Devaluación, vértigo y el ministro que juega a ser Durán Barba

La conducción económica aspira a que ese precio sea de alrededor de $14,50. Nadie lo sabe.

Redacción Fortuna

Por Jairo Straccia (*)

El día llegó. Después de debates, promesas y cuatro años de controles a la compra de dólares, el gobierno de Mauricio Macri acaba de anunciar que mañana no habrá más cepo cambiario. Es decir, que cualquier persona o empresa podrá ir a un banco o casa de cambio y comprar divisas según sus posibilidades, con un límite previo a noviembre de 2011: US$ 2 millones por mes para personas y empresas. Algunos tendrán nostalgia: no más autorización de la AFIP, no más sistema sí o sistema no. La histórica devoción argentina por el billete verde podrá soltarse luego de años de represión. Habrá vértigo.

Será una pulseada inicial que deberá enfrentar el Banco Central, con reservas escasas, mientras llegan los dólares prometidos por el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, entre US$ 15 y 25 mil millones, desde cerealeras, yuanes chinos hechos dólares y un crédito de corto plazo de bancos por unos US$ 10 mil millones. “Eso estará en 4 o 5 días”, dice un connotado banquero que está en las tratativas.

La diferencia es que los que vayan a comprar dólares no lo conseguirán a $ 9,70 más un recargo como hasta ahora. El precio será el que determine la “flotación sucia” que administre el Banco Central. Es decir, un mix entre las fuerzas de la oferta y la demanda, intervenido por el ente monetario y sus reservas por ahora hoy menguadas. La conducción económica aspira a que ese precio sea parecido al $ 14,50 en que se viene moviendo la cotización implícita en la compra de bonos que luego se liquidan en dólares (contado con liquidación). Nadie lo sabe. Los escenarios del Banco Central son varios. ¿Subirá a $ 16 y lo bajarán a $ 13 para hacer “morder el polvo” a algunos? ¿Podrán hacerlo? ¿Cuánto es caro? ¿Qué harían un Jorge Brito o un Miguel Bein, que en 2011 -sin cepo- compraron legalmente unos US$ 15 millones cada uno?

Hasta ahora, en Cambiemos se anotaron un poroto discursivo: acaban de anunciar un salto del tipo de cambio oficial de $ 9,70 a $ 13 o $ 14 sin mencionar la palabra maldita: “devaluación”. Todo un mérito de un espacio que habló más de “unificación cambiaria” y que en la campaña ya había acusado a Cristina Kirchner de haber llevado el tipo de cambio a $ 15.

La apuesta es grande. En pleno diciembre, a días de que buena parte de la clase media cobre los aguinaldos y con buena parte de los ahorristas esperando reencontrarse con un amor al que extrañan hace tiempo. ¿Actuarán los inversores como siempre? ¿O el comportamiento será otro? El dólar en la tapa de los diarios marca el estado de ánimo, suele decir el consultor Pablo Knopoff, de Isonomía. La mitad de la población económicamente adulta tiene entre 20 y 40 años. ¿Tendrá en sus genes la historia que ha vivido la otra mitad? ¿Habrá una corrida en masa a las puertas de los bancos? No parece haber lugar para escenas tipo Nueve Reinas ni mucho menos. No están en juego los depósitos ni la solvencia de las entidades financieras. Habrá una batalla cambiaria, una pulseada en la compra venta de moneda extranjera, pero en parte también, una pelea con el peso de la historia.

Fundamental: cuánto del salto del dólar se traslade a los precios terminará de definir el éxito del plan de Prat-Gay. Buena parte de los empresarios ya han remarcado, y la nueva administración intenta mostrar los dientes. Pero en el fondo, el ministro juega a ser una especie de Jaime Duran Barba, el asesor político macrista que dicen que vio lo que no vio, como el triunfo de María Eugenia Vidal en la Provincia o la propia consagración del PRO. A diferencia de otros técnicos que ponen el foco en el impacto de un salto del dólar en la inflación, Prat-Gay asegura que, como nunca en la historia, la devaluación (perdón por mencionarlo otra vez) está asumida por la sociedad. Y que como las empresas ya se vienen rigiendo, por ejemplo para importar, por el contado con liquidación a $ 14,50, no tiene por qué haber un impacto fuerte en las góndolas. Si acierta, es un genio. De lo contrario, habrá más vértigo aún.

(*) Editor de Economía de Diario Perfil. En Twitter: @jairostraccia

En esta Nota