Divorcios retroactivos y crisis de testaferros, intimidades del proceso

Por Jairo Straccia | Abogados y contadores guardan bajo siete llaves las anécdotas más jugosas en torno al blanqueo de capitales que puso en marcha el Gobierno.

Redacción Fortuna

Abogados y contadores guardan bajo siete llaves las anécdotas más jugosas en torno al blanqueo de capitales que puso en marcha el Gobierno. Aquí, un racconto de los fenómenos más jugosos y menos pensados que se están dando en las casas de todos los que tenían fondos en negro y piensan en blanquearlos:

Crisis de testaferros. “El blanqueo es una norma muy generosa, y en el artículo 38 establece los mecanismos para que los testaferros disuelvan su vínculo con los titulares del capital una vez que se produzca la exteriorización”, explica un importante tributarista que asesora interesados de peso. “Hay un montón de testaferros desempleados”, grafica por otra parte un abogado también top, que igual aclara: “Los testaferros saben que tienen un mandato por un tiempo y les pagan muy bien por ello”.

Divorcios retroactivos. Los funcionarios y ex funcionarios no pueden sumarse al blanqueo. “Por eso se están dando casos de separaciones matrimoniales de mutuo consentimiento con efecto retroactivo a antes del 22 de junio, fecha de corte para fijar los bienes a blanquear, lo que le permite al cónyuge ahora divorciado, entrar al programa de exteriorización”, explica, aunque parezca increíble, un contador de renombre.

Riesgo ex. “Los ex son peor que la AFIP”, resume un contador de trinchera. Resumen: si alguien se divorció y había ocultado bienes que ahora blanquea, puede perder una parte importante si se lo reclama su ex, que le saldrá más caro que una multa de la AFIP. Sólo puede zafar si se cumple el plazo de prescripción, que suele ser corto.

Crisis familiares. Hay gente que debe revelar tras décadas que tenía fondos en el exterior y nadie lo sabía. Además, cuando se blanquea para beneficiar a los hijos, y alguno está casado, los fondos se transforman en bienes gananciales y una porción será para yernos y nueras. “Si no, hay que blanquear y luego donar, y así es propio para los hijos”, dice otro contador, siempre en el anonimato. Luego será cuestión de explicarlo en la cena de Navidad.

Nota publicada en la edición impresa del Diario PERFIL.