El cine escapa de la crisis

Martín Álvarez Molares, gerente general de Cinemark Hoyts, explica por qué a pesar de la caída de consumo " es un año bárbaro para el rubro".

Redacción Fortuna

Son pocos los sectores de la economía real que recordarán el 2019 con una sonrisa. Pero, como siempre sucede, hay excepciones a la regla. "Este año no se perdió ni un solo espectador. Al contrario. Es un año bárbaro para el cine". Así de claro y concreto describe Martín Álvarez Moreales, Gerente General de Cinemark Hoyts, la realidad que viven los cine en la Argentina. Y lo confirma con números: "Este año vamos a terminar con un 5% más de espectadores que el año pasado. Estaremos cerca de los 47 millones".

El cine está a contramano de todos los sectores que viven del consumo. Con menos plata en los bolsillos, pareciera que la gente no está a dispuesta a disfrutar de una buena película. "Nuestro negocio en la Argentina y en el mundo es dependiente de las películas. Lo que determina si la gente va o no al cine son los títulos. Incluso en la crisis de 2001 no se perdieron espectadores. Es un fenómeno que se repite en todos lados, y este año no tiene comparación con lo que sucedió en 2001. De hecho, Toy Story 4 se convirtió este año en la película más vista en la historia del país, con más de 6,6 millones de espectadores. Es un año espectacular y todavía quedan películas muy buenas para estrenar hasta fin de año. Nuestro negocio es muy sólido siempre que haya buenas películas, más allá de que la economía ande bien o mal", agrega Álvarez Morales.

Un negocio pochoclero. El cine es quizá uno de los pocos rubros que ofrece descuentos todos los días.Para el máximo responsable de Cinemark Hoyts en el país, ésta también es una de las claves del éxito. "Muchos dicen que ir al cine es caro porque una entrada ronda los # 380. Sin embargo, todos los días hay alguna promoción 2x1 tanto en nuestro cine como en los otros. La gente realmente termina pagando cerca de $ 180 la entrada para ver una película que los tendrá entretenidos por dos horas o más", explica.

Fortuna: Y en contextos de crisis como el actual, ¿no puede funcionar como un escape también?

Álvarez Morales: Cuando uno sale a cenar afuera termina hablando de la crisis, el dólar o de temas así. En cambio, en el cine no se habla, una película te hace viajar y en general la gente se desconecta incluso de su celular. Son dos horas de desconexión total, con lo que es una abstracción del día a día que sirve como escape y además entretiene.

Fortuna: Del total de una entrada, ¿cuánto le queda al cine?

Álvarez Morales: La distribución del valor de una entrada es muy clara. El Instituto de Cine cobra un 10%, otro 21% es IVA y más o menos la mitad del ticket se lo llevan las distribuidoras. A esto hay que sumarle un porcentaje que ronda el 5% para las sociedades de gestión como la de actores. El resto es lo que le queda al cine y es con lo que pagamos el alquiler del lugar donde está el cine y todos nuestros costos.

Fortuna: ¿Con lo que la verdadera ganancia para los cines está en la venta de pochoclos y bebidas?

Álvarez Morales: Lo que uno factura en la boletería es mucho más que lo que uno vende en el candy. Sin embargo, es cierto que el negocio del cine hoy no existe sin el negocio de los pochoclos y las bebidas. Los márgenes son muy diferentes. Del total de espectadores, más o menos un tercio pasa por la zona del Candy, donde el markup es mucho mayor que lo que deja una entrada de cine, que como vimos no supera el 15%. Sin el negocio del candy pasaría lo que sucedió en los 90s, cuando cerraban salas porque no daban los números. Nuestro negocio es una cuestión de volumen.

Fortuna: Uno ve que hay una mayor concentración de salas de cines en grandes compañías, ¿las salas más chicas están destinadas a desaparecer?

Álvarez Morales: El cierre de cines era una realidad hasta hace algunos años. Lo que se ve últimamente es que hubo cines chicos que abrieron. Esto tiene que ver con la tecnología que se está usando y su impacto en el negocio. Hasta hace algunos años las películas eran de 35 mm y cada copia costaba entre u$s 1.800 y u$s 2.000. La distribuidora hacía una determinada cantidad de copias y las salas más importantes éramos las que podíamos tener esas películas. A medida que pasaban las semanas y dejaban de ser estrenos, esas copias iban pasando, a un valor menor, a los cines más chicos, quienes también cobraban una entrada más barata. Y ahí sus números muchas veces no daban. Hoy todo esto cambió por la digitalización. Cualquier cine puede tener una película y el estreno llega a todos lados. Y la diferencia está en la experiencia que cada cine puede ofrecerle a sus espectadores. Nuestro neogocio, en este sentido, ahora es más democrático y competitivo para el usuario porque todos reciben las películas en tiempo y forma.

Números que mandan. Julio de este año fue el mes con mayor cantidad de espectadores en la historia del cine argentino: 8.644.000 personas vieron la pantalla grande. Como bien explica Álvarez Morales, esto se debe en gran medida a las películas que estuvieron en cartelera: Toy Story 4, Avengers: Endgame, El Rey León, Wifi Ralph y Aladdin.

En los primeros ocho meses del año, según Ultracine, ya asistieron casi 37,5 millones de personas al cine. Cinemark Hoyts con sus 22 cines y 190 salas acumula más del 31% del market share de espectadores, seguido por los independientes (22%) y Cinemacenter Atlas Multiplex (16%).

Las expectativas para este año son muy buenas. Con los 47 millones de espectadores que la industria pronostica, el negocio total rondaría los $ 9.000 millones, con una entrada promedio de $ 180. A esto se le podrían sumar otros $ 2.100 millones en compras en el candy, lo que totalizaría un negocio que supera los $ 11.000 millones.

Fortuna: ¿El cine pudo acomodar los precios de acuerdo a la inflación?

Álvarez Morales: La facturación de las boleterías aumentó un 57% entre julio de este año y el mismo mes del año pasado, pero hubo un incremento del 6,7% en cantidad de espectadores. Estos números demuestran que se creció en cantidad de personas que fueron al cine y que el precio no subió tanto como la inflación.

Fortuna: Cuándo tenían que pagar por cada copia, su negocio era muy sensible al tipo de cambio. ¿Cómo les impacta este tema actualmente?

Álvarez Morales: El negocio de la cinematrografía es como el del teatro: se llama borderaux. Las distribuidoras son quienes tienen las películas y, según los acuerdos que cada cine tenga con ellas, es el porcentaje que uno les paga por cada entrada vendida. Esto siempre es en moneda local, por lo que una devaluación a nuestro negocio no lo golpea desde ese lado. El problema lo tenemos cuando, por ejemplo, queremos modernizar nuestras salas cambiando proyectores. Esos hay que comprarlos afuera y es nuestra inversión más grande. Estas son las cosas que pueden desbalancear nuestro negocio que es de volumen. Nosotros tenemos miles de butacas y tenemos que encontrar la manera de que siempre estén ocupadas.

Fortuna: ¿Su mayor competencia, además de otros cines, son Netflix, HBO y las plataformas de video online?

Álvarez Morales: Hay dos puntos importantes. Por un lado, la sensación que da el cine no es la misma que la que se tiene en una casa. Y, por otro lado, hay estudios que demuestran que el mayor visualizador de Netflix es el que más va al cine. No son excluyentes, por lo que no los vemos como competidores. Yo estoy en este negocio desde 1996 y el cine se iba a morir cuando salió el VHS, después el DVD, el Blueray y ahora el streaming y Netflix. Nuestro desafío está en sacar a la gente de sus casas y que su plan sea ir al cine, y en eso es lo que trabajamos. Sabemos que debemos ofrecer una experiencia diferente que comienza cuando alguien dice “vamos al cine”. Desde el momento en que buscan qué película ir a ver, definen cómo pagar, llegan, se sientan, y se van… todo es parte de la experiencia que van a tener y lo que determinará si van a volver o no. También tenemos un programa de lealtad, que es Cine Fun, con el que también buscamos fidelizar a nuestros clientes. Acá sí, como en otras industrias, la clave está en la experiencia que se le da al cliente.

Fortuna: ¿Les cambia el negocio que haya películas argentinas?

Álvarez Morales: Es muy bueno que haya películas argentinas porque el cine llama al cine. Cuanto más vienen las personas al cine, más vuelven. Lo mejor para nosotros es que haya muchas películas argentinas que estén por encima de los 300 mil espectadores.

Fortuna: ¿Cuáles son sus desafíos a corto y mediano plazo, porque son el cine con más espectadores?

Álvarez Morales: Tenemos margen para seguir creciendo como industria. Teniendo en cuenta nuestra población, el argentino va una vez al cine por año en promedio mientras que en México este ratio supera las 2 veces y en EE.UU. está por encima de los 3. Es una cuestión cultural, porque si un chico no va al cine, no va a ir de grande. En este sentido, la digitalización también es muy buena porque ayuda a que el cine sea más federal. Tenemos que pensar en llegar a 1,5 veces de acá a dos o tres años.