El fracaso moral de América Latina

Los políticos de la región que se niegan a condenar la agresión de Putin son los mismos que no reconocen que Cuba y Venezuela son dictaduras.

Andrés Velasco*

Desde la década de 1970 hasta la de 1990, cuando las dictaduras militares de América Latina asesinaban a decenas de miles de civiles, lo correcto y necesario era solicitar al mundo que interviniera para intentar poner fin a la matanza. Hoy día, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, hace lo que hicieran Jorge Rafael Videla de Argentina, Alberto Fujimori de Perú, y Augusto Pinochet de Chile, pero a una escala mucho mayor. No obstante, los gobiernos latinoamericanos, muchos de ellos pertenecientes a la misma izquierda que fue perseguida en décadas anteriores, balbucean frases incomprensibles acerca de la “neutralidad” y la “no intervención”. Se trata de un fracaso moral de proporciones abismantes.

América Latina tampoco arriesga verse envuelta en una lucha ideológica. La ex Unión Soviética era opresora, pero por lo menos podía sostener que ofrecía al mundo un nuevo modelo de sociedad. Putin solamente ofrece un imperialismo neozarista. Al condenarlo, los izquierdistas como Lula, Petro y López Obrador no estarían dando a entender que el capitalismo funciona bien. Por el contrario, el tipo de capitalismo mafioso que prolifera en Rusia es precisamente el que se supone debe disgustar a los latinoamericanos progresistas.

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El acertijo, envuelto en misterio al interior de un enigma, es el Partido Comunista chileno. Es ortodoxo como el que más, y supuestamente marxista-leninista, pero sus viejos líderes se niegan a pronunciar siquiera una palabra de crítica acerca del hombre que enterró el marxismo-leninismo en Rusia. Es cierto que los comunistas chilenos en el exilio recibieron apoyo soviético, pero ese era un gobierno diferente, en un país diferente, en un siglo diferente. Hoy día, el partido parece estar cada vez más incómodo dentro de la coalición que apoya al presidente de Chile, Gabriel Boric, el único líder de izquierda que ha condenado la invasión claramente.

Tampoco están en juego intereses comerciales o estratégicos en la relación entre Putin y América Latina. Y, sí, el gobierno argentino necesita el efectivo chino (nadie más se lo prestará), pero andarse con rodeos al referirse a Rusia por temor a ofender a Xi Jiping sugiere una prudencia excesiva que pocos esperarían de la actual administración peronista.

Los políticos latinoamericanos que se niegan a condenar la agresión por parte de Putin son los mismos que no reconocen que desde hace mucho Cuba y Venezuela son dictaduras, y que Nicaragua se desplaza rápidamente en la misma dirección (en esto, también, Boric es la única excepción entre los líderes de izquierda de la región). Las autoridades de esos tres países violan los derechos humanos de manera rutinaria, pero los presidentes Lula, Petro y AMLO, más Alberto Fernández de Argentina y Luis Arce de Bolivia, simplemente no se atreven a decirlo.

 

*Ex ministro de Finanzas de Chile
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