El acuerdo con la UE depende de quien gane las elecciones

Por Gustavo Carcía / El rol clave del próximo presidente argentino en el acuerdo Unión Europea-Mercosur. Beneficios y perjuicios para la Argentina.

Redacción Fortuna

En la Argentina de las diferencias y los abismos profundos, el acuerdo comercial firmado entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), un pacto aún en estado embrionario, vino a agitar las aguas de la polémica. Como todo en el universo de lo económico, no existe una mirada unificadora sobre lo que nos pueden deparar las negociaciones en términos de país.

Quienes avalan el vínculo vislumbran a futuro una Argentina integrada al mundo, económicamente abierta, dinámica y moderna. Los que se oponen temen la reprimarización de la actividad productiva, quedar atados al simple rol de proveedores de materias primas, algo así como recrear la vieja noción de centro y periferia.

El resultado de las PASO hizo que el acuerdo también quedara enmarañado por la política electoral. Si Mauricio Macri logra la re-elección (algo que parece más épico que otra cosa), no hay dudas de que la Argentina se mantendrá firme y el pacto no corre ningún peligro. Sin embargo, si quien se sienta en el sillón de Rivadavia es Alberto Fernández, el acuerdo está en jaque. “Si tenemos que revisar los acuerdos que Macri está firmando por el mundo lo vamos a hacer”, aseguró. Y agregó: “No me asusta la firma de un acuerdo con la Unión Europea, lo que sí me asusta es que ese acuerdo nos castigue más de lo que nos han castigado”.

Sobre esta superficie enjabonada se paran los especialistas como Marcelo Elizondo, consultor económico, investigador y director de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI), un experto al que acude Fortuna para pasarle el peine fino al acuerdo entre los bloques.

Fortuna: ¿Cuál es su lectura del acuerdo?

Elizondo: El saldo es positivo. Obviamente un acuerdo es un arreglo en el cual ambas partes ceden algo para lograr un consenso. Habría aspiraciones del bloque Mercosur y de la Argentina en particular que no se obtuvieron. Por ejemplo, que las cuotas que nos otorgaron para entrar sin arancel en productos agropecuarios fueran más grandes. Pero más allá de que siempre hay alguna cosita puntual, creo que el acuerdo es muy bueno por varias razones. Primero por lo macro. El Mercosur es un bloque cerrado y con esto se abre y se vincula con la UE que representa el 20% del comercio mundial. Un conjunto de países desarrollados, con alta inversión, alta tecnología, eso se contagia. Segundo porque nos permite acceder a un mercado 500 millones de consumidores con u$s 36.000 per cápita de capacidad de consumo. Tercero porque, además, en la negociación el Mercosur ha salido bien parado. Hay una reducción de aranceles casi inmediata de la Unión Europea para nuestros productos hacia allá y una reducción muy diferida de los aranceles nuestros para los productos europeos. Por lo tanto luego en lo micro, en lo puntual, me parece que hay una etapa para adaptarse y prepararse.

Fortuna: Ampliando la mirada, ¿qué circunstancias se dispararon en el mundo para que el acuerdo haya tomado forma ahora, luego de tantos años de negociación?

Elizondo: Creo que confluyeron varias razones. Primero, la política más errática de Estados Unidos que decide quitarles legitimidad a los organismos multilaterales como la OMC y ser muy competitivo en sus relaciones con los demás bloques económicos. También la Unión Europea ha querido salir, distinguirse, diferenciarse y ha firmado acuerdos de libre comercio con varios mercados, como con Japón, Canadá y ahora con el Mercosur. Hay un cambio en la UE que se pone menos exquisita y quiere, más desde una perspectiva política, fijar posición. Lo segundo que ocurre es que cambia Brasil. La presidencia de Bolsonaro lleva a una apertura económica inusitada, o al menos va en ese camino. Este cambio es clave. Si Brasil no hubiera cambiado, no sé si para la Argentina hubiera sido tan fácil lograr este acuerdo. Lo tercero es el liderazgo de Macri, que se puso este tema al hombro. Lo entendió muy bien en la medida en que se da cuenta de que hay un cambio hacia adelante en la Argentina. Si este acuerdo se instrumenta y promulga, para la Argentina es un salto hacia adelante sustancial en término de normas internacionales, de vinculación con el resto del mundo, de apertura.

Fortuna: Frente a este pacto con la UE también se alzan voces de expertos, economistas y diplomáticos, que están en contra. Se teme una reprimarización de la economía. ¿Corremos el riesgo de ser simples proveedores de materias primas?

Elizondo: Obviamente cualquier decisión política puede ser analizada desde cualquier perspectiva. Yo no estoy de acuerdo con eso. No veo por qué uno puede oponerse a negociar con la UE una apertura recíproca si esa oposición está basada en los problemas de coyuntura de hoy, cuando el acuerdo va a entrar en vigencia dentro de un par de años. De modo que si tenemos hoy problemas como el tipo de cambio, inflación, volatilidad, tasa de interés, una estructura productiva poco sofisticada, hay mucho tiempo para mejorar. Argentina tiene que entrar en este acuerdo corrigiendo muchos defectos. No se pueden tener los desequilibrios macroeconómicos que tenemos, no se puede tener este entorno regulatorio antiguo en materia tributaria, administrativa, laboral.

Fortuna: ¿Se podrán armonizar los reclamos de Francia? ¿Puede ser un obstáculo?

Elizondo: Los mayores reclamos en Francia no son de autoridades de gobierno sino de lobbies privados y estos no pueden obstaculizar la firma, pueden ejercer influencia sobre las autoridades. Me parece que no van a impedir que el acuerdo sea refrendado en el órgano parlamentario europeo. Esta es una decisión estratégica de los países. Hay que tener en cuenta la cuestión geoestratégica en la cual los países líderes europeos como Francia y Alemania, sigilosamente también Holanda, han tomado partido. Hay que entender esto: el Reino Unido sale de la Unión Europea, entonces la UE tiene que fortalecerse como actor internacional. El mundo está dividido entre China y los Estados Unidos. Lo estratégico va a prevalecer y finalmente el acuerdo se va a terminar refrendando.

Fortuna: La aprobación depende del Parlamento Europeo, no de cada uno de los 27 países que integran la Unión. ¿Ese es el mecanismo?

Elizondo: Al parecer mientras el acuerdo se base en cuestiones arancelarias es suficiente la aprobación del Parlamento Europeo. La cuestión arancelaria es algo común. Distinto sería si el acuerdo tuviera cuestiones relativas a puntos donde los Estados no han cedido sus competencias y atribuciones. Por ejemplo normas técnicas o normas de policía.

Fortuna: EE.UU. comenzó a negociar o le propuso a Brasil un tratado de libre comercio. ¿Hay riesgos de quiebre del bloque?

Elizondo: La alianza Estados Unidos-Brasil es algo que el gobierno del presidente Bolsonaro ha planteado desde el día 1. Por lo tanto no creo que tenga que ver con el acuerdo con la UE. Brasil con Bolsonaro tiene algunas ideas muy firmes en materia de política internacional. La apertura de Brasil es el componente estratégico más revolucionario, es un cambio del Brasil que conocemos desde hace 70 años. La apertura es lo que ampara el acuerdo con la Unión Europea, en cambio la alianza con Estados Unidos va aparte.

Fortuna: El Mercosur está desgastado. ¿Imagina una Argentina fuera del bloque?

Elizondo: No. Me parece que el Mercosur va a terminar adaptándose a las nuevas necesidades que hay en el mundo. El Mercosur es un bloque demasiado rígido. Somos una economía cerrada porque tenemos un arancel externo común muy anticuado que nos ha impedido acceder a las cadenas globales de valor y a inversiones de todo tipo.

Fortuna: Cree que en la Argentina algún sector se resigne y desaparezca ante la competencia?

Elizondo: Todos los sectores productivos están sometidos a la amenaza del cambio tecnológico. Creer que algún sector va a estar herido de muerte por el tratado de libre comercio me parece que es supeditar la exigencia del cambio a la apertura con la UE, cuando la amenaza mayor es el cambio tecnológico. El sector industrial más internacional que tenemos es el automotriz. La amenaza para ellos es el cambio tecnológico, no la apertura. Van a pasar más de 10 años hasta que entren los autos europeos sin arancel y para ese tiempo el sector va a haber cambiado por la evolución tecnológica. Esto también corre para el calzado, los textiles, la metalmecánica, los juguetes.