación, estaría cobrando actualmente un ingreso imponible que superaría en $ 79 mil los mínimos y deducciones (ese valor sería igual en términos reales a los $ 10 mil originales), lo que implicaría un impuesto de $16.230 anuales, es decir, el 20,5% del ingreso imponible. En consecuencia, está tributando una tasa efectiva sobre su ingreso gravado (es decir, el que supera los mínimos y deducciones) que es más del doble de la que tributaba en 2001”, explicaron los economistas de Iaraf.

Respecto de Bienes Personales, el especialista Guillermo LoCane recuerda que se trata de un gravamen creado originalmente en la Argentina con el nombre de “impuesto a la riqueza”, pero que parece ocuparse particularmente de la clase media. Asegura que es fácil ubicar –por cruzamientos de datos– a los propietarios de inmuebles radicados en el país, muchos de ellos, como los rurales de la provincia de Buenos Aires, revalorizados considerablemente en este ejercicio fiscal, y revaluar los automóviles todos los años (muchos de los cuales aumentaron por las nuevas tasas de impuestos internos).

“Es curioso estar frente a un tributo que revalúa los bienes que grava pero no el monto mínimo que los exime, que está fijo en $ 305 mil desde 2006”, afirma. Es así que, mientras para el período 2007 (vencido en 2008) la AFIP recibió 586.433 declaraciones juradas, fueron 866.180 el año pasado. En el mismo lapso, el monto que debían pagar en estas declaraciones pasó de $ 1.695 millones por el ejercicio 2007 a $ 5.271 para el 2012, lo que da un promedio pagado por el último año de $ 6.500 anuales.

“Un automóvil Volkswagen Bora 2.0T modelo 2012 de un contribuyente, valuado en $ 100.800 cuando lo compró, vale para la AFIP $ 135.100 al final de 2013; además, el contribuyente también posee el 50% de un departamento de dos ambientes comprado en 2009 con su novia en $ 380 mil. Este año, por el revalúo del auto, entra en la picota. Ya está en la nómina de los ricos de la Argentina”, explicó.

Piden balances con ajuste. Nadín Argañaraz y Andrés Mir recuerdan que la legislación impositiva establecía mecanismos de actualización automática de los diferentes parámetros impositivos con el índice de precios mayorista a nivel general, que por diferentes disposiciones (ley de convertibilidad, ley de emergencia) se encuentran suspendidos. Esto ha provocado que todos los años resurja el debate sobre la distorsión que provoca su falta de ajuste sobre las obligaciones impositivas de los ciudadanos, que se ven artificialmente incrementadas aun cuando sus ingresos o su riqueza en términos reales no lo hayan hecho.

Lo mismo pasa con los balances de las empresas. “El ajuste por inflación de algunas partidas de los balances evitaba mostrar beneficios que en realidad no existen pero sobre los cuales hay que pagar impuestos”, explicó Ricardo Proganó, director del Departamento de Finanzas Corporativas de SMS.

“Esto es más agudo cuando hay saltos inflacionarios como los vividos en los últimos meses”, destacó.

Ninguno de los especialistas consultados recuerda algún estudio que indique cuánto pierden las empresas por no ajustar balances con inflación, pero coinciden en que “es mucho dinero”.

Vencimientos. “Lo que se hizo es popularizar los impuestos a las ganancias y los bienes personales, pensados para personas de alta capacidad contributiva. Ahora llegan a los de baja capacidad contributiva”, explica el especialista César Litvin.

El jueves comenzaron los vencimientos para cargar las declaraciones juradas de esos tributos. Las asociaciones profesionales de contadores le pidieron a la AFIP una prórroga ya que, aseguran, el nuevo sistema para cargarlas se instaló el viernes 4 de abril y tuvo “fallas”.

“Una carga que lleva por lo general una hora pasó a dos y media, lo que generó un cuello de botella en los estudios”, explicó Litvin.

La AFIP respondió con un comunicado en el que asegura que en realidad llaman “confusión” a las “validaciones” que hace el aplicativo para que no sea posible reducir la carga tributaria con motivos que no tienen una vigencia en todo el año, sino sólo por algunos días. Por ejemplo: la percepción por compra de billetes para turismo estuvo vigente desde el 3/12/2013; quienes confunden son aquellos que pretendían computar percepciones del exterior cuando éstas no estaban vigentes.

Beneficios para todos. El diputado oficialista Héctor Recalde, volvió a presentar en la Cámara baja su proyecto de ley para que los trabajadores tengan una participación en las ganancias de las empresas. Más precisamente, el proyecto, que perdió estado parlamentario y ahora es re impulsado, propone que el 10% de las ganancias netas anuales de las empresas, sea distribuido entre los trabajadores.

El nuevo proyecto otorga dos años para la entrada en rigor del régimen con el fin de que empleados y empresarios “acuerden la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas para el lapso que transcurra” hasta que empiece a regir.

Serán deducibles las reinversiones de utilidades.

Este artículo fue publicado en la edición Nº877 de Diario PERFIL, 12 de abril de 2014.

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