Eliminemos las paritarias

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Redacción Fortuna

Estamos en pleno proceso de paritarias y ya vamos por varios años donde los salarios son fijados desde el gobierno, en “consenso” con los empresarios y los trabajadores. Una propuesta: eliminemos las paritarias. Va el porqué.

Según datos de IDESA,  en 2014 había 8,2 millones de trabajadores asalariados y 7,8 millones de trabajadores fuera de la formalidad pura. Esto es, trabajadores informales o cuentapropistas, monotributistas, etc. De esta forma, había 16 millones de trabajadores, de los cuales se podría decir que la mitad está en relación de dependencia y la otra mitad no.

Ahora, surgen algunas preguntas que ayudan a entender el porqué se deberían eliminar las paritarias: ¿Debe el gobierno fijar los aumentos salariales?, Si lo hace, ¿es beneficioso esto para los trabajadores? ¿A quién beneficia?

La primera pregunta puede sonar filosófica, pero no lo es, sino que es más bien práctica. Supongamos un sector x, compuesto por 10 empresas. De estas 10 empresas, no todas registrarán ganancias y no todas registrarán el mismo nivel de beneficios. A su vez, no todas tendrán la misma composición productiva ni serán impactadas de igual forma por la coyuntura económica. Entonces, fijar desde el gobierno un piso de aumento salarial, estará asumiendo que todas tuvieron un comportamiento similar. Las empresas suelen relacionar los aumentos de sueldos a los aumentos de productividad, siempre teniendo en cuenta los precios y su facturación. Si bien el régimen de paritarias buscó que los trabajadores tengan voz en la puja distributiva (cómo se reparte la riqueza producida), los acuerdos colectivos con aval del gobierno terminan por ser contraproducentes, ya que se usan con el objetivo de reducir las expectativas de inflación, al reducir costos/salarios y, entonces, precios.

Lo que no se toma en cuenta es que, más allá de lo que el gobierno pueda desear, los trabajadores intentarán no perder poder adquisitivo, por lo cual los aumentos acordados buscaran resguardarse de la inflación futura mientras se recupera lo perdido en el pasado.

Esto lleva a la segunda pregunta: ¿Es beneficioso que existan las paritarias? Viendo la composición del mercado laboral argentino, asumiendo que todos los empleados en relación de dependencia están afectados por alguna paritaria (Lo cual no es así, pero simplifica pensar que si), vemos que estos acuerdos le aumentarán por ley al 50% de los trabajadores. El otro 50% dependerá de lo que los empleadores deseen otorgarles como aumento, dado que su poder de negociación es muy bajo y la oferta de mano de obra no calificada es muy alta. De esta forma, el régimen de paritarias amplia la brecha de ingresos entre los empleados formales en relación de dependencia y aquellos que no entran en esta categoría, al beneficiar a una mitad por sobre la otra.

A su vez, como los costos laborales son altos, no hay incentivos para contratar bajo el régimen formal, incentivando el empleo informal o vulnerable. Según IDESA, el costo laboral real unitario aumentó entre 2008 y 2014 un 50%. Este aumento ya incluye el ajuste por productividad y precios. Es decir, hoy emplear una persona registrada es 50% más caro que cuando Cristina fue electa. Además, se encuentra 34% por encima del registrado en el año 2000.

Otro punto en contra es que las paritarias, que supuestamente son acuerdos libres entre empleados, sindicatos y empresarios, terminan siendo utilizadas por el gobierno como un instrumento más de política anti-inflacionaria, al ser limitadas con un máximo por sobre el cual no serán homologadas por el ministerio de Trabajo, como sucede ahora con el techo del 27%. De esta forma, una política que, según se dijo, buscaba cuidar a los trabajadores, termina por ser utilizada como maniobra de ajuste, reduciendo los salarios reales. Desde 2008, los salarios regidos por paritarias aumentaron 644% mientras que los precios lo hicieron en un 639%. Sin embargo, si solo se toma en cuenta el último gobierno de Cristina (que, por otro lado, fue totalmente nocivo para la industria http://www.libertadyprogresonline.org/2015/04/28/el-modelo-de-desindustrualizacion/ ) los salarios reales cayeron a una tasa promedio de 4% anual. Esto es solo teniendo en cuenta los regidos por paritarias, donde los gremios, se supone, tienen poder de negociación. Para los empleados fuera de este régimen, los salarios aumentan a una tasa menor, excluyendo a la capa más alta de los trabajadores que suele estar fuera de convenio.

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En resumen, las paritarias terminan generando distorsiones en un mercado laboral dominado por los trabajadores vulnerables y los altos costos laborales, además de ser utilizada como una política anti-inflacionaria recesiva. Así, las posibles soluciones son dos:

1. Eliminar las paritarias, de forma tal que el mercado laboral pueda ajustarse bajo la libre negociación entre cada empresa y sus trabajadores, y eliminando los problemas políticos que se dan como consecuencia.

2. Implementar reformas laborales que incentiven el aumento de productividad y la consiguiente baja de los costos unitarios. Esto implicará sincerar la composición del mercado laboral, donde el 50% de los trabajadores no son asalariados registrados, sino que son trabajadores vulnerables. Una vez hecha esta reforma, las paritarias no serán necesarias y los acuerdos salariales, de existir, deberían darse dentro de cada empresa.

A riesgo de que esto pudiera sonar como anti-trabajadores, ya que nadie les fijaría un piso de aumento, vale recordar que el uso de las paritarias como política anti-inflacionaria termina siendo peor y que, si el salario dependiera de la productividad, los trabajadores se verían forzados a trabajar eficientemente, reduciendo los costos y, entonces, generando un mayor aumento salarial para sí. Es decir, dependería de ellos mismos. Por otro lado, una política de empleo que se enfoque en la capacitación laboral intra-empresa podría potenciar este fenómeno.

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Federico G. Rouco es Licenciado en Economía por la UCA y la University of Leeds y está cursando el Posgrado en Economía Social de la UCA. Además es Analista Económico de la Fundación Libertad y Progreso.

Twitter: @fgrouco

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