¿Hacia dónde van los bancos centrales?

Por Lawrence Summers y Anna Stansbury* / Los especialistas creen que hoy bajar la tasa no es eficaz para estimular la economía.

Redacción Fortuna

Básicamente, hoy las grandes economías enfrentan desafíos a los que no es posible dar una respuesta adecuada con cambios en las metas de inflación, las estrategias de comunicación o incluso los balances de los bancos centrales. Por el contrario, diez años de inflación inferior a la meta en todo el mundo desarrollado (con una expectativa de otros treinta por parte del mercado) y el total fracaso de los vastos esfuerzos que ha hecho el Banco de Japón para subir la inflación hacen pensar que lo que hasta ahora se consideró axiomático es, en realidad, falso: los bancos centrales no siempre pueden controlar la inflación por medio de la política monetaria.

Europa y Japón están atrapados en lo que podríamos denominar un agujero negro monetario: una trampa de liquidez en la que casi no hay margen para una política monetaria expansiva. Estados Unidos está a sólo una recesión de correr un destino similar, ya que cuando llegue la próxima desaceleración habrá muy poco espacio para bajar las tasas. Y con tipos de interés a diez años en torno a 1,5% y tipos reales a futuro negativos, la posibilidad de proveer más estímulo mediante flexibilización cuantitativa y preanuncios de política monetaria es muy limitada, incluso suponiendo que esas herramientas sean eficaces (algo de lo que dudamos).

Estos hechos parecen dar más sustento al concepto de estancamiento secular; de hecho, la cuestión es mucho más profunda de lo que en general se aprecia. Respecto de lo que se esperaba cuando uno de los autores (Summers) intentó revivir el concepto en 2013, hoy hay mucho más déficit y deuda nacional, y los tipos de interés nominal y real son muy inferiores; sin embargo, el crecimiento del PBI nominal ha sido mucho más lento. Esto hace pensar que hay algún conjunto de fuerzas que opera en el sentido de reducir la demanda agregada y cuyo efecto sólo ha sido atenuado en parte por las políticas fiscales.

Los debates convencionales en materia de políticas enraízan en la tradición neokeynesiana (que a estas alturas de “neo” ya no tiene nada) de ver los problemas macroeconómicos como reflejo de fricciones que frenan la convergencia hacia un equilibrio de mercado clásico.Pero hay fuertes motivos para creer que hoy, bajar las tasas no es tan eficaz como modo de estimular la economía, y que incluso puede ser contraproducente. Lo que se necesita es una admisión de impotencia que aliente a los gobiernos a estimular la demanda por medio de políticas fiscales y otras herramientas.

*Summers fue secretario del Tesoro estadounidense entre 1999 y 2001, es profesor en Harvard University; Stansbury es candidata a un PhD en Economía en Harvard.

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