En "Villa Techint" no temen por la pelea con el Gobierno

Para los vecinos, la empresa es indestructible. Campana fue el puerto elegido por los Rocca para acunar su imperio. Se sienten privilegiados por la protección de la firma.

Redacción Fortuna

Por Agustín Fernández Cronenbold *

A noventa kilómetros de Buenos Aires, Techint posee un bastión en su conflicto con el Gobierno: Campana. La comunidad de “Villa Techint”, o el barrio Siderca afirma que la empresa “siempre estuvo y siempre estará” y no se preocupa por el enfrentamiento con el Gobierno, luego de que rechazara darle una silla en el directorio de Siderar al economista reclutado por la Cámpora, Axel Kicillof, que actuaría como representante de la Anses.

Para gran parte de los 90 mil habitantes de esta urbe industrial es difícil concebir que uno de los principales responsables del crecimiento local pueda perder su poder.

Campana fue el lugar que eligió Agustín Rocca, un inmigrante italiano con experiencia industrial y ambición, en los 50, para fabricar por primera vez en Latinoamérica tubos sin costura, un negocio clave en el recorrido expansivo de Techint.

En Campana, ese poderío es inocultable: en el predio y sus alrededores, Tenaris Siderca –el nombre de la división del Grupo que trabaja con tubos– tiene una universidad corporativa, mueve a sus más de 5 mil empleados en colectivos propios y hasta regentea un hotel.

A unos seis kilómetros, una serie de casas llama la atención por su uniformidad: conocido como “barrio Siderca” (el nombre Tenaris sólo se incorporó a fines de los 90 y en Campana nunca “prendió”), está conformado exclusivamente por operarios de la empresa que pueden acceder a la casa propia en cuotas fijas, mediante un sistema que los elige por combinación de méritos y necesidad.

Entre ellos, está Carlos Sarmiento, un operario de tratamiento técnico de 46 años que accedió a su vivienda hace 14. “Se habla poco” del conflicto con el Gobierno, afirma.

Sarmiento no duda de la capacidad de la compañía. “Para que te des una idea, la mayor parte de los materiales de la casa son cosas que fabrica o que genera en paralelo la empresa. ¿Cuántas otras industrias pueden hacer eso?”, se pregunta en el pequeño jardín de su hogar.

A pocas cuadras, Dora Bravo, de 61 años, trata de evitar el tema político, pero recuerda que desde “lo que pasó en Venezuela” (N. de la R: la expropiación de Sidor que ordenó Hugo Chávez en 2008), “algo” se anticipaba.

“Mi marido lleva 39 años en la empresa y tratamos de no hablar de lo que se vive en lo político. Pero lo cierto es que acá accedimos a una cuota que en 12 años nos permitió llegar a una casa, algo que es imposible de conseguir con un crédito hipotecario o del Gobierno”.

Héctor Dupont tiene 61 años y está jubilado. Trabajó 35 años para la compañía y desde hace 17 que vive en el barrio Siderca. “Nosotros accedimos a un privilegio que no te permiten otras empresas ni el Estado”, explica.

“Las cosas cambiaron. Antes era todo un poco más familiar, pero la realidad es que también eso significa que la empresa esté en un montón de países”, asegura.

“La empresa siempre tuvo una actitud de integración con la comunidad”, aseguró Víctor Barbeito, gerente de desarrollo local de Tenaris Siderca. El directivo negó cualquier cortocircuito con la intendenta, Stella Maris Giroldi, del Frente para la Victoria.

*Especial para Diario Perfil

15/5/2011

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