Cuestionan el poder de las gigantes tecnológicas

Por Kenneth Rogoff* / La senadora estadounidense Warren propone reformular la permisiva política de fusiones y adquisiciones estadounidenses.

Redacción Fortuna

Haciendo muestra de un grado de coraje y claridad innegable, la senadora y precandidata presidencial estadounidense Elizabeth Warren ha puesto en la mira a las grandes tecnológicas, incluidas Facebook, Google, Amazon y Apple. La propuestas de Warren suponen una reformulación total de la excepcionalmente permisiva política de fusiones y adquisiciones estadounidenses de las últimas cuatro décadas.

En realidad, las grandes tecnológicas son solo el ejemplo más visible de un significativo aumento del poder monopólico y oligopólico en una amplia variedad de sectores de la economía estadounidense. Aunque todavía no está nada claro cuál sería la mejor respuesta, coincido totalmente en la necesidad de hacer algo, especialmente en lo referido a la capacidad de las grandes tecnológicas para comprar a potenciales competidores y usar su poder de plataforma para ingresar a otras líneas de negocios.

Lo valiente de la propuesta de Warren radica en que las grandes tecnológicas son importantes donantes a las campañas de la mayoría de los principales precandidatos demócratas, en particular los progresistas, que siempre pueden conseguir financiación en California. Y aunque sin duda se podrían plantear objeciones, Warren no es la única que piensa que las gigantes tecnológicas adquirieron un dominio de mercado excesivo; de hecho, es una de las pocas cuestiones en las que parece haber algo similar a un consenso en Washington.

Y, con la posible excepción de China, es un problema global, porque en muchos casos los monopolios tecnológicos estadounidenses llegaron a dominar el mercado antes de que los reguladores y políticos locales se dieran cuenta de lo que sucedía. La Unión Europea, en particular, viene tratando de trazar un rumbo propio en materia de regulación de las empresas tecnológicas.

Si la idea de regular más estrictamente el sector tecnológico cobra vuelo, habrá problemas similares para dotar de personal a las oficinas de regulación y a las divisiones jurídicas antitrust. El éxito demandará una dirigencia política concentrada, decidida e incorruptible. Basta recordar la crisis financiera de 2.008 y sus penosas consecuencias para comprender lo que puede suceder cuando un sector obtiene demasiada influencia política. Y el riesgo que plantean las grandes tecnológicas a la economía estadounidense e internacional es tanto o más que el del sector financiero, por la posibilidad de ciberagresiones y vulnerabilidades en las redes sociales que puedan pervertir el debate político.

Por ahora, las ideas para la regulación de las grandes tecnológicas son solo bocetos, y sin duda hacen falta análisis más serios. Estados Unidos necesita imperiosamente una discusión abierta e informada, libre de dinero de los grupos de presión. El debate al que Warren se sumó no es acerca de instituir el socialismo, sino de volver la competencia capitalista más justa y, en definitiva, más fuerte.

*Profesor en Harvard University, fue economista jefe en el FMI entre 2.001 y 2.003. Copyright. Project Syndicate, 2019