Nisman y Petrobras, las sombras de Cristina y Dilma

Veteranos diplomáticos brasileños y ex embajadores en Buenos Aires, comparan la situación política de los dos países que supieron asociarse para crear el Mercosur, pero que hoy están cada vez más lejos.

Redacción Fortuna

Por Denise Chrispim Marin (*). No hay dudas de que Argentina empezará un ciclo político y económico distinto a partir de la asunción del sucesor de Cristina Fernández de Kirchner, en 2016. En una reciente visita a Buenos Aires, y encantado con el rescate de la belleza de la capital, el ex embajador de Brasil en Argentina José Botafogo Gonçalves escuchó la palabra “cambio” de boca de los tres principales candidatos y de sus colaboradores. Botafogo cree en el fin del llamado kirchnerismo. El peronismo, mientras tanto, seguirá en el poder con otro nombre y como expresión de otro grupo de su amplio movimiento

Botafogo acompaña a Argentina desde el nacimiento del Mercosur y se alojó en el bellísimo Palacio Pereda, residencia del embajador brasileño, sobre la Plaza Carlos Pellegrini, cuando el corralito desesperaba a los argentinos. Ahí se quedó hasta las primeras medidas de Néstor Kirchner. Para el veterano diplomático y ex ministro de Industria, el gobierno de Cristina ya terminó, aunque falten nueve meses para ella despedirse

del sillón de Rivadavia.

Es la inflación. “Nunca la popularidad de Cristina estuvo tan baja, lo que refleja la falta de apoyo popular a su gobierno. La inflación altísima se siente por todos lados y el país sufre una crisis cambiaria muy seria”, dice a PERFIL. “Su política económica fracasó. Argentina vive hoy una situación nueva: todos los principales candidatos hablan de cambio y de una concertación de la oposición a la manera chilena”.

Del cambio propuesto por Mauricio Macri, Daniel Scioli y Sergio Massa poco se sabe efectivamente. Pero el embajador cree que el intervencionismo estatal, muy intenso en la gestión de Cristina, tiene sus días contados. Los procesos políticos en Argentina, para Botafogo, son similares a los de Brasil. Tanto Cristina como Dilma Rousseff han sido herederas de políticos altamente populares y capaces de aprovechar la ola internacional favorable para poner a sus países en la ruta de crecimiento económico. Pero las cosas han cambiado. Los tiempos actuales en Brasil y en Argentina son de ajuste y de riesgo de recesión.

Las señoras igualmente sufren con el desgaste de sus imágenes. Para Cristina, profundizado por la trágica muerte del fiscal Alberto Nisman; para Dilma, por el escándalo colosal de corrupción en Petrobras.m“Las dos presidentas han tomado al colectivo en bajada y ahora lo tienen que empujar hacia arriba”, explica Botafogo, que agrega: “la diferencia es que Cristina termina su segundo mandato, mientras Dilma recién lo empieza”.

Surfear la ola. Compañero de Botafogo en Itamaraty, Luiz Felipe de Seixas Correa todavía ve en la señora de Kirchner un liderazgo fuerte y carismático, capaz de hipnotizar audiencias por horas. Con mucho cuidado para no explicitar juicios de valores, Seixas cree que los Kirchner han surfeado en la ola bolivariana, pero más en los discursos. La suspensión de pagos de la deuda nacional ha sido, en su opinión, un reflejo de esta tendencia.

Seixas Correa tiene un intenso vínculo con Argentina. Empezó su carrera como secretario en la Embajada de Brasil en Buenos Aires durante la presidencia de Isabel Perón. Asistió al golpe militar, volvió a Brasil y seguió su carrera con un ojo en el país vecino. A fines del gobierno de Carlos Menem, en la época de las “relaciones carnales” con Estados Unidos, fue designado embajador en Argentina.

Hoy lamenta que, tanto en Argentina como en Brasil los objetivos de desarrollo industrial impulsados por su generación no hayan prosperado totalmente. Los dos países siguen comprando tecnología y exportando materias primas. La integración regional tampoco alcanzó los sueños originales.

Al contrario de quienes defienden la limitación del Mercosur a una zona de libre comercio, Seixas Correa presenta otra idea. “Soy bilateralista. Siempre he estado a favor de un Mercosur restringido solamente a Brasil y Argentina hasta su consolidación, cuando se podría tratar del ingreso de nuevos miembros.”

*Desde San Pablo.