Paul Krugman y la misma historia argentina

Por Ceferino Reato / El autor de la nota habla del Nóbel de Economía, y de su análisis sobre el eterno problema argentino: el gasto público.

Redacción Fortuna

A esta altura del partido o, más concretamente, luego de tantas crisis parecidas, la verdad es una sola más allá de la tan extendida costumbre argentina de encontrar culpables fuera de nosotros mismos: la debacle actual se debe a un gasto público excesivo o, lo que es lo mismo pero puede sonar mejor, a nuestra falta de capacidad para generar recursos que permitan afrontarlo de manera sustentable.

Paul Krugman, Premio Nobel de Economía en 2008, disparó una serie de tweets en un intento de “entender el lío” en nuestro país. Me interesa Krugman porque es un habitual crítico de las políticas ortodoxas, “neoliberales”; es lo que se diría un progresista o un liberal a la estadounidense.

“Lo que es sorprendente —afirmó— para aquellos de nosotros que hemos pasado mucho tiempo analizando estas crisis es que esto es increíblemente cercano al guión de 1998-2001; sin ley de Convertibilidad, pero con errores de política similares, y una habilitación similar de esos errores por parte del FMI”.

Este economista partió de la herencia recibida por Macri, en especial los déficits gemelos, frente a la cual la “respuesta de libro de texto” consistía en un ajuste fiscal combinado con una devaluación para que la mejora en las exportaciones permitiera compensar la caída de la demanda interna.

“Pero, Macri —sostuvo— no pudo o no quiso morder la bala; no estaba dispuesto a soportar el rechazo de los grandes recortes presupuestarios. Y tampoco, a permitir una rápida depreciación del peso, tanto por el impacto inflacionario en un país con historial de inflación como por la deuda en dólares. En cambio, recurrió a más préstamos extranjeros”. En esa luna de miel con los mercados, el gobierno argentino cometió un error básico en la gestión de la deuda: pidió demasiado dinero en muy poco tiempo, con lo cual no hizo más que “cavar un pozo más profundo”.

Luego, la historia es más conocida, pero conviene repasarla según la visión de Krugman, quien señaló que, cuando terminó la luna de miel con los mercados, el FMI acudió con un auxilio masivo. Y agregó que “los últimos intentos desesperados por estabilizar la situación incluyeron aumentos drásticos de las tasas de interés y austeridad de último minuto”, que provocaron un creciente malestar en la mayoría de la población, que tuvo su expresión en las elecciones internas.

Habitual crítico del FMI, Krugman cerró su hilo en Twitter con una crítica a Christine Lagarde. Si Cristina Kirchner financió ese gasto excesivo con emisión, Macri lo hizo con deuda externa. El problema es el mismo: cómo afrontar el gasto excesivo. Pues hemos llegado a una instancia en que ninguno de esos dos caminos parece posible; tampoco otras salidas como un default inamistoso, una inflación que licúe el gasto, alguna commodity salvadora o un milagro tipo Vaca Muerta (está ahí, pero requiere una fortísima inversión). El éxito del próximo gobierno se juega en la solución a este ya viejo problema nacional.