Señales de que Kicillof podría seguir como ministro

Por Patricia Valli | Pretende tomar medidas que no agraven la herencia e intenta amortiguar la inflación. Más cerca del sciolista Bein, expande su poder en el Estado. Planes post 10-D.

Redacción Fortuna

“Estoy dispuesto a ayudar en lo mejor que sé hacer”, dijo esta semana el ministro de Economía, Axel Kicillof, convertido en uno de los abanderados del oficialismo en la lectura de que “el candidato es el proyecto”.

Lejos de la teoría de que el Gobierno está gastando sus últimos cartuchos, o de que estaría dejando un “plan bomba”, en las últimas semanas Kicillof  acompañó las medidas pro consumo con una estrategia propia del que piensa en heredarse a sí mismo: pasó a ser el interlocutor de los gremios a la hora de definir salarios en un intento de cortar lo que se considera “inflación inercial”, una rueda de indexaciones de precios y salarios que el kirchnerismo eligió cortar por el lado de las paritarias, mientras intenta que prosperen los “precios de referencia” de la economía a través de los acuerdos sectoriales y de Precios Cuidados.

Además, si bien tiene diferencias con el asesor económico de Daniel Scioli, Miguel Bein, en las últimas semanas empezó a haber más coincidencias. “La pregunta es para qué endeudarse. No me quiero pelear con la presidenta Cristina ni con el ministro. Sabemos que el candidato que yo asesoro es todo confianza y optimismo”, bromeó el miércoles en el marco del heterodoxo Congreso de la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina (AEDA), que dirigen dos funcionarios cercanos a Kicillof: la subsecretaria de Comercio Exterior, Paula Español; y el subsecretario de Políticas, Tecnología e Innovación Productiva, Fernando Peirano.

Para tener dólares hay que impulsar la exportación, la producción. No se tienen que usar para pagar salarios ni consumo en pesos”, agregó Bein. Desde que habilitó la posibilidad de ahorrar con cuentagotas en dólares, el Gobierno destinó US$ 6 mil millones entre divisas para tenencia y viajes, sin contar los pagos con tarjeta de crédito en el exterior.

Con reservas. Por otra parte, también desaparece la idea de que “se quemen las reservas”, como han advertido desde la oposición. “Lo que se emite ahora es para asegurar el pago del Boden”, reconoció por su parte Roberto Feletti, sobre las emisiones que está llevando adelante Kicillof de Bonar 2024, con los que consiguió, en tándem con Alejandro Vanoli, el presidente del Banco Central, recomponer las reservas internacionales hasta los US$ 33.870 millones. El propio Vanoli señaló en concreto la semana pasada en El Cronista que piensa seguir hasta 2019, aunque varios ex colegas suyos lo desacreditaron. Lo cierto es que comparte con Miguel Galuccio, de YPF, y Ricardo Echegaray, el trío de funcionarios que ostentan algún mandato para hacer de la continuidad una posibilidad concreta.

Tropa y lazos. Además, Kicillof mantiene los proyectos a los que abocó a sus colaboradores, con cada vez más designaciones en las filas del Estado (ver aparte): mesas sectoriales, análisis de costos en cadenas de producción, la expansión de redes de compra y consumo popular, y el análisis de créditos para la producción que coquetean, para un eventual segundo ciclo, con una reforma financiera, tributaria o una ley de inversiones extranjeras.

Pero además de estas señales, el vínculo entre Kicillof y La Cámpora, y fundamentalmente uno de sus hombres fuertes, Eduardo ‘Wado’ De Pedro, puede ser una de las puertas de entrada al sciolismo. La relación entre el referente de La Cámpora y Scioli es de larga data, y el gobernador apoyó en reiteradas oportunidades al medio hermano de De Pedro, Juan Ignacio “Juani” Ustarroz, jefe de Anses en Mercedes. El sciolismo se expidió sobre la eventual continuidad del ministro. Kicillof es “un hombre necesario en cualquier gobierno”, aseguró el jefe de Gabinete bonaerense, Alberto Pérez. La palabra final la tendrá Cristina, que soltó: “Kicillof es mi mejor asesor, pero las decisiones las tomo yo”.

Queja por la deuda: “El FMI nos mintió”, dice Feletti

“Los técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI) nos mintieron. Nos dijeron que si lanzábamos el ‘canje II’ y llegábamos al 90% del canje, no nos iban a poder demandar”, relató el martes el ex viceministro de Economía Roberto Feletti sobre cómo se gestó la reestructuración de deuda de 2010.

El racconto de Feletti dio cuenta de los errores de cálculo del FMI, pero también de que pese al discurso, el organismo participó de la propuesta de canje bajo la gestión de Amado Boudou.

“No se cumplió (el pronóstico) pese a que llegamos al 92%” de deuda reestructurada con el segundo canje.

Hoy, el porcentaje restante de holdouts que no entró el canje reclama, bajo el ala de los fondos buitre, el pago total de los bonos que entraron en default en 2001.

La próxima semana el juez Thomas Griesa convocó a los “me too” que reclaman cobrar lo mismo que NML para definir a cuántos suma a la demanda.

Nota publicada en la edición impresa N° 994  del Diario PERFIL