Venden jugo de pasto en 50 bares porteños

La bebida de moda de los econaturistas es una tendencia en EE.UU. y ya tiene 50 puntos de venta en la Capital Federal. Sus impulsores dicen que transmite la energía del sol.La bandeja de pasto vivo cuesta $ 200 y cada arrita congelada $ 12.

Redacción Fortuna

Por Carolina Koruk

En forma de pasto vivo, pasto cosechado o de barritas congeladas, el jugo de pasto de trigo orgánico ya se está imponiendo en las cartas de restaurantes porteños y en el menú diario de quienes apuestan a una vida sana y buscan sentirse bien.

“Nos enteramos de la movida en los Estados Unidos y montamos un vivero orgánico acá: composteamos la tierra, la mineralizamos y producimos el wheatgrass, lejos de animales, en un lugar limpio, sin contaminación, y especialmente acondicionado”, explica Diego Almada, uno de los socios de LuzVida, un vivero dedicado a su producción. De un color verde intenso, el gusto es fuerte y dulce, con un inevitable dejo de sabor a pasto.

“Vendemos el producto de tres maneras. Por un lado, el pasto cosechado crece en nuestro vivero y que recogemos el mismo día de la entrega, para que esté en el óptimo estado de nutrientes. Lo presentamos en unas bolsitas herméticas que se pueden guardar en la heladera de siete a diez días. La segunda opción es la bandeja de pasto vivo, que se entrega en el séptimo día de crecimiento. Estas dos opciones requieren de una juguera especial que extrae el jugo de la clorofila del pasto de trigo. La tercera alternativa es la barrita congelada, que se disuelve en agua o en jugo, y se debe tomar en el momento para aprovechar todas sus propiedades”, comenta Mariano González, el otro socio de este emprendimiento, que comenzó en 2006 y, según cuentan, viene creciendo en los últimos años. La bandeja de pasto vivo cuesta $ 200, al igual que las treinta barritas congeladas.

En relación con el aporte nutricional y los beneficios de este producto, la nutricionista naturista Ana Lía Aguado explica que “aporta energía vital proveniente de la fotosíntesis, elimina toxinas, alcaliniza –por ser una excelente fuente de minerales y vitaminas– oxigena –creando un ambiente adverso a virus, parásitos y bacterias–, regenera tiroides, páncreas, hígado, heridas; combate el mal aliento, elimina los olores provocados por la transpiración y es útil en anemias, ya que aporta B12, ácido fólico, potasio, magnesio y proteína”.

Sin embargo, Edgardo Ridner, presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición, tiene una postura totalmente opuesta. “Este es un buen ejemplo del folclore nutricional. Hace casi un siglo, alguien germinó semillas de trigo, las exprimió y dijo que era el elixir de la vida, y vuelve como moda de tanto en tanto. Pero en realidad, su valor nutricional es cero, al igual que el medicinal.”

A veces, las tendencias y modas no necesitan de verdades científicas para instalarse. Ya son casi cincuenta los bares y restaurantes porteños que ofrecen este producto en sus cartas.

Mariana Bauckhage es dueña de Santos Sabores, que tiene varios locales, y asegura que desde hace dos años el consumo de wheatgrass está aumentando. “Al principio, la gente se asombra al ver el producto, pero al probarlo lo acepta muy bien. La barrita congelada cuesta 12 pesos, y queda muy bien con jugo de naranja. La experiencia en Kafa and Deli, un bar y almacén orgánico, es similar. Florencia Malsavio, su encargada, cuenta que incorporaron el producto hace tres meses y que venden la barrita congelada. Su sugerencia es combinarla con jugo de naranja, kiwi o durazno.