El paso de Fábrega por el BCRA fue un amague

Por Ivan Carrino (*) | Con su designación el gobierno intentó hacernos creer que se disponía a terminar su mandato de una forma más o menos ordenada.

Redacción Fortuna

Durante la gestión de Mercedes Marcó del Pont al frente del BCRA (de febrero de 2010 a noviembre de 2013) los precios en Argentina subieron un 132%. Es decir, la moneda nacional perdió el 57% de su poder de compra, algo que seguro no molestó a la funcionaria puesto que fue ella quien bajó el cartel que indicaba que la función principal del Banco Central era “preservar el valor de la moneda”.

Por si esto fuera poco, cuando asumió su cargo, el dólar estadounidense se conseguía a $3,9 en el mercado (que era uno solo). Sin embargo, un año y meses después, con un dólar que oficialmente costaba $4,25 (10% más), el BCRA, en conjunto con la AFIP, dieron inicio al enésimo sistema de control de cambios de nuestra historia.

Desde entonces, y hasta la salida de Marcó del Pont, se perdieron US$ 17.000 millones de reservas y apareció el mercado paralelo del dólar, que en noviembre de 2013 costaba 64% más que el dólar “oficial”. Luego de semejante mala gestión, llegó a la dirección de la autoridad monetaria Juan Carlos Fábrega.

El nuevo presidente del BCRA tomó algunas medidas y, admitiendo que la emisión sí genera inflación, redujo el ritmo de crecimiento de la cantidad de dinero desde el 40% al 19% anual. Esta reducción se hizo a costa de la emisión de deuda remunerada del Banco, lo que pone en peligro su solvencia, pero ¿qué otra alternativa le queda a un Banco Central para frenar la inflación si no tiene títulos públicos que el mercado acepte para absorber los pesos excedentes?

Por otro lado, a fines de enero, el Banco Central reconoció parte de la devaluación del peso, llevando el precio del “dólar oficial” desde los $6,91 a los $ 8 y llevó las tasas de interés al 30% anual de manera de seguir absorbiendo pesos. Claramente la devaluación se tradujo en un aumento del IPC, que pasó de un elevado 27% anual en diciembre de 2013 a un más elevado aún 35,2% en febrero. Pero no es que la devaluación haya creado más inflación sino que simplemente dejó ver que muchos precios escondían su verdadero valor en pesos al estar fijados a un tipo de cambio oficial ficticio e insostenible.

Fábrega también fue el artífice de la idea de obligar a los bancos a desarmarse de posiciones en dólares, un atentado contra la propiedad privada y la solvencia de los bancos que, en el corto plazo, ayudó a hacer subir las reservas. Por el otro lado, también fue protagonista de la milimétrica apertura del estricto cepo cambiario que aqueja a los argentinos.

El reconocimiento de parte de la devaluación, la suba de las tasas, la pequeña apertura del cepo y la reducción de la emisión monetaria fueron algunas de las medidas que, en medio de tanta insensatez, hicieron que muchos pensaran que la presidente había dado un paso en la buena dirección. Sin embargo, la falta de voluntad para volver a un sendero de equilibrio fiscal hizo que los esfuerzos por el lado monetario fueran siempre insuficientes.

Además, el conflicto con los fondos buitre renovó el capital político de la presidenta, que encontró un nuevo enemigo contra el cual “unificar a la tropa”. En ese contexto, ya no hace falta un técnico que esté preocupado por el valor de la moneda, sino solo alguien que esté dispuesto a repetir, sin reparos, el relato oficial: “la inflación es culpa de los empresarios, el dólar sube por culpa de los fondos buitre, y la recesión es culpa de Brasil”.

Lo de Fábrega fue un amague. Nos hicieron creer que el gobierno había dado un giro y que se disponía a terminar su mandato de una forma más o menos ordenada. Sin embargo, nada de esto es cierto hoy. El gobierno se radicalizó luego de elegir no pagarle a los holdouts y entrar en desacato con la justicia de Estados Unidos.

Sale Fábrega, entra Vanoli. Se va lo poco que había de ortodoxia en el gobierno. Llega la heterodoxia recargada. Más gasto, más emisión, más problemas y más represión económica. Agarrémonos fuerte.

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DSC_0008_smallIván Carrino es  Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Es profesor de Economía en la Universidad de Belgrano y profesor de Comercio Internacional en el instituto ESEADE. Actualmente es Analista Económico de la Fundación Libertad y Progreso. Twitter: @ivancarrino

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