El fondo Inverlat desistió de comprar la compañía ya que no pudo acordar una quita de la deuda que la cadena tiene con sus proveedores.
Los acreedores, accionistas y la misma familia Garbarino temen que la firma Garbarino llegue el momento en que deba declararse en quiebra. Esto se da luego de que el fondo de inversiones Inverlat, cuya cara más conocida es Guillermo Stanley, quien trabajo muchos años en el Citibank, no alcanzara un acuerdo con los fabricantes de electrodomésticos por una deuda de más de $ 7.000 millones.
Inverlat ya había logrado que los bancos acreedores hicieran una quita del 75% de la deuda de la empresa, que era de $ 4.000 millones, y que se transformara en un pasivo de $ 1.000 millones. Las principales entidades que accedieron a este acuerdo fueron el Santander y Galicia, que tienen el mandato de venta, y el Banco de Córdoba y el Bapro.
La deuda con los fabricantes de electrodomésticos, como Samsung, Newsan, LG, BGH, por nombrar algunos, asciende a $ 7.000 millones. El fondo que quería comprar Garbarino, y que ya tiene inversiones en franquicias como Havanna, Fenoglio y Reef, entre otras marcas, quería una reestructuración de esa deuda con una quita similar a la de los bancos. Pero las empresas proveedoras se negaron porque su intención es cobrar toda la deuda.
Una forma que tenían los fabricantes de proveer de mercadería a Garbarino era a través de entregarle mercadería en consignación, un sistema con el que Inverlat no está de acuerdo.
Esta situación fue la que decidió al fondo a desistir de la compra, por lo menos hasta que haya un panorama más claro ya que su intención es no asumir el negocio con grandes deudas.
La ventaja de Garbarino es que es una cadena con mucho potencial, con 200 sucursales, una planta de distribución en el Gran Buenos Aires y una fábrica en Tierra del Fuego.