Buitres: lo bueno, lo malo y lo feo

Redacción Fortuna

buitres-singer

Por Iván Carrino

Buitres, despreciables, extorsionadores, depredadores, evasores y demás adjetivos poco agradables utilizó, no solo el gobierno, sino gran parte de la prensa especializada para referirse a los fondos de inversión que compraron títulos de la deuda pública argentina en default y ganaron el juicio que dice que el gobierno argentino debe hacer frente a lo que en su momento se comprometió a pagar.

El motivo principal de la ira reside en que se acusa a los “buitres” de ser fondos especulativos que compran activos a precios bajísimos para luego gestionar judicialmente y cobrar el valor nominal de los bonos, llevándose a casa una gran diferencia entre la inversión inicial y el monto pagado por el gobierno  sin haberle prestado a este un solo peso.

Los fondos nunca le prestaron a la Argentina. Muy bien, pero sí le compraron títulos de deuda a alguien que sí le prestó a Argentina y que, por culpa de los desmanejos fiscales del gobierno (no este, sino gobiernos anteriores), no iban a poder cobrar. Su título de deuda, en ese momento, no valía nada. Cero, pero gracias a los “malvados” buitres ese acreedor pudo sacarse ese bono de encima a un valor que le pareció, dadas las condiciones, mejor que cero.

Para resumir: sin buitres, el bono vale cero. Con buitres, se vendió a más que cero.

Este accionar de los fondos en el mercado tiene un efecto sobre la tasa de interés. Al haber más liquidez en el mercado (es decir, que los títulos pueden venderse a un descuento menor al compararlo con un mercado donde no existieran buitres), el título en cuestión tiene menor riesgo. Por lo que explicamos en el párrafo anterior, el riesgo de que su valor caiga a cero es menor. En ese sentido, dada la relación directa entre riesgo y tasa de interés (a menor riesgo, menor tasa de interés) tenemos que concluir que la existencia de fondos buitre sirvió, no solo para proteger al ahorrista de la completa bancarrota, sino también para que el estado se endeude a tasas más bajas.

En el contexto actual, donde prevalecen las cláusulas de acción colectiva, que excluyen la posibilidad de fondos buitre, las tasas a los que se endeudan los estados son más altas debido a la menor liquidez de los mercados secundarios y debido a las mayores restricciones impuestas al acreedor.

Dado este mecanismo: ¿son los buitres una bendición o una maldición?

Eso depende: si se lo mira desde el punto de vista del acreedor y del deudor, la existencia de buitres es positiva, porque le permite al gobierno endeudarse a tasas más bajas y recorta las pérdidas del acreedor en caso de default.

Sin embargo, desde el punto de vista de los contribuyentes y los ciudadanos, los buitres son una maldición, porque al alentar el endeudamiento, generan un crecimiento espectacular e insostenible del gasto que luego deberá pagarse, en el mejor de los casos, con más impuestos y, en el peor de los casos, con un default y alta inflación.

Desde esta perspectiva, se puede coincidir en cierto punto con los calificativos que utilizan el gobierno y sus defensores para referirse a los “fondos buitre”. Pero los motivos son exactamente opuestos.

------------

DSC_0008_smallIván Carrino es  Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es profesor de Economía en la Universidad de Belgrano y profesor de Comercio Internacional en el instituto ESEADE. Actualmente es Analista Económico de la Fundación Libertad y Progreso. Twitter: @ivancarrino

En esta Nota