Muchos flanes y tanta corrupción

Por Ceferino Reato* / El editor ejecutivo de Revista Fortuna, señaló los problemas que trae la corrupción y la recesión que atraviesa el país hoy.

Redacción Fortuna

Como todos los años, en febrero comenzamos a organizar la nueva edición de los Premios Fortuna a las Mejores y Mayores Empresas.

En aquel momento, hace apenas siete meses, el país era otro: no habían crisis cambiaria ni recesión (pensábamos –incluso– que íbamos a romper, por fin, el maleficio de los años pares) y tampoco existían los Cuadernos ni los arrepentidos.

Como señalé en el discurso de apertura de esta edición de los Premios, la número 14, de nada vale lamentar otros tiempos. El momento es, siempre, acá y ahora; es el presente aunque nosotros, como argentinos, tratamos muchos veces de esquivarlo reinventado el pasado y adivinando el futuro.

“¡Argentinos, a las cosas!”, dijo Ortega y Gasset. Es el presente, las cosas del presente. Y hoy las cosas son dos: Una, el mega esquema de corrupción organizado por el ex presidente Néstor Kirchner, que está siendo corroborado por tantos empresarios arrepentidos. La otra cosa importante es la situación económica.

Sin embargo, el pasado y el futuro sirven, y sirven mucho. No reemplazan al presente, pero nos colocan en una perspectiva; nos indican de dónde venimos y adónde vamos o podemos ir.

Parece claro que siempre hay tentaciones. Acá y en cualquier otro país. Y que el Club de la Obra Pública existe desde hace tiempo. Lo nuevo que aportó el kirchnerismo fue esa organización obsesiva de la corrupción. Y, ahora que se han encontrado indicios y testimonios concretos, este escándalo nos puede permitir romper con esa cadena de corrupción.

Habrá que ver cada caso, y ésa es tarea de la Justicia; también de los medios de comunicación. Y del propio empresariado. Habrá que distinguir entre funcionarios y empresarios; habrá que ver qué empresarios propiciaron ese megaesquema y qué empresarios lo sufrieron. Y qué empresarios se resistieron y quedaron fuera de esa corrupción, asumiendo no pocas amarguras. Pero, este escándalo es muy bienvenido. La corrupción, y más una corrupción que se hizo tan vertical y capilar, es un obstáculo tremendo para un país moderno.

Lo mismo ocurre con la situación económica. Hay recesión. Es inútil negarlo. Y es inútil atribuir esta crisis solo a causas que no nos pertenecen.

Por ejemplo, el dólar atrasado de todo el año pasado, pensado como un instrumento para ganar las elecciones de medio término, ¿no es acaso un flan, según el acting tan inspirador del cómico Alfredo Casero?

El gasto público, que creció de manera tan desmesurada e irresponsable con el kirchnerismo, ¿no es otro flan?

Hay, o hubo, muchos flanes y tanta corrupción. Y el primer paso para salir de estas trampas es que estas trampas se vuelvan todas visibles, como sucede ahora.

Por eso, a pesar de las dificultades y más allá de la tormenta colosal que nos envuelve, somos optimistas sobre este presente.

*Editor Ejecutivo de Revista Fortuna