Por Juan Manuel Otegui | Hace unas pocas semanas, el país se ha visto sacudido por el intento de desembarco de Uber en Argentina. Esto provocó una previsible reacción del sector sindical del radio taxi, que levanto varios reclamos en contra del servicio y se mostro dispuesto a todo para evitar la llegada.
Hace unas pocas semanas, el país se ha visto sacudido por el intento de desembarco de Uber en Argentina. Esto provocó una previsible reacción del sector sindical del radio taxi, que levanto varios reclamos en contra del servicio y se mostro dispuesto a todo para evitar la llegada. Sin embargo, hay algo más detrás de este choque de intereses. Hoy , quienes creemos en las ideas de la libertad, tenemos entre manos la posibilidad de poner a prueba - con lo que parece una discusión mundana- varios postulados centrales de nuestro ideario.
El primero de ellos es que los mercados libres son el espacio propicio para el florecimiento de la innovación. Uber, es oriundo de San Francisco, donde innumerables gigantes de la tecnología tienen sus Headquarters, y donde la compañía forjo su modelo de negocio basado en la combinación de una aplicación o app, extremandamente amigable y elementos de economía participativa.
El Segundo postulado es la libre competencia, este servicio nuevo –para nosotros- plantea un esquema tarifario diferente al del taxi tradicional, Uber permite calcular la tarifa antes de realizar el viaje, y suma además la posibilidad de realizar pagos con tarjeta de crédito (innovación que los taxis desestimaron, e incluso resisitieron). Lo cual aumenta la bancarización de las transacciones y reduce los riesgos que afrontan los choferes.
En tercer lugar, propicia un uso eficiente del capital y el consiguiente aumento en el bienestar de los consumidores, derivado del pago de tarifas menores a las del taxi y de mejores porcentajes para quienes elijan ser conductores. Aquí los encargados de regular la actividad deberán tomar un verdadero desafío, considerando que la estructura regulatoria de los taxis ha construido un servicio que tiene poca oferta, es altamente ineficiente y paga salarios bajos a conductores y permite una captura de rentas por parte de los licenciatarios. Creo además qye seria un verdadero error prohibir la entrada de Uber por que no se adapta al modelo regulatorio del taxi. Debemos pensar que su liderazgo en este tipo de servicios no es estable, y a pesar, de que su app es revolucionaria, es fácilmente replicable y sus competidores en el segmento (como la también oriunda de San Francisco, Lyft) no tardaran en llegar.
Por todo lo que he expuesto es que considero que Uber debe tener una recepción favorable, no solo porque tiene una respuesta innovadora y eficiente para una necesidad habitual. Además y fundamentalmente, nos permitirá dar un gran paso al cuestionar la ineficiencia de sistemas vetustos que solo resultan en captura de rentas, por parte de individuos cuyo único argumento es la reticencia a perder sus privilegios.
Por Juan Manuel Otegui, colaborador de Fundación Libertad y Progreso.
