Los límites de la ortodoxia

Por Ceferino Reato / Los compromisos asumidos con el FMI no deben implicar el cierre de una fábrica para cumplirlos.

Redacción Fortuna

En la nota de tapa de esta edición, el empresario Cristiano Rattazzi afirma que hay una emergencia que atender y que el gobierno “tiene el mejor auditor del mundo, que es el FMI”, pero que no es correcto que cierren fábricas competitivas en virtud de decisiones oficiales vinculadas al acuerdo suscripto con el ese organismo.

Rattazzi tiene la virtud de decir a los medios las cosas que piensa. Sin importar quién esté a cargo del gobierno ni cuál sea el clima de la opinión pública. Criticó al kirchnerismo cuando pocos se atrevían a hacerlo en voz alta y cuestiona algunas medidas del gobierno de Mauricio Macri a pesar de que apoya el rumbo elegido por el Presidente y varias de sus decisiones puntuales.

Por eso, agrega que “está preocupado por su sector, pero no tanto por el país porque el camino elegido es el correcto. El gobierno hizo muchos cambios importantes, pero todavía falta”, señaló Rattazzi, quien sorprendió en 2015 al ser fiscal de mesa en representación de Cambiemos tanto en primera como en segunda vuelta.

Además, coloca la situación en su contexto al señalar que, si bien la industria automotriz la está pasando mal por la caída en las ventas, tampoco es la situación de 2002.

Sin embargo, el problema está en los límites de la ortodoxia. Macri utilizó sus primeros dos años y medio de gobierno para implementar una política “gradualista”, que consistió, básicamente, en financiar el déficit fiscal heredado ya no con la emisión de dinero sino con deuda externa. Eso no terminó bien y el FMI acudió en auxilio a la Argentina y ahora hay que cumplir los compromisos asumidos. Pero, hay límites, como señala Rattazzi. Su compañía, por ejemplo tuvo que cerrar la fábrica de cajas de cambio localizada en Córdoba.

Precisamente, uno de los logros de este gobierno fue la nueva Ley de Autopartes, que sí atrajo inversiones, pero las retenciones a las exportaciones industriales castigan más a los vehículos que utilizan un mayor componente nacional, que son los que pagan los 4 pesos por dólar. Las piezas importadas no pagan porque han sido compradas con ese fin.

La cámara que nuclea a los autopartistas ya hizo reclamos a distintos funcionarios, que entienden el problema pero admiten que no pueden hacer nada ante las necesidades fiscales para cumplir las metas con el FMI.

Todo bien, pero cerrar una fábrica debería ser un límite para ese tipo de medidas. No es el único sector competitivo que las está sufriendo, como vemos a diario.

Y el hecho de que el Fondo haya autorizado más dinero para los planes sociales tampoco es ninguna solución porque los que se están perdiendo son trabajos calificados, es decir trabajos de verdad.