Por Mario Rodríguez Muñoz / La empresaria habla de sus éxitos y sus fracasos y de cómo supo capitalizarlos. Cuánto factura con su nueva empresa, Pefumumbue.
El nombre de Marta Harff está asociado al cuidado personal. Sin embargo, y tras la quiebra en 2006 de la empresa que llevaba su nombre (y que por entonces tenía un 20%) pasó por otros rubros, como el diseño y productos gourmet. El primero no funcionó y al segundo lo vendió. Emprendedora innata, hoy tiene otra empresa, Perfumumbue, que comenzó con un local en 2007 y hoy cuenta con dos propios y otro a punto de abrir, y diez franquicias en Argentina, dos en Brasil y una en España. O sea que, con gran capacidad de resiliencia, en principio puede hablar de éxitos y frustraciones y de cómo aprovechar esas experiencias.
¿Cuáles fueron sus mayores fracasos? ¿Cómo capitalizó la experiencia en ambos casos?
Podría escribir un libro con mis fracasos y los éxitos son la otra cara de la misma moneda. De los fracasos de aprende. Para enumerar algunos errores: vender jabones sueltos, que se deterioraban en la exposición, y que las perfumería los dejaba así, aunque no se vendieran. Tuve que cambiarlos por propia iniciativa. Armar líneas integradas con un mismo perfume y presentación, que debían presentarse todos juntos y las perfumerías a las que les vendía, los separaban y se perdía el efecto de línea. De estos dos últimos errores y de ver qué pasaba cuando les vendía en forma directa al público, siendo mi experiencia exitosa y la de los revendedores no lo era, es que decidí tener puntos de ventas propios, que luego se convirtieron en locales en los shoppings, y luego comencé a franquiciar, siendo pionera en el tema.
¿Y sus mayores éxitos?
Generar un puente de confianza con el cliente, a través de la buena atención y pequeños gestos que fueron quedando en el registro de los mismos. Por ejemplo: aceptar tarjeta de crédito cuando en medio de las hiperinflaciones nadie las aceptaba. Dar garantía total de satisfacción, y si el cliente no quería el producto, devolver el importe. Incorporar productos nuevos a través de enseñar nuevos hábitos. Nada más difícil pero más gratificante. Por ejemplo, las cápsulas de gelatina con aceite hidratante muy perfumado, cuando no había hábitos de usar aceite después del baño. Hubo que enseñar uno por uno a los clientes, el aceite era tan bueno, que luego lo usaban todos los días.
¿Entre el año pasado y lo que va de este año, cómo fueron los negocios para Perfumumbue?
El año pasado y este año estamos creciendo en forma consistente, por encima de la inflación. Mejorando la media de venta por cliente y aumentando en la cantidad de clientes. En el mes de mayo 2017, versus mayo 2016 con la misma cantidad de locales, aumentamos las ventas sin inflación un 35%.
¿Cuánto facturó la empresa en 2016 y cuáles son las expectativas para este año?
En el año 2016 facturamos $ 16.000.000 y nuestras expectativas conservadoras son superar los $ 25.000.000.
¿Cómo ve la actualidad económica del país? ¿Qué cree que debería mejorarse?
La actualidad económica es difícil ya que estamos en la etapa de transición de sanear lo que está mal y generar una cultura empresarial y laboral, donde los resultados se den en función de la capacidad, la calidad, la generación de confianza, la continuidad. Estos valores básicos deben ser establecidos como una plataforma desde la cual se puede crecer. No deberíamos tener dificultades los que queremos hacer los emprendimientos, generar valor agregado, crear más fuentes de trabajo. Ni siquiera deberíamos tener necesidad de apoyos si no nos complican y, por el contrario, facilitan todas las tareas que tenemos que hacer.
¿Por qué eligió particularmente este rubro (perfumería personal y ambiental) para sus emprendimientos?
No fue una elección, sino una consecuencia circunstancial por estar en el rubro de jabones de uso industrial y desarrollar como regalo para fin de año a los más de 10.000 clientes que teníamos, jabones con forma y aroma a frutas. Luego vino toda la línea que llevó mi nombre y que tuvo más de 200 productos y 40 locales. No tenía antecedentes familiares, mi padre inmigrante alemán, maestro pastelero. Como cliente del rubro, no era ni siquiera la típica usuaria de perfumes y cosmética. Para ese tiempo, en que se usaban perfumes como Poison y Opium, yo usaba Rosa Té y White Flowers. Poco y nada de cosmética. Así que me incliné por lo más simple y natural.