EE.UU., preocupado por avance chino en la región

Por Rosendo Fraga /Si bien Argentina parece lejos del conflicto global, debe tomar nota de que la crisis de Venezuela puede internacionalizarse.

Redacción Fortuna

En Estados Unidos, Donald Trump aumenta el gasto en defensa pero al mismo tiempo acentúa el repliegue de las tropas en el mundo. La Cumbre de la OTAN en Washington, conmemorando los 70 años de su creación, mostró a Trump ratificando las críticas a los 26 socios europeos de la Alianza porque no están cumpliendo el compromiso de aumentar el gasto militar como porcentaje del PBI. Las críticas más directas fueron a Alemania.

El secretario de Estado de Trump (Pompeo) enfatizó la preocupación por el riesgo militar que implica Rusia para la seguridad de Occidente. Impulsó la decisión de reforzar el despliegue de la OTAN en la región del Mar Negro, donde Moscú intensifica su presencia militar. También advirtió sobre la presencia de Rusia en Venezuela. En su declaración final, sumó también amenazas como la Cyberguerra y la expansión global de China.

Lo que no parece tener demasiada lógica es la política de Trump hacia Corea del Norte. Aunque Kim no ha dado señales conciliatorias en las últimas semanas, el presidente estadounidense acordó una tercera Cumbre.

Pasando a Europa, se debate entre mantener la prioridad de la OTAN o avanzar hacia la construcción concreta de un sistema de defensa propio. Está claro que para la administración Trump, Europa y la OTAN van dejando de ser la prioridad número uno en materia estratégico-militar.

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La Cumbre de la OTAN puso en evidencia que hay tres frentes de conflicto. El del Norte, donde tres de sus miembros (Estonia, Letonia y Lituania) enfrentan la estrategia expansiva de Rusia, que tiene como prioridad impedir la extensión de la OTAN en las restantes ex repúblicas soviéticas. La anexión de Crimea y la secesión de Ucrania son evidencias concretas de esta amenaza. El Este está constituido por el conflicto en torno al Mar Negro, que se mencionó. Tres países de esta alianza militar son ribereños (Rumania, Bulgaria y Turquía). Los dos primeros temen la amenaza que implica la expansión rusa desde este. El último se ha acercado a Moscú, está coincidiendo con Putin en el Cercano y Medio Oriente y desafía a Trump con la posibilidad de comprar sistemas de armas a Rusia. El tercer frente de conflicto de la OTAN es el flanco Sur y la amenaza es la creciente inestabilidad en el África Subsahariana, que aumenta la migración hacia Europa a través del Mediterráneo.

En Asia, se acelera la carrera espacial entre China y EE.UU., la “Nueva Ruta de la Seda” potencia el concepto de “Eurasia”, Japón aumenta su gasto militar y se mantiene la tensión entre India y Pakistán.

El mencionado concepto de “Eurasia” es la clave geopolítica de China, que se desarrolla en lo geoeconómico con el proyecto de la “Nueva Ruta de la Seda”, que establece una gran vía de comunicación horizontal desde el Mar Oriental de China hasta el Atlántico, es decir desde el Lejano Oriente hasta la Península Ibérica, con conexiones con Europa Central y Oriental y los Balcanes. La idea es que Asia y Europa son un solo continente en términos geográficos y sin una divisoria física —mar o cordillera que lo divida—, como sucede con América, África y Oceanía. Pero la competencia con EE.UU. se intensifica y la carrera espacial es un ámbito de ello, pese a la gran ventaja tecnológica que mantiene Washington. Japón aumenta su gasto en defensa frente al reclamo de Trump, que plantea una exigencia similar a la que realiza a Alemania. La tensión entre India y Pakistán, tanto geográfica como religiosa, se mantiene y puede aumentar. La primera aspira a ser la potencia del Índico y ésta es su prioridad.

Pasando al Cercano y Medio Oriente, las alianzas de Trump con Netanyahu por un lado y de Rusia con Irán, Siria y Hezbollah por el otro son el conflicto estratégico más relevante. El triunfo electoral del primer ministro israelí lo convierte en el jefe de gobierno que puede gobernar 17 años continuados. Su nacionalismo y personalización del poder muestran coincidencias con los líderes árabes en materia de cultura política. Trump mantiene y reforzará su alianza con Israel.

El enfriamiento de las relaciones entre EE.UU. y Arabia Saudita debilita las relaciones con el socio más importante en el mundo musulmán de esta alianza. Las sanciones estadounidenses contra Irán afectan su economía, pero no su voluntad política. La presencia de Rusia en la región es creciente, manteniendo una sólida alianza con Irán, Siria y Hezbollah y parcialmente también con Turquía.

En África, la presencia de China y Rusia es creciente, y en América Latina, el conflicto de Venezuela se ha internacionalizado. El presidente Xi ha tenido éxito en incorporar al norte de África al proyecto de la “Nueva Ruta de la Seda” y ha inaugurado su primera base militar en el continente en Dijbouti, un pequeño país ubicado sobre el estrecho que comunica el Mar Rojo con el Golfo de Aden.

Rusia por su parte va aumentando su presencia estratégico militar, con intervención creciente en conflictos como el de Sudán y República Centro-Africana La caída de los gobiernos de Argelia y Sudán del Norte generan dudas sobre una nueva “Primavera Árabe”, pero al mismo tiempo se consolidan gobiernos autoritarios en Egipto y Siria, y puede surgir uno en Libia. En América latina, el Grupo de Lima ha pedido a China, Rusia, Cuba, Turquía e Irán que revisen su apoyo al régimen de Maduro. Pero Trump y Bolsonaro han sido más concretos, reclamando que Moscú repliegue las tropas desplegadas en este país. El Jefe del Comando Sur de EE.UU. ha dicho que si a fin de año Maduro sigue en el poder, habrá una intervención militar estadounidense.

La Argentina parece lejos de estos conflictos, pero debe tomar nota de que la preocupación de EE.UU. por la presencia de China en América del Sur ha pasado a ser más relevante y que la crisis de Venezuela es un hecho que puede afectar la estabilidad regional.

*Director del Centro de Estudios Unión

para la Nueva Mayoría