Redrado: "No alcanza, falta un plan para producir"

Por Gustavo García / El economista y ex presidente del Banco Central analiza la corrida cambiaria y afirma que es necesario combatir la inflación.

Redacción Fortuna

La corrida cambiaria dejó severos daños colaterales. La estampida del dólar terminó por cargarse a un presidente del Banco Central y dos ministros, le dio por debajo de la línea de flotación a los salarios y azuzó la inflación al punto de que este año se espera escale al 30%, el doble de lo pautado por el Gobierno en las metas originales.

Abrasivo, el mercado desgastó en un puñado de días el escudo que significaba el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. De allí la batería de medidas de manual que debieron aplicarse de apuro para detener la ofensiva. Hay, en la visión de Martín Redrado, mucho de ingenuidad en un equipo económico más preparado para los buenos vientos que para la tempestad.

Fortuna: ¿Era necesario refrescar el equipo económico en término de nombres? ¿Se había producido un desgaste?

Redrado: Fueron días de furia. No cabe duda que la política cambiaria estaba corriendo por detrás de los acontecimientos, que las intervenciones del Banco Central no habían logrado dar certidumbre, previsibilidad. Por el contrario, fueron aumentando la incertidumbre del mercado. Sobre todo cuando un Banco Central interviene y el tipo de cambio se sigue movimiento, ahí la pulseada la va ganando el mercado y no el banco. Más allá de las personas, la política cambiaria tuvo muchas marchas y contramarchas que la llevaron a su agotamiento. Era necesario cambiar esa política.

Fortuna: ¿Qué opina de la nueva batería de medidas lanzadas para controlar el tipo de cambio?

Redrado: Son medidas clásicas que uno tiene que tomar en el contexto de una corrida cambiaria. Esto es absorber la mayor cantidad de pesos y poner a disposición del público la mayor cantidad de dólares posible que haya tanto en el Banco Central como en el sistema financiero. Está claro que la medida de no tener una fecha para liquidar divisas parecía para un país desarrollado, no para un país como la Argentina. Por supuesto que no hay que volver a las restricciones irrealistas, pero algo razonable debe haber. Un tiempo entre 180 y 360 días es lo lógico para darles flexibilidad a los exportadores, pero también saber que se cuenta con esas divisas. Ahora se necesita pericia para saber utilizarlas. Sobre todo mostrar el peso que tienen las intervenciones del Banco Central.

Fortuna: ¿Se desmontó el esquema de regulaciones financieras demasiado rápido? ¿Quedamos a merced de los capitales golondrinas?

Redrado: Creo que hubo una apertura excesiva de la cuenta capital, quizás un poco inocente. Sobre todo en un mundo donde el principal desafío que tiene cualquier hacedor de políticas públicas, en Pretoria, Brasilia, Kuala Lumpur o Buenos Aires, es cómo administrar los flujos de capitales que son tan volátiles. Hoy los capitales ingresan a los mercados emergentes y salen con una velocidad realmente muy importante. Con lo cual lo relevante para un hacedor de políticas públicas es tener la capacidad de generar políticas anticíclicas, es decir guardar en épocas de vacas gordas para gastar en épocas de vacas flacas. Mi visión es que el equipo económico estaba mucho más preparado para un proceso de ingreso de capitales. Es decir, cuando hay viento a favor. Pero de repente hubo una brisa en contra y los encontró con el paso cambiado.

Fortuna: ¿Se puede hablar de sorpresa en torno a la salida masiva de capitales cuando todos sabían que la Reserva Federal iba a comenzar un proceso de suba de tasas de interés?

Redrado: Es cierto, por ahí uno puede decir que el Ministerio de Finanzas lo previó tomando los

u$s 9.000 millones de deuda en enero, y quizás el Banco Central no, al no tomar medidas como por ejemplo esta que hablo de haber extendido el plazo de liquidación. A mi juicio está claro que el esquema de metas de inflación que eligió la Argentina tuvo fallas, hasta el propio presidente ha tomado nota de que su enfoque antiinflacionario no fue correcto. Se tomó este esquema tomando a la tasa de interés como el único instrumento para poder fijar expectativas inflacionarias y lo que esto generó fue precisamente lo contrario. Se generó una atracción de capitales golondrina que hicieron del carry trade el mejor negocio financiero que hubo en el mundo durante 2017. Los altos rendimientos del carry trade muestran la falta de mirada de lo que estaba ocurriendo en los mercados internacionales. ¿Estaba preparado el equipo económico? Una parte sí y otra parte no.

Fortuna: ¿Con qué otros instrumentos debe jugar el Banco Central para bajar la inflación?

Redrado: Creo en la política macroeconómica como la base de una política antiinflacionaria. Es decir que todos los brazos de una política económica vayan en dirección de poder bajar la tasa de inflación. La política fiscal, monetaria, de ingresos, los botones que maneja el sector público tienen que ir todos en un mismo número nominal. Hoy mientras estamos hablando, el gasto público está creciendo a un 17,5% anual, la emisión monetaria a un 29% y las políticas de ingresos del sector público, es decir el pago de salarios, jubilaciones, asignaciones sociales, en promedio suben 22%. Cada una de las variables que toca al sector público va en distinta dirección nominal. Un ministro de Economía, en definitiva, es un director de orquesta.

Fortuna: ¿Había muchos directores en la orquesta?

Redrado: Yo diría que había muchos músicos, cada uno tocando una partitura distinta. Cuando uno toca la mejor música electrónica, el otro el mejor folklore, el otro la mejor música clásica, si todos tocan al mismo tiempo lo que sale es un gran ruido. Lo que se necesita es una política macroeconómica consistente que vaya mostrando mojones, balizar el camino. Que haya metas específicas plurianuales con objetivos trimestrales que muestren cómo los tres brazos de la política económica pueden convivir. No hay reemplazo para una política macro sustentable y sobre todo consistente. A mi juicio es la gran deuda que tiene este gobierno.

Fortuna: El presidente Macri reconoció que este año la inflación puede rondar el 30%. Pero todavía queda un largo camino en torno a la actualización de tarifas.

Redrado: Espero que haya también un cambio allí y que se trabaje con un concepto central que es la segmentación o el análisis de la capacidad de compra o la capacidad adquisitiva que tienen las distintas zonas urbanas donde se aplican esas tarifas. Para ser gráfico, es muy distinta la capacidad de pago de un ciudadano en Recoleta que la que tiene otro en Mataderos, Flores o Soldati. Hay que trabajar mucho más con las cuadrículas, hacer segmentación. Lo utilizamos en el sector privado cuando uno busca vender mejor, entonces hay que segmentar de acuerdo a la clase de consumidor al que apunta. Hay que ser específico en la capacidad adquisitiva, y esto no se ha hecho. Se suben las tarifas el 400% para todo el mundo en la Ciudad de Buenos Aires, y lo que digo es: reanalicemos porque sin dudas que las tarifas tienen que actualizarse, pero con criterio.

Fortuna: ¿Habrá una vuelta de tuerca en este tema a partir de la salida de Juan José Aranguren del Ministerio de Energía?

Redrado: Es deseable que la haya. Uno de los temas que Argentina tiene por delante es que tienen que cerrar las cuentas públicas. En la Carta de Intención al FMI hay un enfoque muy parcial sobre este caso. Está claro que el salario real de los trabajadores registrados, como el de los no registrados, va a sufrir una caída de entre el 3 y el 6% este año, con lo cual ser más precisos en torno a cómo se trabaja en el tema tarifas me parece central.

Fortuna: ¿Qué lectura hizo de la Carta de Intención enviada al Fondo Monetario?

Redrado: Es una Carta de Intención clásica. En esto no ha habido nada de lo que se ha dado en llamar un nuevo Fondo Monetario o un Fondo más bueno. Lo que vi es clásico: un ajuste fiscal y un ajuste cambiario que permita equilibrar dos problemas centrales de la economía argentina. Uno es que gastamos más de la cuenta en el sector público y el otro es que el país consume más dólares de los que produce. Me preocupa el margen de maniobra que pueda tener este Banco Central. Cuando uno lee el capítulo monetario y cambiario dice que el tipo de cambio tiene que ser absolutamente fijado por la oferta y la demanda. Esto puede funcionar en un mundo ideal, pero la Argentina está lejos de ser el mundo ideal. Defino este período de la economía argentina como un período que está en transición hacia un sendero de equilibrio, pero que todavía tiene una distorsión de precios realmente muy fuerte como para poder pensar que sólo la oferta y la demanda de divisas puede fijar el valor del tipo de cambio.

Fortuna: ¿Hay una idealización en torno a que el Banco Central debe tener un grado de independencia a semejanza de la Reserva Federal?

Redrado: Sin dudas. Creo y peleé por un Banco Central independiente, pero independencia no significa autismo. No significa estar mirándose el ombligo, sino tener independencia en los instrumentos. Es decir, que el presidente de la república no le pueda decir al presidente del Banco Central usted tiene que intervenir en tanto, que el dólar debe estar fijado en un precio o que la tasa de interés debe estar en determinado nivel. Está claro que un presidente de Banco Central debe tener un concepto de equilibrio general en la cabeza. No sólo tiene que mirar lo que pasa en su metro cuadrado, sino mirar también cómo impacta su política sobre el empleo y el crecimiento. En definitiva, sobre la sustentabilidad de la economía. Con lo cual allí tenemos un claro tema para trabajar. A partir de la carta le veo poco margen de maniobra al Central y a mí me gustaría tener un banco que maneje políticas anticíclicas. Que cuando el mercado sea muy vendedor, pueda comprar; y cuando el mercado está muy demandante, pueda llenar de liquidez las ventanillas para contener una corrida. Eso no lo hemos visto.

Fortuna: ¿Quedó maniatado el Central a partir del acuerdo con el FMI?

Redrado: Es evidente que hacia adelante no alcanza con la combinación de solamente tener un programa de ordenamiento fiscal muy ambicioso para el año que viene, sobre todo la reducción de 2,7 al 1,3% en el déficit primario, que es sin duda recesiva, como lo es la caída del salario real y tener una devaluación como la que tuvo la Argentina. Si nos quedamos con esto solo y no lo complementamos con un programa de crecimiento vamos a tener meses innecesariamente muy duros en la Argentina.

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Fortuna: ¿Sería un error fijar el precio del dólar?

Redrado: El mundo no se maneja más con tipo de cambio fijo, todos tenemos tipos de cambio flotante. Está claro que a veces son influenciados por ingresos de capitales golondrina cuando hay exceso de liquidez o anomalías a nivel internacional o local, pero lo que hay que evitar es el ingreso de capitales especulativos que puedan distorsionar la política monetaria. Uno de los errores, a mi juicio, fue que las Lebac fueron utilizadas de manera equivocada. Son un instrumento de regulación de la cantidad de pesos en la economía, no un instrumento especulativo para que lo compre un inversor del exterior. Eso se distorsionó y espero que hacia adelante seamos capaces de tomar medidas heterodoxas. En este tipo de cosas es en las que veo que hay un margen acotado de maniobra a partir de la carta de intención al FMI. El Fondo todavía tiene la dificultad conceptual de creer que es lo mismo tener un programa de estabilización en Malasia, Nueva Dheli o México. Como sabemos, las idiosincrasias son bien distintas. Argentina puede potenciar un programa de crecimiento económico y todavía eso no lo veo sobre la mesa.

Fortuna: ¿Es inteligente la idea de tomar u$s 7.500 millones del paquete del FMI y ofrecerlos en el mercado?

Redrado: Siempre ponerle un número es delicado porque lo que hace es que el mercado vaya pulseando. Si uno lo mira bien, u$s 7.500 millones no es un monto tan importante. El BCRA debe generar siempre el factor sorpresa, que va a hacer todo lo que sea necesario y más para poder revertir una corrida cambiaria. Ponerse un número puede ser contraproducente porque entonces el que está adelante lo que hace es medir .

Fortuna: ¿El salto cambiario alentará las exportaciones?

Redrado: Yo no creo que uno pueda basar una política exportadora solo en el tipo de cambio. Eso sería un error. Lo que está faltando además es un programa antiinflacionario. Hubo una devaluación del 50% y si esto se termina trasladando a precios es pan para hoy y hambre para mañana. Con el salto cambiario puede haber un alivio transitorio para los exportadores, sobre todo para el campo y otros rubros. A mi juicio falta una verdadera cruzada exportadora que movilice al sector público y al privado.

Fortuna: ¿El Gobierno no tiene esa muñeca para negociar?

Redrado: No veo esa política que busque movilizar al sector público y al privado donde haya negociaciones para lograr una complementación productiva. El resto tiene que ver con una política impositiva que beneficie al sector productivo. Desde  2005 las cantidades exportadas no crecen. Si vemos el cuello de botella que tenemos en el sector externo, eso se resuelve exportando más.

Fortuna: ¿Es viable para el Estado comenzar a desmontar el entramado impositivo sin correr el riesgo de desfinanciarse?

Redrado: La clave es comenzar a tener una base de tributación más amplia, es decir que más gente pague menos impuestos. En esto Argentina ha hecho poco, no hubo muchos avances en la administración tributaria. El sistema impositivo debe ser cambiado. No podemos pensar en el largo plazo una Argentina que tenga una carga fiscal de 45 puntos del producto.

Fortuna: ¿Qué impacto tendrá ser mercado Emergente?

Redrado: Está marcando que hay una Argentina demasiado financiera y poco productiva. Es bueno que ocurra, pero estamos con un esquema muy financiero de la política económica. Yo vengo del mercado de capitales y le doy la bienvenida a eso, y ojalá nuestro mercado sea más amplio y profundo, que nuevas empresas coticen, pero eso es una parte de la economía. El esquema económico que tenemos ha sido de mirar mucho por el cristal financiero y poco por el de la economía real.