Estancamiento para Sudamérica en 2015

La caída del precio internacional de los commodities ha impactado en América Latina. Sin embargo, las políticas de los últimos años han hecho que algunos países (como Ecuador, Venezuela, Brasil y Argentina) queden más expuestos a los shocks externos.

Redacción Fortuna

El crecimiento previsto para Sudamérica en 2015 se ajustó a la baja. Un reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), contempla estancamiento de la actividad en la región (-0,2%), cuando en octubre de 2014 preveía una expansión de 1,6%. Asimismo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) también recortó sus proyecciones de crecimiento para la región (de 1,8% en diciembre de 2014 a estancamiento en abril 2015).

Este recorte en las previsiones obedeció a que el actual contexto internacional es menos auspicioso de lo originalmente esperado. En primer lugar, a excepción de EE.UU, la mayoría de los países industrializados y las economías emergentes prevén un crecimiento más moderado, lo cual reduce la demanda de materias primas provenientes de Sudamérica.

En segundo lugar, la caída del precio internacional de los commodities implicó un shock generalizado para los países exportadores de productos primarios de la región. Si bien este efecto es heterogéneo entre países (los exportadores de productos agrícolas se perjudican mientras que los importadores netos de energía se ven favorecidos), en el agregado el saldo es claramente negativo.

Por último, el fortalecimiento del dólar a nivel mundial producto de la potencial suba de tasas por parte de la FED sumó volatilidad en los mercados financieros. Esta incertidumbre moderó la entrada de capitales en las principales economías sudamericanas debilitando sus monedas.

Más allá de los matices entre países, en 2015 la región se frenaría tras el fuerte crecimiento de los últimos años. Este menor viento de cola para la región pone en evidencia qué países supieron aprovechar el boom de los últimos años para fomentar y garantizar un crecimiento sostenido, en contraste con aquellos que apostaron a medidas de corto plazo para lograrlo.

Por ejemplo, la caída en el precio del crudo golpeó fuertemente a Ecuador y Venezuela (productores de petróleo), ya que sus estructuras económicas les impiden blindarse con facilidad ante estos shocks.

En cuanto a Ecuador, con una economía dolarizada, el recorte de ingresos petroleros afecta directamente al nivel de actividad. Para poder sortear una posible crisis de Balanza de Pagos se implementaron salvaguardas (impuestos a productos importados de Perú y Colombia) para desincentivar las compras externas. De empeorar la situación y ser aprobado por la Organización Mundial del Comercio, las salvaguardas podrían extenderse.

Con respecto a Venezuela, el país depende casi exclusivamente de las exportaciones petroleras para acceder a divisas (representan el 97% de la oferta total de dólares), las cuales le permiten abastecerse de productos de primera necesidad (el 70% de los alimentos son importados). Además, dichos recursos constituyen dos tercios de los ingresos fiscales.

Brasil también sufrió las consecuencias del contexto internacional adverso, que e vieron profundizados por motivos internos. Cuando los rumores de subas de tasas comenzaron a resonar en los mercados, la desaceleración en la entrada de capitales presionó la depreciación del Real a la suba. Sin embargo, las denuncias de corrupción en Petrobras generaron incertidumbre, lo cual se tradujo en mayores presiones devaluatorias.

Este deterioro institucional empeoró las expectativas de mercado provocando una contracción en las inversiones destinadas a la petrolera brasileña, lo cual tiene un serio impacto sobre la actividad ya que la inversión de Petrobras representa 15% del total. De todas maneras, la evolución del real brasileño parecería haberse estabilizado (está por debajo de 3 R$/US$).

Por último, en Argentina la caída en el precio de los commodities agrícolas llegó en un momento en que la escasez de dólares apremia. Dada la operatividad de la restricción externa, el acceso al crédito a tasas elevadas y un menor flujo de dólares sojeros, la estabilidad cambiaria será difícil de preservar si se pretende apuntalar la actividad y hacer política fiscal ultra expansiva de cara a las elecciones presidenciales.

En conclusión, lo que este contexto adverso revela es que, luego de años de boom de precios de commodities, algunos países supieron capitalizar la bonanza en pos de una estrategia de crecimiento, sostenible mientras que otros simplemente utilizaron los recursos excedentes para mejorar la situación de corto plazo.

De aquí en adelante, será fundamental el buen manejo de las políticas económicas internas para crecer ya que el viento de cola externo difícilmente vuelva con la intensidad registrada en los últimos años. Tal vez el contexto menos favorable sirva para establecer a futuro políticas económicas más robustas y de largo plazo.

En esta Nota