Donald Trump fue electo presidente de los Estados Unidos. Nos interesa explayarnos sobre el impacto de esta decisión en la economía global y, en particular, de nuestro país.
Un punto clave para acotar la incertidumbre sobre el futuro es que el margen para implementar las propuestas radicales y/o controvertidas de campaña de Trump es acotado. Las instituciones norteamericanas son fuertes y la mayoría de las políticas de Estado se definen en el Parlamento. El control de ambas Cámaras no significa que el presidente electo tiene carta libre: una parte significativa de los republicanos no apoyó a Trump durante la campaña y se espera que actúe como un limitante a las iniciativas del Ejecutivo.
Vale destacar que el margen de maniobra en política económica también es acotado. La Reserva Federal, principal órgano decisor de política económica, tiene un objetivo dual (apuntalar el empleo y mantener una inflación acotada) que ejerce con independencia. El plan de la FED consiste en subir las tasas lentamente para no generar efectos adversos, pero la incertidumbre generada por el triunfo de Trump podría posponer la hoja de ruta. En el mediano plazo, un reemplazo del presidente de la FED (Janet Yellen tiene mandato hasta febrero de 2018) podría cambiar el rumbo trazado, pero igualmente hay que considerar que la toma de decisiones es colegiada.
Además, cualquier cambio significativo en la política económica deberá ser ratificado por el Congreso, donde muchas de las propuestas de campaña chocan con posiciones tradiciones del Partido Republicano.
Existen mayores interrogantes en materia de política exterior y en cuanto al rol de los Estados Unidos en la estabilidad comercial y financiera mundial. El margen de maniobra del Presidente en estos temas es mayor y la repercusión de sus decisiones tiene impacto global. Y, en particular, Trump cuestiona los beneficios de la globalización y pondera el proteccionismo.
En síntesis, el Presidente norteamericano define la orientación de las políticas públicas, pero el sistema de pesos y contrapesos hace que los cambios sean, en todo caso, graduales. Por estos motivos esperamos una posición moderada y reflexiva de Trump al frente de la Casa Blanca. Éste deberá recomponer la relación con su propio partido y proponer una agenda económica que cumpla algunas promesas de campaña, sin afectar el crecimiento económico.
En este contexto el impacto económico sobre nuestro país luce acotado. Es cierto que hay riesgos en materia comercial, pero las condiciones financieras de la principal potencia mundial no deberían cambiar sustancialmente. Además, el posible impacto negativo sobre nuestra economía podría diluirse si la administración Macri logra reconstruir el fluido vínculo que consiguió con la Casa Blanca. De hecho, el incentivo de Obama para apoyar el cambio de rumbo de la Argentina (como aliado en la región) sigue vigente con Trump.