Miguel Peirano: "No me aceptaron a Aldo Ferrer ni a Marcó del Pont para el INDEC"

Redacción Fortuna

El último ministro de Economía de Néstor Kirchner cuenta por primera vez su experiencia en el cargo, por qué se fue, cuáles son los problemas que hay y cómo podrían ser resueltos. Lo mejor de la entrevista.

Por Jorge Fontevecchia *

CUENTAS NACIONALES

—¿El crecimiento del producto y del consumo en 2010 será una recuperación de los perdidos en 2009?

—Exactamente. No sólo debe analizarse el crecimiento como una variable, sino las consecuencias cualitativas que ese crecimiento tiene para la sociedad y sobre qué pautas futuras se está generando. La inflación es un síntoma del mal funcionamiento de la economía, refleja que hay problemas objetivos.

—¿No se recuperará más que lo perdido en 2009?

—Como mínimo van a ser similares. Cuando uno analiza por qué la crisis no fue tan severa como muchos preveían para la Argentina, hay que profundizar en cuál es la realidad de la economía y en las decisiones que se han tomado. Argentina tiene un muy bajo nivel de endeudamiento en los particulares y en las empresas, como consecuencia de la propia crisis que ha vivido en el pasado.

INFLACIÓN

—¿El Gobierno desea una cuota de inflación administrada medio alta con fines fiscales?

—Creo que no es un objetivo, sino consecuencia de errores conceptuales o falta de énfasis en la necesidad de lograrlo. Ahora, dada la existencia de la inflación, que una consecuencia pueda hacer mejorar los ingresos fiscales y reducir por esa vía el desequilibrio, puede ser. Pero yo no creo que sea un objetivo buscado.

—¿No siente que determinadas políticas antiinflacionarias previas a una elección pueden ser vistas, por un político, como poco populares?

—No. La inflación es un factor sumamente negativo y un tema absolutamente masivo que trasciende cualquier discurso. Hay pocas realidades tan concretas que llegan tan directamente a la gente.

—¿Cuál es su estimación de la inflación de 2009 y su pronóstico para 2010?

—Tener (en 2009) niveles inflacionarios del 15%, 16% o 18%, en un escenario de caída de nivel de actividad, evidentemente, agudiza la necesidad de analizar qué está sucediendo en el marco de una economía. Es una situación bastante compleja que una economía que tiene caídas del nivel de actividad, caída en las ventas, termine ajustando vía precios de manera significativa.

—¿Y cuánto será este año?

—Depende lo que se haga, porque este gobierno tiene mucha dinámica tanto en el sentido positivo como en el sentido negativo. Es muy difícil proyectar, pero creo que un escenario en torno a una banda de entre el 20% y el 25% es probable.

INDEC Y ESTADÍSTICAS OFICIALES

—¿Por qué en diciembre de 2007 decidió no continuar?

—Básicamente, por el INDEC, las decisiones en materia de política agropecuaria y la estrategia inflacionaria. Consideraba que el desgaste se daba en análisis o en discusiones internas de temas que no merecían tanto esfuerzo. Tampoco me interesaba entrar en una especulación interna de diferenciación de roles. Eran experiencias que no había tenido en el período de Lavagna y en la relación con el ex presidente. En ese proceso de transición había que dejarle al gobierno electo un INDEC con un funcionamiento distinto, había que tener una estrategia inflacionaria y modificar determinadas decisiones en materia agropecuaria, como concentrar los subsidios en poder de las cerealeras o la falta de diálogo con determinadas entidades, o la posibilidad de discutir políticas, como la segmentación de las retenciones, o avanzar en esquemas como la 125.

—Usted designó al frente del INDEC a Ana María Edwin, que era la subdirectora, en reemplazo de Alejandro Barrios, en el medio de la polémica que había sobre Barrios por las presuntas manipulaciones en la confección de índices. ¿Por qué?

—Tomé la decisión política de cambiar las autoridades, y propuse una serie de candidatos para conducir el INDEC, o un organismo más amplio, que era a mi entender lo que había que recrear: Aldo Ferrer, Mercedes Marcó del Pont, Oscar Tangelson, Héctor Valle. No los aceptaron y se terminó optando por una persona que estaba en el organismo.

—¿Por qué usted se dio cuenta primero y renunció antes que ellos?

—Creo que han tenido tiempos, distintas estrategias... Podría decir que Lavagna tuvo un manejo de los tiempos más adecuado que el mío. Lousteau asume como ministro también en un desenlace no previsto. Tenía menor conocimiento de las situaciones porque no estaba participando en el Gobierno, pero me consta que la actitud de ambos en el tema del INDEC fue tratar de colaborar con el ordenamiento, tanto desde el punto de vista de los índices como para tratar de transformar la variedad.

RESOLUCIÓN 125, EL CONFLICTO CON RURALISTAS

—Si hubiera continuado siendo ministro, ¿en 2008 no habrían promovido la 125 ni las retenciones de la forma en que las promovieron?

—Les transmití a Kirchner y a la presidenta electa que un esquema exactamente igual a la 125 yo no lo respaldaba, y expliqué los motivos. Además de los problemas subjetivos del concepto de la fórmula de la 125, existió una falta de diálogo y de misión de los distintos sectores del campo muy notorio. No se puede comparar la actitud que tuvo frente al Gobierno y que tiene frente a la política agropecuaria Eduardo Buzzi que Biolcati. Son dos interlocutores absolutamente distintos, y el Gobierno no pudo articular relaciones sectoriales profundas para tener mejores diálogos con entidades sectoriales.

—¿Qué diferencia había entre la 125 como fue y la que se hablaba antes de diciembre de 2007?

—Era similar porque, básicamente, el problema y las dificultades que surgían eran que si seguían subiendo los precios internacionales, el nivel de retenciones debía ser elevado. Pero uno no podía vincularlo en la estructura de costos, porque los costos del sector agropecuario están íntimamente relacionados con los precios. Tampoco nadie podía asegurar que los precios internacionales continuaran así.

—¿Los conocimientos económicos de Kirchner eran superlativos para ser presidente, pero insuficientes para ser ministro de Economía?

—Tomo la afirmación, me parece absolutamente precisa. Tener interlocutores de jerarquía y debatir los temas enriquecen la decisión. Esa lógica de tomar las decisiones tan aisladamente es un factor limitante. Nadie puede manejar el conjunto de temas en ningún área.

Lea la entrevista completa en la última edición de Diario Perfil

* Director de Diario Perfil

22/3/2010

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