La apertura solo atrajo capitales financieros

Por Lorenzo Sigaut Gravina / La apertura financiera y la política monetaria y fiscal favorecieron la entrada de capitales especulativos más que productivos.

Redacción Fortuna

La estrategia de inserción internacional del actual gobierno busca posicionar a la Argentina en el radar de los inversores de los principales países del mundo y desarmar gradualmente el elevado nivel de protección externa. Al hacerlo generó un nuevo relacionamiento externo tanto en el plano comercial como en el de flujos financieros. El objetivo de esta estrategia fue: i) abrir la cuenta capital tanto para colocar deuda pública para cubrir el déficit fiscal reduciendo la emisión monetaria, como para expandir las operaciones de las empresas locales; ii) generar un flujo de IED que mejore la productividad local y genere empleo; y iii) abrir mercados de forma tal de colocar los productos argentinos en el mundo.

Ahora bien, ¿cuál fue el resultado en los dos primeros años de gobierno de Macri? La apertura financiera sumada a una política fiscal y monetaria particular logró convertir al país en un tentador destino para los capitales financieros. Al hacerlo se redujo el costo del financiamiento, tornando viable la opción gradualista de reducción del desequilibrio fiscal (a costa de acumulación de deuda e intereses). Asimismo, la política monetaria restrictiva aplicada por el BCRA para combatir la inflación elevó las tasas de interés, generando un rendimiento anual en dólares elevado (actualmente el rendimiento de las Lebac supera en más de 10 puntos porcentuales la depreciación esperada). Lógicamente, esto impulsa la entrada de capitales que incrementan la oferta de dólares, apreciando el tipo de cambio real en el proceso. De hecho, en los primeros diez meses del año pasado, los ingresos de capitales financieros crecieron 305% interanual explicado en su totalidad por las inversiones en portafolios que treparon 650% i.a. De esta manera, queda en evidencia que la política monetaria y externa del gobierno está logrando con éxito que nuestro país acceda a los mercados financieros incentivando la entrada de capitales. Lamentablemente, no resulta tan claro el panorama al analizar los avances de la inversión productiva y su impacto positivo en nuestra economía.

Durante 2017 los anuncios de inversión fueron cercanos al 5% del PBI, pero el número de proyectos en ejecución es significativamente inferior. Además, el impacto sobre el empleo y la productividad luce acotado. Si bien todavía no se logran ver resultados concretos en términos de IED, los anuncios de inversión están llegando y podrán multiplicarse a medida que la salida de un escenario de “estanflación” se consolide.

En suma, el primer objetivo de la actual estrategia de inserción internacional fue alcanzado, el segundo muestra claroscuros, pero el tercero es, sin dudas, el más complejo hasta el momento. A partir del inicio de la gestión de Cambiemos, la política comercial con el resto del mundo evidenció importantes modificaciones. La quita/reducción de retenciones aplicada a inicios de 2016 sumado a la devaluación del peso, generaron las condiciones apropiadas para que en ese año las ventas al exterior repuntaran (+6,7% i.a.). Asimismo, la apertura de las importaciones, luego de la salida del cepo, también generó un incremento de las cantidades compradas al resto del mundo (+3,3% i.a.). El año pasado la situación fue distinta y el avance se dio de manera unilateral en lo que respecta al intercambio de bienes: las importaciones mostraron un avance significativo, mientras que las exportaciones se mantuvieron prácticamente estables. En los primeros diez meses del año, las cantidades importadas treparon 12% i.a. mientras que las vendidas al exterior sólo avanzaron 0,7% i.a., generando un rojo comercial que superará el 1% del PBI en 2017. Es cierto que las exportaciones de servicios han crecido significativamente, pero aquí también el déficit ha aumentado. Queda claro que no sólo las inversiones y los flujos financieros son las variables a tener en cuenta. En la búsqueda del crecimiento sostenido, el desbalance comercial no puede perpetuarse en el tiempo y para reducirlo, uno de los pilares fundamentales es el alza de las exportaciones. Entonces, el desafío es incrementar las cantidades de bienes y servicios que se colocan en el exterior. Este objetivo, clave para dar sostenibilidad inter-temporal al modelo, no se cumplirá solo abriéndonos al mundo. A sabiendas de que la competitividad cambiaria no será un pilar sobre el cual descansar (es probable que el atraso cambiario persista por un par de años), el gobierno busca mejorar la competitividad no cambiaria a través de obras de infraestructura que generen reducciones de costos logísticos, la simplificación burocrática para las exportaciones y el set de reformas económicas enviadas al congreso para reducir costos de producción. Por último, el Ejecutivo busca posicionar a nuestro país como el “supermercado” del mundo, incrementando el valor agregado que poseen nuestras exportaciones en un contexto de demanda creciente gracias al incremento poblacional y económico de nuestros principales socios comerciales.

Existen dos dificultades en la estrategia mencionada. Por una parte, la competitividad no cambiaria es ardua de alcanzar y puede no compensar el atraso. En la medida que los desequilibrios heredados se resuelvan, el TCR podrá acercarse al equilibrio, pero esto no sucederá en el corto plazo. Es decir, actualmente nuestro sector transable debe sobrevivir sin mejoras de productividad ni cambiaria.

Por otra parte, las estrategias comerciales de nuestros principales socios comienzan a complicar la decisión argentina de proveer alimentos procesados. De hecho, decisiones tomadas en 2017 como el arancel a la importación de biodiesel argentino que aplicó Estados Unidos, o la decisión del gobierno chino de comprar materias primas y reducir las compras de alimentos procesados, van diametralmente en contra de las estrategias de inserción de nuestro país.

A esto se le suman las históricas dificultades de colocar productos agroganaderos en Europa, lo cual es uno de los principales puntos discutidos en las negociaciones del Mercosur con la Unión Europea.

* Economista Jefe de Ecolatina

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