Brasil enfrenta una tormenta perfecta

Redacción Fortuna

En los últimos años, Brasil viene atravesando un tortuoso camino en materia económica. Sin embargo, el deterioro actual no sólo proviene de lo económico sino también del frente político y de una crisis de confianza.

A la mala perfomance de la economía se sumaron las denuncias de corrupción que vinculan a funcionarios del gobierno de Dilma Rousseff con la malversación de fondos de la petrolera Petrobras. Esto a su vez impactó fuertemente en la actividad dado que la inversión de la petrolera representa el 15% del total de Brasil.

La debilidad política redundó en la fragmentación del bloque oficialista en el Congreso, lo cual complica la gobernabilidad. Si bien es baja la probabilidad de un juicio político contra Dilma Rousseff, la ruptura complica la aprobación de leyes impulsadas por el Ejecutivo.

Asimismo, la falta de confianza tanto de los ciudadanos en el gobierno como de los inversores en el país retroalimenta los problemas macroeconómicos lo cual hace que las medidas orientadas a sanear la economía en lugar de mejorar la situación profundicen el deterioro. De hecho, el deterioro fiscal de Brasil y la incapacidad de revertirlo pese a las medidas de ajuste implementadas, comprometen el Investment Grade, lo que redunda en un menor influjo de capitales que potencia la devaluación del Real brasileño.

Al contexto interno revuelto, se suma un frente internacional adverso que no traccionará a Brasil cuando más lo necesita. Con viento de frente externo, le será aún más difícil sortear los desequilibrios internos.

Estos conflictos se retroalimentan y le quitan grados de libertad a Rousseff, lo que se condensa en una situación crítica para Brasil. Con una economía en recesión, nuestro país vecino no sólo caerá este año sino que el pronóstico no es auspicioso para 2016.

El círculo vicioso en el que está inmerso Brasil

No es novedad que la economía brasileña está atravesando un camino tortuoso. De hecho, la reciente publicación de Cuentas Nacionales del segundo trimestre de 2015 confirmó una recesión técnica: luego de la contracción en el período enero-marzo (-0,7% sin estacionalidad), en el segundo trimestre del año la actividad volvió a caer en términos desestacionalizados (-1,9%). De hecho, las expectativas de mercado ya descuentan que la economía brasileña caerá 2,3% en 2015.

Por el lado de la oferta, la situación más crítica proviene de la industria, que en el pasado sufrió las consecuencias de la pérdida de competitividad producto de la fuerte apreciación del Real. Actualmente, enfrenta la contracción de la demanda interna y externa: en el primer semestre de 2015 la actividad industrial se contrajo 4% i.a. Particularmente, el sector automotor es la rama más golpeada: en lo que va de 2015, la producción de automóviles cayó 9% i.a. y las perspectivas para lo que resta del año no son alentadoras.

Esta debilidad en el sector industrial responde a una demanda privada en retracción. Por caso, en el primer semestre del año, el consumo de las familias cayó 2% i.a. respecto al segundo semestre de 2014, fenómeno que no se observaba desde 2003, año el que el consumo privado se contrajo 0,7%.

Esta tendencia obedece a la pérdida del poder adquisitivo de los ingresos de los hogares brasileños, afectados por la aceleración en la inflación. Pese a la fuerte devaluación del Real (70% i.a.), la mayor suba de los precios responde a la quita de subsidios a las tarifas de servicios públicos (transporte y electricidad). De hecho, la variación interanual de los precios regulados se aceleraron casi 11 p.p. respecto de fines de 2014, impulsado la inflación minorita a 9,6% i.a., significativamente por arriba del techo de la meta (6,5% i.a.).

Vale destacar que, el recorte de subsidios fue parte del paquete de ajuste implementado. Sin embargo, las cuentas públicas han empeorado en los últimos meses producto del impacto de la recesión en la recaudación impositiva. Por lo que las autoridades han pagado el costo político de estas medidas (afectando incluso la coalición oficial en el Parlamento), sin cosechar mejoras en el frente fiscal.

En relación a este punto, esta semana se envió el Proyecto de Ley de Presupuesto 2016 al Congreso en el cual se plasman las perspectivas económicas para el próximo año. En esta ley se destacan dos elementos. Por un lado, por primera vez se plasmó en una Ley de Presupuesto incurrir en un déficit primario (-0,5% del PBI en 2016). Por el otro, el Ejecutivo no logró reinstaurar el Impuesto a las Transacciones Financieras (eliminado en 2007), para poder cerrar la creciente brecha fiscal por problemas en la coalición oficial en el Congreso.

Asimismo, las dificultades para apuntalar el resultado fiscal pone en riesgo el Investment Grade de la deuda soberana de Brasil, lo cual profundiza la desconfianza de los inversores internacionales, encareciendo el acceso al endeudamiento externo necesario para refinanciar los elevados vencimientos de deuda pública.

De modo que el gobierno de Rousseff tendrá que buscar otras vías para revertir o llevar a cabo una política de ajuste de partidas presupuestarias más sensibles (pensiones, la salud y la educación), para los cuales necesita aprobación en el Congreso.

En este sentido, la debilidad en el frente político complica este tipo de medidas. La fragmentación de la coalición oficialista del Partido de los Trabajadores (PT) con el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) en el Parlamento complica la aprobación de leyes claves para el Ejecutivo. Asimismo, recientemente los partidos laboristas decidieron no respaldar al gobierno de Rousseff en la Cámara de Diputados (en contra de las medidas de ajuste).

Asimismo, las denuncias de corrupción que vinculan a funcionarios del gobierno de Rousseff con la malversación de fondos de Petrobras tuvieron un serio impacto en la confianza de los agentes en el gobierno.

El mal uso de los recursos y la falta de trasparencia de los balances de la empresa se tradujeron en un recorte en los planes de inversión de la empresa, lo que tuvo un serio correlato en la actividad: el 15% de la inversión total del país corresponde al hundimiento de capital de la petrolera.

Además, el deterioro de la imagen y la mayor incertidumbre política aminoró el influjo de capitales a Brasil, lo cual se vio reflejado en la devaluación que sufrió el Real. En lo que va del año éste se devaluó 43%, tendencia que ya se acarreaba desde 2014 ante la potencial suba de tasas de interés de la FED. Dado el bajo traslado de la devaluación a precios, la mayor competitividad que brinda a las exportaciones industriales puede ser un aliciente para la recuperación.

Un lustro perdido para Brasil y Argentina

En síntesis, la acumulación de distorsiones en distintos frentes hace que sea cada vez más difícil para Brasil salir del círculo vicioso en el que se encuentra inmerso. En 2015 nuestro principal socio comercial verificará una contracción superior al 2% y 2016 no luce auspicioso: las perspectivas de mercado contemplan una caída (-0,4%), lo cual significa que en el último lustro la economía brasileña permanecería estancada en términos de crecimiento.

Brasil no ha sido el único que atravesó años complejos. Por el contrario, Argentina también contó con la misma suerte. Si bien es cierto que hay diferencias entre ambas economías (nuestro país cuenta con una inflación más elevada) existen muchos puntos en común (creciente déficit fiscal, caída del PBI per cápita).

Lo cierto es que existe una fuerte correlación entre ambas economías. Así como una tracciona a la otra cuando el contexto es favorable, también puede complicar a su socio cuando la coyuntura se torna negativa.

Por ello, la Argentina tiene que tener presente que no sólo no contará con la tracción de Brasil este año ni el siguiente.

Con un nuevo ciclo político por venir, la experiencia de Brasil puede ser un adelanto de los que deparará a la Argentina en los próximos años: una economía con muchos desafíos (principalmente corrección de tarifas y del déficit fiscal) por afrontar, los cuales exigirán mucha pericia, gobernabilidad y coordinación al momento de ser abordados.

Fuente: Ecolatina

En esta Nota