Las reformas necesarias del próximo gobierno

Por Ceferino Reato / Los cambios "populistas" de este Gobierno para bajar la inflación y aumentar el consumo son más de lo mismo. Una década perdida que necesita cambios.

Redacción Fortuna

Mientras el presidente Mauricio Macri se concentra en sus urgencias electorales y deja para un eventual segundo mandato el legado de reformas que muchos esperaban ya para esta gestión, los cambios estructurales en materia fiscal, previsional, educativa y laboral continúan siendo el camino para que la Argentina deje atrás esta década perdida, es decir abandone este estado de estancamiento económico con inflación y crecimiento de la pobreza que nos aleja de los países donde mejor se vive, como ilustra la nota de tapa de Fortuna.

Se trata de una década, es decir comenzó durante el cristinismo; curiosamente, los fríos números de la economía no reflejan grietas: tanto Cristina Kirchner (en especial, en su segundo mandato) como Macri exhiben números mediocres.

Hablar de reformas estructurales en momento de Precios Esenciales o Precios Recontra Cuidados parece un sinsentido y, sin embargo, nada tiene más sentido que insistir en que estos espejismos —similares a los del kirchnerismo— pueden servir para ganar elecciones, pero no tienen ninguna utilidad si el objetivo es terminar con tanto atraso y con tanta frustración. ¡Qué bueno sería solucionar la inflación y, por lo tanto, elevar automáticamente el nivel de vida de la gente, a través de un mero acuerdo de precios! ¡Es tan fácil que asombra que otros países no hayan hecho lo mismo!

En realidad, nosotros mismos lo hemos intentado ya varias veces. Por ejemplo, hace pocos años cuando, con el argumento de cuidar la mesa de los argentinos, se nos ocurrieron las retenciones al trigo y las trabas a las exportaciones de ese cereal. Es cierto que los precios de la harina y del pan permanecieron muy accesibles para todos, pero al costo de reducir drásticamente la cantidad de hectáreas sembradas en favor de la soja y de perder mercados poco menos que cautivos. Lo mismo puede decir del congelamiento de las tarifas de los servicios públicos.

Hay tantos ejemplos negativos que, a esta altura, algo deberíamos haber aprendido, aunque es posible que los repetidos fracasos del actual gobierno en el control de la inflación y la disminución de la pobreza nos mantengan en una situación tan vulnerable que muchos piensen —y sostengan en los medios de comunicación— que algo así había que hacer.

En fin, se verá qué efecto electoral tendrán estas medidas en las que el propio Presidente no parece creer demasiado. Lo más seguro es que, gane quien gane las elecciones presidenciales, la necesidad de las reformas reaparezca apenas se disipen los festejos de ocasión.