Educación

Por qué el verano es una buena oportunidad para estudiar idiomas

Desde los holiday bootcamps en Europa hasta los winter intensive de Asia, los programas intensivos de verano se expanden porque responden a una necesidad: aprender desde un lugar más placentero, sin la presión del reloj.

Natalia Garcia Further Foto: Cedoc

Hay algo particular que sucede cada verano en la Ciudad de Buenos Aires. Las calles se alivianan, el ritmo se afloja y, casi sin darnos cuenta, aparece un espacio mental que durante el resto del año cuesta encontrar. Menos tránsito, menos compromisos, menos carga laboral o universitaria. Más aire, más disponibilidad, más predisposición. Ese corrimiento del stress abre una ventana inesperada: la posibilidad de usar el tiempo recreativo no solo para descansar, sino también para crecer.

En los últimos años, este fenómeno dejó de ser una intuición local para transformarse en una tendencia global: millones de personas en todo el mundo están eligiendo capacitarse en idiomas durante las vacaciones. Desde los holiday bootcamps en Europa hasta los winter intensive de Asia, los programas intensivos de verano se expanden porque responden a una necesidad: aprender desde un lugar más placentero, sin la presión del reloj.

No es casual. La neurociencia demuestra que cuando bajan los niveles de estrés, se activan mejor la concentración, la motivación y la retención. Por eso, cada vez más mercados educativos —en Argentina y en el mundo— apuestan por cursos intensivos que capitalizan este momento único: mente más liviana, foco más claro y una predisposición real para avanzar

Los programas que cubren en tres meses el equivalente a un año de cursada responden a esa demanda: niveles elementales para retomar bases olvidadas, niveles intermedios para quienes necesitan volver al ruedo del habla, y planes que enfatizan la práctica constante aprovechando la mayor disponibilidad física y mental del verano.

Entre estas propuestas, hay una que suele explotar en la temporada estival: Survival English, pensado para quienes tienen un nivel muy básico o un inglés “anclado” a lo que aprendieron en el secundario. El objetivo es simple y de impacto:: brindar el kit de viaje esencial para cualquier persona que quiera moverse con un mínimo de confianza en el exterior.

Check-in en el aeropuerto, reservas en hoteles, compras, situaciones típicas del turista moderno: El tipo de inglés que no se aprende con reglas gramaticales sino con herramientas prácticas que generan seguridad inmediata. Y lo más interesante es que este tipo de programas suelen ofrecer modalidad self-study, ideal para quienes quieren estudiar en vacaciones sin depender de horarios fijos. Un rato después de la playa, en la siesta, en un bar del lugar donde están veraneando: el aprendizaje se vuelve una actividad portátil y flexible.

La capital argentina tiene su propia dinámica. Entre enero y febrero, la ciudad ofrece más espacio físico, menos movimiento y un ritmo que invita a la reflexión. Para quienes no viajan —o incluso para quienes sí lo hacen pero quieren aprovechar los huecos del día—, la temporada veraniega se convierte en terreno fértil para sumar una “píldora de capacitación”.

Este comportamiento no solo crece: se consolida. Cada año más estudiantes, profesionales y universitarios eligen usar ese tiempo de distensión para avanzar un nivel completo o, al menos, retomar una habilidad que durante el año se ve relegada por la rutina.

Desde Corea hasta Alemania, desde México hasta Argentina, la tendencia es clara: el mundo está aprendiendo idiomas en vacaciones. Lo que antes se veía como un sacrificio ahora se vive como un placer. Cuando el contexto afloja, la motivación aparece. Cuando la agenda se abre, entran las ganas de aprender.

Para muchos, el verano no es una pausa: es un punto de partida. Un momento en el que la mente afloja, el tiempo se abre y aparecen las ganas genuinas de aprender. Sea presencial u online, intensivo o self-study, sumar una instancia de capacitación en verano puede ser la llave para empezar el 2026 un paso más adelante.

Al final, capacitarse en vacaciones no es ir contra el descanso. Es, en realidad, aprender en el único momento del año en que el cuerpo y la mente están finalmente disponibles.

*Fundadora y CEO de Further Corporate.

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