Petrobras reconoció que perdió millones en su venta a Cristóbal

Por Facundo F. Barrio | En un informe propio, admitió que transfirió activos al empresario K a un precio subvaluado. En Brasil investigan si la operación fue irregular.

Redacción Fortuna

Un documento revelado ayer por la prensa brasileña fortalece las sospechas de irregularidades sobre un millonario negocio entre la compañía estatal Petrobras y el empresario argentino Cristóbal López. Se trata de la operación por la que el titular del Grupo Indalo, cercano al kirchnerismo, compró la refinería San Lorenzo en Santa Fe y 360 estaciones de servicio en la Argentina que pertenecían a Petrobras. La revista Istoé accedió a un informe que la petrolera presentó ante la Securities and Exchange Comission de los Estados Unidos, en el que la propia compañía admitió que la venta a López le significó pérdidas de por lo menos 68 millones de dólares.

López había pagado menos de una novena parte del valor de mercado

Tal como informó PERFIL hace un mes, la operación es investigada por la Policía Federal de Brasil, que indaga si Petrobras aceptó vender sus activos en el país por un monto inferior al valor de mercado. La transferencia a López, concretada por US$ 102 millones en mayo de 2010, también fue motivo de un pedido formal de investigación por parte de un diputado brasileño a la comisión del Parlamento que puso en marcha el proceso del Petrolão, en el marco del cual se intenta esclarecer si existió una gigantesca red de corrupción en Petrobras.

Hasta ahora, las diferencias en la valuación de los activos vendidos se conocían por un paper confidencial elaborado por la auditora Ernst & Young para Petrobras, en el que constaba que López había pagado menos de una novena parte del valor de mercado. Ayer, Istoé sumó un documento que va en la misma dirección pero que fue elaborado por la propia empresa. En el informe presentado ante la SEC, Petrobras reconoció “pérdidas por 114 millones de reales” (US$ 68 millones) como consecuencia de la venta.

“Para los investigadores, las sospechas comenzaron por el comprador de la refinería: el empresario Cristóbal López, dueño de casinos y muy ligado a la presidenta Cristina Kirchner –publicó la revista–. También sorprendió a la Policía Federal el tiempo récord de las negociaciones para la venta, la contratación de intermediarios y la existencia de opiniones de mercado (desaconsejando la venta) que fueron despreciadas por (el entonces presidente de Petrobras) José Gabrielli”.

La operación entre la petrolera y Cristóbal López ya había sido abordada en agosto de 2013 por la revista Epoca, en cuyas páginas João Augusto Henriques, un operador del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), había acusado al empresario argentino por el supuesto pago de 10 millones en sobornos para concretar el negocio. Aquella denuncia aún no pudo ser probada.

Al justificar la venta de San Lorenzo, Petrobras afirmó que el complejo requería una inversión de mil millones de dólares para mantenerlo productivo. Sin embargo, López inició una reforma de la planta por US$ 250 millones. Otro punto alegado por la compañía fue la ineficiencia para la recepción de petróleo y el despacho de derivados. Lo curioso es que, según Istoé, Petrobras firmó un contrato con López para abastecer de nafta virgen a otra refinería vecina a San Lorenzo.

Avanza el Petrolão. El escándalo del Petrolão entra en su fase política. Según la prensa brasileña, uno de los delatores en el escándalo de corrupción en Petrobras entregó a las autoridades de la Policía Federal una lista de 28 políticos que habrían recibido sobornos, entre ellos algunos ministros del gobierno de la presidenta Dilma Rousseff.

La lista, atribuida al ex director de Abastecimiento de Petrobras, Paulo Roberto Costa, y divulgada por el diario O Estado de São Paulo, cita a miembros del gobierno y del Congreso que supuestamente recibieron beneficios por el esquema de desvíos de dinero en Petrobras a través de la sobrefacturación de contratos.

Allí figura, entre otros, Antonio Palocci, quien fue jefe de la Casa Civil en la primera gestión de Rousseff.

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