Pequeño tratado de creatividad empresarial

Por Germán Castaños (*) | Por qué las empresas ahora deben pensar en perseguir la creatividad inteligente.

Redacción Fortuna

La gestión de la creatividad no debe ser un generalismo vago. En las empresas en particular y en las organizaciones en general, se ha perseguido durante décadas  la inteligencia. Llegó el momento de perseguir la creatividad inteligente.

No es lo mismo los Baby Boomers que los Millennials

No es lo mismo una mujer que un hombre.

No es lo mismo alguien que proviene de las ciencias exactas que alguien que proviene de humanísticas

No, no es lo mismo…. porque más que objetividades de la empresa la creatividad debe atacar primero las subjetividades del individuo, comprender sus deseos más profundos, entender sus necesidades más primarias, decodificar los problemas más urgentes, más vitales.

Se debe adentrar en:

•    El grado de motivación (hacia la creatividad)

•    El grado de pertenencia ( a la empresa)

•    El grado de identificación (con la problemática)

•    El grado de vinculación (con los compañeros creadores)

•    El grado de necesidad (de crear)

La gestión de la creatividad organizacional no es otra cosa que la gestión de la creatividad que hay en cada corazón, cada alma y cada cerebro de la compañía. Un elemento menos y la creatividad hace parición debilitada. Nadie puede patentar la ruta neuronal que lo lleva a la propia creatividad.

Nadie puede innovar disruptivo sobre la base de una idea flaca de creatividad. Porque si es flaca al nacer, será desnutrida a lo largo de su gestación y crecimiento. Por eso la gestión de la creatividad es parte indisoluble de la gestión de la innovación.

Entre la idea y su/s creador/es tiene que existir un flechazo, un enamoramiento, una fuerza que los atraiga (y atraiga todo el resto de las fuerzas) y los vincule, porque de no existir esa atracción la idea irá feneciendo lentamente por la falta de motivación y pasión para darle verdadera vida. Y esa capacidad de seducción, debe ser tan amplia que seduzca a todos. Aunque debemos saber algo: una idea siempre seduce más a su creador que al resto. Por eso la historia glorifica a cierta raza de innovadores genialmente testarudos como Ford, Edison o Jobs.

La creatividad para expresarse en toda su dimensión precisa menos pensamientos que motivaciones y técnicas que necesidades. Pongo en cuestionamiento (cuestionamiento no es destrucción sino alerta) las técnicas de creatividad como proceso de iluminación creativa. La iluminación creativa no aplica a los caminos de la industrialización de las ideas (las técnicas creativas buscan pariciones multitudinarias de ideas en la creencia muy extendida impulsada por la histórica frase del Premio Nóbel Linus Pauling: “Para tener una buena idea es preciso tener muchas ideas”).

En el libro “El Pensamiento en Montaña Rusa”, Creatividad en tiempos sin tiempo, se exhibe el escepticismo por la inusitada y cuestionable vigencia del tradicional ABC de la creatividad: las Técnicas.

Una verdadera gestión de la creatividad debe atacar todos los cruces de la Tríada Inter e Intrasinérgica que propone la Teoría del Pensamiento en Montaña Rusa (integración de los tres cerebros, con la necesidad, el problema, el deseo, la especificidad del conocimiento y el estímulo aleatorio que todo lo provoca). La creatividad para expresarse en toda su dimensión precisa menos pensamientos que motivaciones y técnicas que necesidades.

Saber en que consiste la creatividad sirve para evitar esfuerzos innecesarios y forzar los esfuerzos imprescindibles. Cuando una empresa intenta desarrollar el caudal creativo de su gente por el camino de las técnicas explora solo una de las nueve combinaciones posibles del “Modelo de doble Tríada”. Por eso mis Scampers, Mindmappings o Modelos de Ishikawa son iguales a todos los Scampers, Mindmappings o Modelos de Ishikawa, pero son todo lo contrario. Ese secreto me lo guardo para una próxima columna.

Eso sí, que quede bien claro. El esfuerzo cognitivo por la creatividad es un intento solitariamente débil si no va acompañado de una mínima implicación emocional.

(*) Autor del libro "El pensamiento en Montaña Rusa".