Las tres mentiras sobre la economía que te dicen los kirchneristas en la campaña

Por Federico G. Rouco | El oficialismo basa su campaña en tres peligras mentiras: Devaluación, apertura económica y creación de empleo. Galería de fotosGalería de fotos

Redacción Fortuna

Desde que comenzó la campaña por la presidencia, desde el oficialismo y los medios para-oficialistas se intenta plantar la idea de que un futuro gobierno opositor buscará una devaluación, generando así una destrucción del empleo debido a que la mayor apertura comercial impulsará las importaciones. El problema es que lo que usted acaba de leer no tiene sentido.

Yendo por partes, es necesario bajar esto un poco a tierra para que se entienda cuál es el error que se comete. Ante una devaluación, lo que cae es el salario real en dólares, debido a la pérdida de poder de compra de la moneda local. Sin embargo, si se cuenta con capacidad instalada pero sin usar, esto genera una reactivación de la actividad industrial exportadora, luego de volverse más barata a los ojos del mundo. Así, una devaluación podría generar mayor actividad y mayor empleo, aunque reduciendo la calidad de vida al principio.

Por otro lado, una devaluación implicaría un aumento del tipo de cambio real, lo que se refleja en menos importaciones. Es decir, de haber una mayor apertura comercial, se vería en el aumento de las exportaciones y no en las importaciones, tal como pasó post-2002. Aunque se quisiera importar, los bajos niveles de ingresos locales no lo permitirían.

Entonces, esta caída en las importaciones generaría una sustitución de importaciones similar a la que se tras la devaluación de Remes Lenicov, en 2002. Luego de un periodo de cuatro años de recesión y destrucción de empleo, la devaluación sentó las condiciones para una expansión industrial que generó una gran cantidad de empleo privado y que permitió una sana recuperación. Es decir, una devaluación desincentiva la importación y genera mayor empleo local a un nivel de salario menor, lo cual no es obvio que sea deseable, debido a la caída en el poder adquisitivo.

Ahora bien, una vez que queda claro que estas predicciones no tienen sentido, resta ver qué se hizo en los últimos años. ¿Por qué es que se llega a un escenario donde la devaluación parece inevitable? ¿La devaluación es algo nuevo?

La primer mentira de la campaña es la del peligro de una futura devaluación. Más allá de que la devaluación vaya a darse, la mentira está en que no es nueva: Nunca dejamos de devaluar. Luego de 2002, parece que 2016 fuera el próximo momento donde el tipo de cambio será devaluado. Sin embargo, esto no resiste mucho análisis. Desde mayo de 2003 hasta aquí, el tipo de cambio nominal ha pasado de $2,84 a $9,3. Es decir, creció 225% en tan solo 12 años. Brasil, que ahora asusta por su devaluación, tenía un tipo de cambio nominal de R2,95 por dólar en mayo de 2003, frente al R3,51 que promedió en agosto. Es decir, comparando los extremos, devaluó un 18%. Sí es cierto que, en el último año, devaluaron un 55%. Brasil, entonces, aún con la mayor devaluación que se pueda considerar, sigue quedando muy bajo en comparación a Argentina, cuyo gobierno nunca dejó de devaluar el peso, producto de la acelerada suba en los precios.

La segunda mentira es la de la apertura económica y sus riesgos. Más allá de lo necesaria que sea una mayor flexibilización de las importaciones, este no es el punto. Las importaciones son necesarias para que la industria produzca lo necesario y no deben limitarse. El problema aquí es que se habla de “apertura económica” como un concepto abstracto y no lo es. En economía, la apertura económica se calcula como el porcentaje que las exportaciones más las importaciones representan del PBI. Esto da una idea de la incidencia del mercado externo en la economía local. Paradójicamente, el porcentaje de la última década es el más alto desde la década del 30, según datos de Orlando Ferreres. Comparando 2003-2015 frente al periodo 1993-1999, se ve que el porcentaje del primero es de 26% mientras que el del segundo llega a 21%. Es decir, el gobierno Kirchnerista tuvo mayor apertura que el liderado por Menem y Cavallo.

La tercera mentira es la de la creación y destrucción de empleo. Entre 2011 y 2015 solo se aumentó el empleo formal privado en un 5%. Por otro lado, el empleo público forma creció 18%. El principal contratante en los últimos cuatro años fue el Estado en todas sus formas y niveles, dado que el sector privado local está frenado, como consecuencia de las medidas que se fueron tomando. El Kirchnerismo se va sin crear empleo genuino. Por lo dicho anteriormente, es difícil creer que el empleo sufrirá destrucción, dado el escenario que deja el actual gobierno. Sí se podrá dar una reducción de los salarios en dólares, pero en paralelo a un aumento del empleo.

En resumen, la campaña se basa en generar miedo a partir de tres mentiras: La devaluación, la apertura económica y el empleo. Profundizando un poco se puede ver cómo el Kirchnerismo intenta asustar con los pilares de sus últimos años, sin aceptar que lo que ellos dicen que va a pasar es lo que les permitió rebotar como lo hicieron en 2003-2008. Lo que no dicen es que la madre de todos estos problemas es la inflación, que atrasa el tipo de cambio, presiona a una devaluación y complica la creación de empleo, al no permitir proyectar las inversiones.

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Federico G. Rouco es Licenciado en Economía por la UCA y la University of Leeds y está cursando el Posgrado en Economía Social de la UCA. Además es Analista Económico de la Fundación Libertad y Progreso.

Twitter: @fgrouco

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