Por Jeffrey Sachs* / El arresto de Meng Wanzhou, de la tecnológica china, por violar sanciones a Irán es una muestra más del enfrentamiento.
El arresto de Meng Wanzhou, directora financiera de Huawei, es una peligrosa jugada del gobierno del presidente Donald Trump en su creciente conflicto con China. Si (como supuestamente dijo Mark Twain) muchas veces la historia rima, nuestra era recuerda cada vez más al período anterior a 1914. Igual que las grandes potencias europeas de entonces, Estados Unidos, gobernado por una administración decidida a afirmar el dominio estadounidense sobre China, está empujando al mundo hacia un desastre.
El contexto del arresto es sumamente importante. Estados Unidos pidió a Canadá arrestar a Meng en el aeropuerto de Vancouver, donde se hallaba en ruta a México desde Hong Kong, y extraditarla a Estados Unidos. Esa jugada es casi una declaración de guerra de Estados Unidos contra la comunidad empresarial china. Casi sin precedentes, expone a los empresarios estadounidenses que viajan al extranjero a un riesgo mucho mayor de que otros países tomen con ellos medidas similares.
No es común que Estados Unidos arreste a altos directivos de empresas (estadounidenses o extranjeros) por delitos presuntamente cometidos por las compañías a las que pertenecen; sí lo es que sean arrestados por presuntos delitos personales (como malversación, soborno o violencia). Es verdad que los directivos deberían ser responsables (incluso penalmente) de las transgresiones de sus empresas, pero comenzar esta práctica con una importante empresaria china, en vez de empezar con los numerosos directores ejecutivos y financieros estadounidenses culpables de actos de esa naturaleza, es una sorprendente provocación contra el gobierno, la comunidad empresarial y el pueblo de China.
A Meng se la acusa de violar las sanciones estadounidenses a Irán. Pero hay que analizar su arresto en el contexto de las numerosas empresas que han violado sanciones de Washington contra Irán y otros países. Por ejemplo, en 2011, JP Morgan Chase pagó u$s 88,3 millones en multas por violar sanciones de EE.UU. contra Cuba, Irán y Sudán. Pero no hubo arrestos.
En vista de este historial, el arresto de Meng constituye un sorprendente desvío respecto de lo habitual. Sí, que los directores ejecutivos y financieros rindan cuentas, pero empecemos por casa, para evitar la hipocresía, la conducta interesada disfrazada de altos principios y el riesgo de incitar un nuevo conflicto global.
Es bastante evidente que la acción estadounidense contra Meng es en realidad parte de un intento más amplio de la administración Trump de debilitar la economía china, apelando para ello a aranceles, cierre de mercados occidentales a las exportaciones chinas de alta tecnología y a evitar la compra china de empresas tecnológicas estadounidenses y europeas. No sería exagerado decir que es parte de una guerra económica contra China. Huawei es una de las empresas tecnológicas más importantes de China, lo que la convierte en uno de los blancos principales del intento de la administración Trump de frenar o detener el avance de China en varios sectores de alta tecnología. Las motivaciones de Estados Unidos en esta guerra económica son en parte comerciales (proteger y favorecer a empresas estadounidenses rezagadas) y en parte geopolíticas. No tienen nada que ver con la defensa de la legalidad internacional.
Estados Unidos ha puesto a Huawei en la mira sobre todo por el éxito de la empresa en la comercialización mundial de tecnologías 5G de avanzada; afirma que plantea un riesgo de seguridad concreto porque tiene herramientas de espionaje ocultas en su hardware y software. Pero el gobierno estadounidense no ha dado pruebas que sustenten esta afirmación.
Cuando las normas del comercio internacional obstaculizan las tácticas mafiosas de Trump, entonces según él son las normas las que tienen que cambiar. Es lo que admitió el secretario de Estado Mike Pompeo en Bruselas la semana pasada, cuando declaró: “Nuestra administración está abandonando o renegociando legalmente tratados, acuerdos comerciales y otros esquemas internacionales desactualizados o perjudiciales que no sirven a nuestros intereses soberanos o a los intereses de nuestros aliados”. El inédito arresto de Meng es incluso más provocador porque se basa en sanciones extraterritoriales de los Estados Unidos. Así, la administración Trump, no Huawei ni China, es la mayor amenaza actual a la legalidad internacional y con ella a la paz mundial.
*Profesor de Columbia University.
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