Por Ceferino Reato / Las reformas en el sistema de jubilaciones y en seguridad de Bolsonaro pueden marcar la tendencia que tome la región.
Fue el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, quien a principios de los 70 hizo un diagnóstico corto y contundente de la relevancia regional de Brasil que conviene siempre tener en cuenta: “Hacia donde vaya Brasil, irá América latina”. No es que la frase exprese una verdad ineludible y seguramente habría que circunscribir la relevancia regional a América del Sur, pero la magnitud política, económica y social de nuestros vecinos explica su influencia en los asuntos de la Argentina y de otros países del barrio.
Influencia que puede tomar formas diversas pero que, de todos modos, se siente. ¿Ocurrirá eso con la reforma al sistema de jubilaciones y pensiones que acaba de presentar en el Congreso el nuevo presidente de Brasil, el capitán del Ejército retirado y ex diputado Jair Bolsonaro? ¿Y con el otro proyecto estrella de ese gobierno, el paquete de leyes contra el crimen organizado, que incluye una interpretación mucho más benigna de las muertes por exceso en el uso de armas por parte de las fuerzas de seguridad?
Veamos el primer proyecto, que tiene un claro objetivo económico, que es atacar el déficit que provoca el sistema previsional tal como ha sido concebido, varias décadas atrás. El problema se da también en muchos otros países: la gente, afortunadamente, vive muchos más años y el dinero que aportan los trabajadores activos ya no alcanza para cubrir al conjunto de jubilaciones y pensiones. Además, los esquemas actuales benefician claramente a algunos grupos laborales en detrimento de otros; en este aspecto, Brasil es un claro ejemplo, en especial en el alto escalón del empleo público.
La reforma previsional de Bolsonaro ya está en el Congreso, donde se espera un arduo debate porque, si bien elimina una serie de “privilegios”, exige sacrificios a prácticamente todos los contribuyentes, que, en general, deberán trabajar más años y aportar más dinero para ganar menos cuando se jubilen. Pero esa característica “abrangente” (de amplio alcance) le da legitimidad; la necesidad ya la tiene: existe consenso en que es necesario recortar ese déficit para que el país vuelva a crecer de manera sustentable.
¿Y acá cómo estamos? El problema es el mismo, pero el gobierno no ha presentado ninguna propuesta de reforma y probablemente ya no podrá hacerlo, por lo menos en este mandato. Una de las promesas del presidente Mauricio Macri a miembros del llamado “círculo rojo” es que ya no habrá lugar para ningún gradualismo y empujará esa reforma en los primeros meses de su segundo mandato, si resulta electo. Junto con otras reformas, como la impositiva. Habrá que ver cómo le va, antes, a Bolsonaro y su reforma.