La ortodoxia y la heterodoxia juzgan el primer año de Macri

Por Jairo Straccia. Broda y Frenkel analizan, desde distintas ópticas, las decisiones y los resultados de Cambiemos: elogios al arreglo buitre y críticas a la deuda y al rojo fiscal. Rebote débil en el 2017.

Redacción Fortuna

MIGUEL ANGEL BRODA

“Prat-Gay prende la calefacción y Sturzenegger, el aire acondicionado”

—Usted fue muy crítico del gobierno de CFK. ¿Hoy estamos mejor?

—Mejor en términos de resultados no estamos. La economía cae este año 2,5% y la inflación diciembre contra diciembre da 40%. Estamos mejor en términos de que se han corregido muchos desbalances y distorsiones que dejó la anterior administración, que dejó un campo minado. Esas mejoras para hacer de la Argentina un país normal generaron una recesión y un aumento de la inflación. Probablemente, la recesión sea un poco mayor de lo que se esperaba. La Argentina está tocando fondo este trimestre, pero éste ha sido un año malo.

—¿Se descontaba que sería así por el ajuste?

—Ajuste fiscal no ha habido. A partir de mayo, entramos en una política fiscal muy expansiva, que está acelerándose. El incremento del déficit fiscal del primer año de Macri es similar al incremento promedio del déficit fiscal del segundo gobierno del Cristina Fernández de Kirchner. Ha habido sustitución de fuentes de financiamiento y cambios en términos de gasto.

—Si llega, ¿la recuperación se sostendrá en el tiempo?

—La Argentina va a tener cuatro o cinco trimestres de mejora, pero que enganche con una tasa de crecimiento de largo plazo es todavía una gran cuestión porque el Gobierno no ha hecho nada de reformas estructurales. Si usted ve al presidente Macri como el punto de inflexión de la decadencia de Argentina, se va a sentir frustrado. Si usted lo ve como un presidente que intenta sacar a la Argentina de la anormalidad, claramente estamos muchísimo mejor que si hubiera perdido Macri.

—¿El Gobierno cambió a una estrategia proconsumo?

—Es un gobierno no peronista, que no tiene mayoría y tiene el síndrome de lo que les pasó a los gobiernos no peronistas. Tiene una subordinación de la economía a la política. Y la política dice: “Tenemos que ganar la elección de medio período”. Y el argumento que se usa es que no se pueden hacer cosas que tengan costo político. Intentando ganar el 2017, se puede llegar a perder el 2019. Para atraer inversión a la Argentina, hay que mirar lo que frena la inversión.

—¿Cómo qué?

—Hay que bajar la incertidumbre: bajar el gasto público, eliminar impuestos distorsivos, bajar la rigidez del mercado laboral, todas ésas son cosas que el ala política que asesora al Presidente dice “son costos políticos”, que no podemos darnos el lujo de pagar. Tiene que hacer algo en 2017 porque si no en 2018 vamos a estar pensando en la elección de 2019.

—Tal vez la sociedad argentina no quiere las reformas estructurales que usted menciona.

—Mientras la decisión del oficialismo sea no explicitar nada que tenga un costo político, la sociedad está acostumbrada a un gran Estado.

—¿Y Macri qué es?

—Macri tiene una agenda normalizadora. Y lo veo un poco adelante de su equipo. Tiene que cambiar la forma de ganar guita en la Argentina. Lo veo con buenas intenciones. Mi lectura de su gabinete es que no está a la altura de querer cambiar la forma de ganar guita en la Argentina.

—Hay quienes ven un crecimiento de 3% o 4% el año que viene pero estancamiento en 2018.

—Primero, creo que en 2017 vamos a crecer menos de 3% o 4%. Hay cosas a favor, como el campo y que Brasil deja de caer, pero hay un mix de política económica por el que, con la política fiscal, Prat-Gay prende la calefacción, y con la monetaria, Sturzenegger, el aire acondicionado. Por eso, posiblemente tengamos conflictos entre la política fiscal y la política monetaria. Igual, creo que vamos a crecer, poco, también en 2018 y 2019. Pero si no hacemos cosas importantes, puede haber una decepción en la mirada sobre el Presidente.

—¿Es viable una inflación de 17% para 2017?

—No. Nadie sabe cuánto van a ser los ajustes paritarios. No está mal intentar acercar el bochín a la meta, pero va a ser muy difícil: nuestro pronóstico es que diciembre a diciembre esté entre 21% y 22%.

—¿El BCRA pierde credibilidad?

—Probablemente yo no hubiera bajado las tasas de interés esta última semana, porque las tasas esperadas de inflación no están convergiendo hacia lo que desea el Banco Central. La verdad es que la inflación de noviembre no ha sido baja.

—¿Hay interés por invertir en la Argentina?

—Sí, suena el teléfono. Nadie se está apurando. Hay inversiones interesantes en agricultura, en logística. Pero la verdad es que no han llovido inversiones.

—¿Esa es la visión del empresariado en general?

—Una de las cosas más negativas de este gobierno es que el empresariado no piensa que haya cambiado el régimen a un gobierno más promercado. Ese es un problema serio. Porque, sin confianza de que se cambió el rumbo de ir hacia Venezuela, es muy difícil que crezca sustancialmente la inversión.

—¿Ve cumplible la meta del déficit?

—Creo que será un poco superior. Pero el sector privado espera una meta de reducción de déficit fiscal en el tiempo. La confianza del exterior necesita ser alimentada con hechos; si no, va disminuyendo.

—¿Qué pasa si el mundo nos deja de prestar?

—La Argentina debería ir a un préstamo contingente con el Fondo como tienen Colombia y México, por las dudas de que el mundo entre en crisis y haya una salida de capitales muy rápida.

—¿Cuánto le preocupa que el dólar suba menos que la inflación?

—Tenemos un problema de atraso cambiario, exclusivamente producido por el mix de política macro que hemos elegido, de necesidades de financiamiento creciente con dólares. Ahora, es tipo de cambio flotante y por lo tanto la sociedad puede encontrar en algún momento que este dólar es barato. El promedio de los últimos sesenta años es 20, y estamos en 16.

—¿Cómo ve la conducción económica colegiada?

—Dos cosas se hicieron mal: una, no explicitar la gravedad de la herencia; y a mi juicio se hizo mal el organigrama de 22 ministerios. De lo primero, probablemente el Presidente se ha arrepentido. De lo segundo, no. Es su concepción coordinar los ministerios de económicas él. Es el síndrome de ministros fuertes, y el Presidente no quiere. Por eso tenemos estos ravioles de McKinsey.

“Dólar a 10” y reformas estructurales

“Alguna vez en una carrera me lo gritaron”, dice Miguel Angel Broda, economista de 73 años y un poco el padre de la consultoría económica en la Argentina, en cuyo estudio se formaron varios de los analistas que hoy expresan la mirada más ortodoxa en los medios de comunicación. En la salida de la convertibilidad quedó en el recuerdo su pronóstico de que el tipo de cambio podría saltar a $ 10. “Ese dólar salió de un pronóstico a fin de año que hicimos en un escenario con 10% de posibiliddes”, asegura. “Me molestó más el hecho de que la gente creyera que soy un fanático del mercado que eso, pero daño me hizo sobre todo con la gente común. Y la evidente mala fe del diario Página/12, que nunca aclaró que era un escenario con 10% de posibilidades”, señala en su despacho del barrio de Palermo, desde el que sigue impulsando su ideario basado en “reformas estructurales” que hace “todo el mundo” para crecer sostenidamente.

ROBERTO FRENKEL

“El déficit es mayor al de CFK y se financia con deuda”

—Cambiemos cumple un año. La economía no rebota. ¿Por qué?

—El diagnóstico estaba mal de entrada. Que los precios ya estaban con el dólar paralelo y por ende no iba a haber efecto inflacionario, ¿de dónde lo sacaron? Después, esta idea de que, si vos controlás la base monetaria, a los seis meses tenés la inflación convergiendo a la tasa de crecimiento de la base monetaria: ¿de dónde la sacaron? Tenés que tener mucho cuidado con lo que decís, porque toda esa política está basada en la credibilidad del Banco Central. Como ibas a tener una drástica baja de la inflación, y habías devaluado y arreglado con los holdouts, ibas a tener un boom de inversiones. Nada de eso ocurrió porque no podía ocurrir.

—Ahora parece haber un mayor impulso al consumo.

—El Gobierno cambió el diagnóstico. No pasó lo que creían que iba a pasar y se dan cuenta de que están cada vez peor en materia de perspectivas políticas. Hay elecciones el año que viene, y hay un razonamiento transparente para todo el mundo, que es que si pierden el año que viene están muertos. Hay que ganar las elecciones del año que viene, después veremos. Mientras tanto, empujemos. Y se apela a una situación de “no intervengo” en el mercado cambiario que tiende a apreciar el tipo de cambio real.

—¿Por qué?

—Vos tenés un gobierno con un déficit incluso mayor que el último del kirchnerismo, con una composición distinta: el punto que les sacamos a tarifas lo pusimos en jubilaciones y gasto social, y lo financiamos con deuda externa. Obviamente, hay una oferta de dólares excedentaria a la demanda. Alto déficit con financiamiento externo te aprecia el tipo de cambio. El atraso cambiario no es sostenible los cuatro años. Y no es sostenible porque no te permite eliminar el cepo a las importaciones. Si vos no eliminás el cepo a las importaciones y hacés una economía un poco más abierta, seguimos con precios más altos porque no somos nada competitivos. Hay un sector de la industria, entonces, que si no le regulás las importaciones cierra. ¿Quién va a invertir? No zafamos todavía de la situación semivenezolana en la que estábamos.

—¿Por qué lo dice?

—Tenemos control de importaciones. No zafamos. Mirá los precios de las cosas que se venden. Mirá las colas para ir a Chile. No zafamos porque se volvió a reeditar el atraso cambiario. Tenemos atraso cambiario desde 2010.

—¿No ve más inversión?

—Tenés la inversión del campo, que ya está, toman decisiones, compran vehículos. Tenemos obra pública que se están matando para ponerla en marcha, y seguramente habrá alguna inversión en servicios con mercado cautivo, pero todo eso da poco empleo, salvo la obra pública. Pero no da para crecer mucho. No mueve el amperímetro. Está todo el mundo esperando y la economía está planchada.

—El Gobierno tiene como meta reactivar antes de las elecciones.

—¿Cuál es la idea que tienen muchos después? Ganamos o zafamos de la elección de 2017 y después empezamos de nuevo. No, no empezás de nuevo. No te despertás en el mismo lugar. Tenés más deuda en dólares y cuando devaluás, el ratio deuda/PBI te pega un salto bárbaro. Le meten bomba al consumo anclando la inflación con un tipo de cambio apreciado. ¿Qué es lo que baja la inflación? La política del BCRA pero vía el tipo de cambio.

—¿Se sentirá en la calle la reactivación?

—No sé cuánta reactivación habrá. Vamos a terminar el año en recesión. Para recuperar 2% en promedio, tenés que crecer al 4%. Una tasa del 2% promedio se siente poco. Vamos a recuperar el nivel de actividad de 2015, y no era una fiesta. Pensá que así perdió las elecciones el anterior gobierno. Pero además es insostenible. En algún momento algún ajuste tenés que hacer porque, además, en algún momento te dejan de prestar. Vale la pena leer el último informe del Fondo Monetario Internacional, el de la revisión del artículo IV.

—¿Ir al Fondo es una opción?

—Después de leer el informe del FMI, ¡firmá con el Fondo! No son de mi gusto, no son de mi palo. Pero si el tipo de cambio se atrasa, tenés flotación, reservas que no son del otro mundo, con déficit fiscal más el cuasifiscal, el mercado te mira, te presta a tasa alta y en esas condiciones podés tener, como dicen los del Fondo, una crisis cambiaria, una disparada del dólar que provocaría una gran devaluación, que te tira abajo las expectativas inflacionarias y la credibilidad del Banco Central.

—¿Cuál es el mayor desafío?

—Más allá de todas las macanas que se mandó este gobierno, el kirchnerismo dejó una situación de por sí insostenible. La sociedad no deja hacer el ajuste. Estamos en una situación endemoniada, donde vas a tomar deuda externa para subsidiar colectivos.

—¿En 2018 sigue el crecimiento o la economía caerá?

—Estamos en el serrucho que empezó Kicillof. Si no construís un gobierno con más poder, no podés arreglar esto. La sociedad no te deja, no hay afecto societatis. Tenés que bajar el salario en dólares. Es imprescindible. No puede crecer la economía así.

—O sea que pasadas las elecciones, en su visión, o se devalúa y se vuelve al traspaso a precios, o se mantiene la situación actual de atraso cambiario…

—Y como diría Lavagna, corrés el riesgo de colapso, que es una palabra fuerte. Pero es una estrategia altamente riesgosa. Seguís en tránsito.

—¿El Gobierno es derecha ajustadora o kirchnerismo de buenos modales?

—Los dos tienen algo de razón. Son gente pragmática, equivocada desde el punto de vista económico, aunque ahora entienden un poco más… Y además, no los dejan hacer el ajuste.

—¿Faltó un ministro fuerte?

—No podés tener 25 tipos a cargo de la economía. Los errores son producto de que uno piensa una cosa y otro, otra.

Apoyo a Néstor y tipo de cambio alto

“El modelo de Lavagna, que Néstor heredó hasta que ganó las elecciones y lo echó, funcionaba bien porque hubo un ajuste brutal del tipo de cambio, con un 25% de desempleo que ya tenías, un pass through pequeño. Hubo cero de inflación en 2003. Ahí empezó otro bicho, que es este que tenemos”. Así describe Roberto Frenkel, economista de 73 años y uno de los referentes de la heterodoxia en la Argentina lo que fue el primer gobierno del kirchnerismo. Partidario de un “dólar recontraalto” que proteja el valor agregado de la economía, asegura que ahí está hoy el mayor talón de Aquiles de la gestión de Mauricio Macri: que se mantiene el mismo atraso cambiario (el dólar sube menos que la inflación) que hubo en los últimos cinco años de Cristina Kirchner. Junto a referentes como Eduardo Curia, expresaron la teorización del primer tramo del kirchnerismo, hasta la intervención al Indec, cuando dijeron basta, “y pasamos a estar enfrente”.

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