Símbolo del dinero digital subió más de 11.000% en meses. Para qué sirve y cómo acceder a ella.
Por Franco Amati (*)
Hasta inicios del siglo XX, en la Micronesia, los nativos de la isla de Yap ejercían el comercio intercambiando discos circulares de piedra caliza. Estas piedras, denominadas rai y oriundas de las islas de Palaos, eran escasas para los habitantes de Yap, y su única función consistía en ser moneda (no tenían una utilidad industrial, otro uso particular o valor decorativo). Bajo este sistema, que nació de común acuerdo entre los habitantes, se sospecha que se valieron por siglos.
A grandes rasgos, debido a su escasez y uso exclusivo para intercambios, la mayoría de las monedas digitales pueden ser un equivalente moderno de las piedras rai. Bitcoin, la primera y la más popular de estas alternativas de código abierto, tuvo su origen hace ya casi cinco años de la mano de quien se hacía llamar Satoshi Nakamoto, pero cuya identidad real se desconoce.
Pese a tener un creador, la moneda no es administrada ni por Nakamoto, ni por ningún gobierno o empresa. Bitcoin, por el contrario, funciona mediante una red de pares, donde los usuarios de manera descentralizada comparten una base de datos distribuida que audita criptográficamente y registra, a manera de libro contable, quién es el tenedor actual de cada moneda.
Las ventajas de este tipo de herramientas son muchas. Para empezar, es la primera vez en la historia que es posible transferir valor a cualquier lugar del mundo, de manera casi instantánea, sin intermediarios, con costos ínfimos, y sin suministrar nuestros datos personales. Podríamos decir que así como el email simplificó el envío de correspondencia, de similar forma las monedas digitales pueden alterar positivamente el envío de dinero.
Con Bitcoin no existen engorrosas y costosas transferencias internacionales (SWIFT) al pagar por un servicio en el exterior, no existen días inhábiles u horarios de cierre para abonar electrónicamente una deuda, no existen grandes comisiones, cupos, confiscaciones o pérdida de privacidad en el envío de remesas (Western Union) o en los procesadores de pagos (Paypal), ni tampoco es necesaria bancarización alguna para que una persona necesitada pueda recibir donaciones de cualquier parte del mundo.
Sobre sus aspectos monetarios, además de ser fungible, divisible, portátil, durable y escaso, Bitcoin propone un sistema de normas claras y predefinidas, bajo el cual no existen privilegiados que puedan alterar las reglas para su conveniencia, y donde la emisión monetaria esta pautada de antemano para que nunca existan más de 21 millones de unidades (divisibles en 8 decimales).
Ignorando los miles de años de historia que los diferencian, podríamos comparar a Bitcoin con el oro, cuyo valor actual se debe apenas en una reducida parte a su uso industrial o en joyería, y al cual en cambio valoramos porque confiamos en que otros en el futuro nos lo aceptarán como bien de intercambio.
En este sentido, las monedas digitales también han comenzado a ser utilizadas como refugio ante la inflación. Si bien cuentan con una alta volatilidad propia de la incertidumbre de lo nuevo y de un mercado aún pequeño, la transparencia y previsibilidad sobre su circulante, situación que en general no se replica en los bancos centrales del mundo, han permitido que algunos usuales ahorristas del oro se diversifiquen considerando a esta nueva alternativa. De similar forma, el aumento de su demanda, junto a expectativa futura sobre su crecimiento, atrae a inversionistas que esperan que la ley de la oferta y la demanda les permita obtener una utilidad.
Argentina no es ajena a Bitcoin. La comunidad usuaria de Bitcoin en el país es superior a la del resto de los países latinoamericanos, y este 7 y 8 de diciembre se celebra en Buenos Aires LaBITconf , primer conferencia Bitcoin de Latinoamérica, con más de 25 oradores internacionales, líderes y referentes del sector.
Ser moneda internacional, la obsolescencia del sistema bancario actual, o la desnacionalización del dinero a la que apuntaba el Premio Nobel de Economía Friedrich Hayek, son metas muy lejanas que pueden o no ser alcanzadas. No obstante, Bitcoin está siendo una herramienta útil para muchas personas que difícilmente quieran volver a la situación anterior, o que en ciertos casos tengan modelos de negocio que directamente son imposibles sin la existencia de monedas digitales.
Podemos debatir entonces si Bitcoin u otras alternativas similares serán herramientas masivas o de nicho; pero, más allá de una alta o baja popularidad, probablemente hayan llegado para quedarse.
(*) Especial para Fortuna.
Twitter: @franamati