Para qué sirve la economía conductual

Por Robert J. Shiller* / Un Premio Nobel destaca y describe el trabajo del último Premio Nobel de Economía. Distintas visiones: un tema racional-conductual o estrictamente psicológico.

Redacción Fortuna

El ganador del Premio en Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel, Richard Thaler, de la Universidad de Chicago, es una elección controvertida. Thaler dedicó su vida al estudio de la economía conductual, esto es con una perspectiva psicológica. Pero la idea misma de que la investigación psicológica pueda tener cabida en la economía repele a algunos miembros de la profesión desde hace años.

No es mi caso. Me parece maravilloso que la Fundación Nobel haya elegido a Thaler. El Nobel de economía ya se otorgó a muchos economistas a los que puede clasificarse como conductuales, entre ellos yo mismo.

Pero muchos en economía y finanzas siguen creyendo que el mejor modo de describir la conducta humana es modelarla (sin ninguna participación de la psicología) como optimización matemática por parte de individuos separados y puramente egoístas, sujetos a restricciones presupuestarias.

Conocí a Thaler en 1982. Nuestro programa de investigación nunca dejó de generar rechazo. Una vez Thaler me dijo que Merton Miller, que ganó el Nobel en 1990 (falleció en 2000), le esquivaba la mirada si se lo cruzaba en los pasillos de la Universidad de Chicago. Miller explicó su razonamiento (aunque no su conducta) en un artículo de 1986, muy citado, titulado Racionalidad conductual en finanzas. Concedió que algunas veces las personas son víctimas de la psicología, pero insistió en que el relato de esos errores es “casi totalmente irrelevante” para las finanzas. Miller hizo aportes maravillosos, pero sus hallazgos no son las únicas descripciones de fuerzas económicas y financieras que deben interesarnos. Por ejemplo, en 1981, Thaler y Hersh Shefrin, de la Universidad de Santa Clara, propusieron una “teoría económica del autocontrol”, que describe fenómenos económicos a partir de la incapacidad de las personas para controlar sus impulsos. Es verdad que la gente no tiene problemas de motivación para levantar un billete de diez dólares tirado en la acera. Pero sí tiene problemas para resistir el impulso de gastarlo: por eso la mayoría de las personas no ahorran suficiente para la jubilación.

Los economistas necesitan comprender esos errores repetidos de la gente. Thaler propuso mecanismos para ayudar a esas mismas personas, con los mismos problemas de autocontrol, a decidir mejor, mediante un cambio de la “arquitectura de la elección” (como explica en Nudge, su libro en coautoría con Cass Sunstein, publicado en español como Un pequeño empujón).

Mejorar la conducta de ahorro de la gente no es poca cosa. Hasta cierto punto, es una cuestión de vida o muerte, y (más en general) determina nuestra capacidad de obtener realización y satisfacción en la vida.

*Premio Nobel en 2013, profesor de Economía en Yale University

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