Sin histeria por el dólar, las familias miran la inflación

Los fuertes altibajos del tipo de cambio en sólo seis meses generaron menos estrés. Los motivos culturales y económicos.

Redacción Fortuna

Como en un subibaja, así se movió el dólar en los últimos siete meses en los que tocó un piso de $ 13,70 y un pico de $ 16, para luego caer y rebotar hasta los actuales $ 15,33 en las casas de cambio.

Sin embargo, este año los vaivenes del tipo de cambio no estuvieron acompañados de una “histeria del ahorrista” y los motivos van mucho más allá del levantamiento del cepo cambiario, según los especialistas que hablan de un punto de inflexión en la relación de las familias con su dinero.

Para Mariano Otálora, director de la Escuela Argentina de Finanzas Personales, uno de los principales motivos es que ya tuvo lugar una fuerte devaluación, “no se espera que haya otra, sólo que el tipo de cambio acompañe a la inflación. Por otro lado, la tasa de interés es elevada y permite el ahorro”.

Pero sumado a las razones propias de la macroeconomía, están las expectativas y la visión sobre el escenario actual. “Sin dudas, la posibilidad de poder comprar divisas en cualquier momento le quita mucha histeria a la situación”, admitió Otálora, y luego agregó que “las familias están ante una nueva etapa, donde por primera vez se incorporan instrumentos que reconocen la inflación –los que se ajustan por UVIs como depósitos, créditos, hipotecarios– después de un largo período de discusión sobre el tema”.

Para el especialista, la llegada de la llamada “moneda virtual” da inicio a toda una nueva era, es un punto de inflexión en el que las familias deberán reprogramar cómo administrar sus ahorros.

Fernanda Bolagay, asesora en Finanzas Integrales, coincidió en la importancia de la llegada de productos ajustados por UVIs; va a llevar un poco más de tiempo, “pero cuando hay interés, los ahorristas buscan información. Un buen ejemplo de eso fueron las Lebacs, que hasta hace poco nadie conocía pero su alto rendimiento logró captar la atención”.

Otro aspecto de fondo que ayudó a calmar la atención sobre el dólar es la mayor transparencia de las estadísticas nacionales. “La sensación de que no se ocultan datos y se reconoce la inflación, claramente cambió las perspectivas”, sostuvo Otálora.

También se debe tener en cuenta las características de un público particular. En comparación con otros países de la región, Bolagay resumió: “El argentino es un ahorrista ‘dolar-pensante’. Esto responde tanto a las experiencias propias como pasadas, de su propia familia o personas cercanas”.

El cambio en los ahorristas dependerá de que se vayan disipando dudas. “Tenemos una fuerte baja de consumo y la principal preocupación es la inflación,  esto hace que las personas prefieran esperar antes de tomar decisiones”, subrayó Bolagay.

Habrá más créditos en dólares tras el blanqueo

Con la aprobación de la ley ómnibus que comprende un blanqueo de capitales hecha realidad, los principales bancos del sistema se preparan para darles un destino a los dólares que ingresen como resultado de la exteriorización de sus clientes.

En principio, analizan ampliar la oferta de créditos en dólares que hasta el momento se encuentra restringida a las grandes empresas y pymes que producen o procesan bienes destinados a la exportación, es decir, a quienes tienen una actividad que les permita acceder a divisas y así evitar que se produzca un descalce de monedas.

En ese marco, en las entidades esperan un alto grado de adhesión al blanqueo y estiman que eso les permitirá poder ofrecer líneas con tasas bajas a proveedores del agro, por ejemplo. “Analizamos los casos en los que la cadena de valor tiene una rentabilidad que también está atada a la evolución del tipo de cambio, aunque sea en forma indirecta, tal como permiten las normas actuales”, señaló un directivo bancario.

Con los proyectos aún en borrador, y ante la imposibilidad de prever la velocidad en la que ingresen los dólares del blanqueo, la expectativa de las entidades es avanzar en el corto plazo con la oferta.

Los modelos preliminares apuntan a una tasa en torno al 5%, y la intención es que llegue con fuerza al interior del país, donde el sector financiero considera que se centrará la mayor parte de la demanda, pero cada caso será evaluado para certificar que cumplan las normas y la reglamentación.

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