Hay oportunidades, administrando el riesgo

Por Claudio Zuchovicki / Por qué este momento de la economía y las finanzas es ideal para los inversores.

Redacción Fortuna

La genial Paula Pareto dijo: “Uno de mis entrenadores dice que gana el que tiene más ganas de ganar y menos miedo a perder”.

El futuro ya está aquí. El problema es que está tan mal distribuido que algunos no paran de innovar y otros, como nosotros, tenemos exceso de pasado.

Piense por un instante que hace diez años no existía WhatsApp. Ni Twitter ni Facebook eran usados como sistemas de comunicación masivos. Instagram ni había sido pensada. Además, hace 10 años atrás Netflix era una curiosidad y hoy es el UBER de los medios de comunicación.

Los futuros países ricos piensan que no existe hoy y será necesario en 10 años. Los eternos países pobres pensamos que conspiran contra nosotros.

Pero no quiero en esta nota lamentarme por ello, sino analizar algunas alternativas de inversión pensando en el futuro. Por eso empecé la nota de esa manera.

1.Por qué ahora: Creo que es el momento porque sabemos que cuando sacuden el árbol, te dan la oportunidad de agarrar frutos más fácilmente. Así se deberían pensar las inversiones. Como dice un amigo “comprar cuando esa inversión o trade duele”. Son los momentos en que se gana. Cuando las cosas ya son obvias y seguras ya no tienen renta, precisamente porque tienen bajo riesgo.

2.Por qué arriesgar: Ser muy conservador te hace perdurar. Para el que tiene mucho dinero es una opción lógica, pero para el que tiene poco, ser conservador es mantener su condición, por lo tanto, el que tiene poco, tiene la obligación de arriesgar, sino nunca va a cambiar su situación actual. El tema es que, como no tiene para perder, lo más importante es el cuándo arriesgar.

Necesito aclarar que el espíritu de esta nota intenta ser constructiva, entendiendo que en este avión viajamos todos, no importa si estás en primera, business o turista. Cuando se mueve, se mueve para todos. También entiendo que hay ciertos terroristas en este viaje que tienen como objetivo provocar, precisamente, el terror para beneficiar sus objetivos ideológicos. La frase que explica esto es: “El constante mar revuelto para sus beneficios personales y electorales”.

La evaluación del diagnóstico es clara: nuestra economía ya no es bimonetaria, la gente no quiere pesos y solo pensamos en dólares.

Entendido esto, nos encontramos con la falta del ingreso genuino de dólares (desbalance en la balanza de pagos) como consecuencia de la sequía, la falta de productividad y competitividad, por lo que reemplazamos ese ingreso necesario por endeudamiento y éste, sencillamente, se cortó.

El mercado terminó ajustando de manera drástica este desequilibrio y con una fuerte devaluación está corrigiendo esos desbalances en forma desprolija y con un costo político enorme. Pero mirando a seis meses vista, con este tipo de cambio, más la futura cosecha, la generación de nuevas energías a precios más baratos, la sustitución de importaciones, una mejor situación financiera de las provincias, y un sistema financiero y empresas privadas sin deudas, se puede ser muy optimista de la salida de esta crisis.

Sabemos que atravesamos más que una tormenta, un huracán, pero también sabemos que si lo atravesamos nos espera un clima súper favorable para los próximos 5 años.

Ante las dudas que tenía el gobierno, fue el mercado el que lo obligó a hacer un fuerte ajuste. Y este fuerte ajuste no es otra cosa que transferencias desordenadas de rentas. En este caso pierde el que vive del consumo interno y gana el que vive del consumo externo.

Pero mi función aquí no es describir el contexto sino dar unos consejos financieros. Voy a arriesgar y lo voy a hacer:

Diagnóstico.El huracán deja secuelas en clases con menos defensas y es ahí donde hay que trabajar en estos meses. El desafío es contener el desequilibrio social. El gobierno tiene los instrumentos para llegar con alimento y cosas básicas a las clases indigentes y más pobres, y consta que lo está haciendo. Y contemplo parte de los anuncios.

El desafío es ahora contener a la nueva clase social que se generó: los “pobres con trabajo”. Los que ganan entre 15 mil y 30 mil pesos. Trabajan todo el día y no llegan a cubrir sus necesidades. Creo que aquí, a pesar del déficit, hay que contemplar aumentar el poder adquisitivo suprimiendo algunos impuestos. Por ejemplo, suprimir cargas sociales al empleador y que una parte de eso pase al empleado.

Significado financiero: Se viene una economía de bajo consumo interno, pero de desendeudamiento personal. Se usa menos la tarjeta de crédito. Mala noticia para comercios locales, menos gastos en restoranes y diversión.

El nuevo esquema de retenciones es recaudatorio y sirve solo para eso, para recaudar, pero es confusa la forma. Si se cobran $ 4 fijos, alienta a trasladar a precio, o sea al valor del dólar. El mercado dirá cuál es el precio de equilibrio, pero creo que en Argentina necesitamos un tipo de cambio predecible y no volátil. Los movimientos contínuos generan incertidumbre y parálisis no solo en la divisa sino también en la economía real.

Significado financiero: Si se calma el tipo de cambio, va ser más predecible el movimiento y se va a destrabar la economía de clases más acomodadas. Los servicios financieros vuelven a tener sentido. Por ejemplo, vender dólares para colocarse a tasa de interés en pesos (carry trade). Importar artículos de lujo, e incluso calcular si vale la pena sustituir importaciones.

Ejemplo: Con una tasa de plazo fijo que rinde un 40% anual, si yo destino $ 36.238 a tasas de interés anual, dentro de un año voy a tener $ 50.733. (Mi valor de equilibrio para el dólar es de $ 50.73). Pero también puedo hacer algo más audaz y comprar un bono en pesos a un año, que rinden cerca de un 50% anual y dentro de un año voy a tener $ 54.350. (Mi valor de equilibrio para el dólar es de $ 54.35).

Vale la pena el riesgo. El mercado de deuda es el que recibió los mejores anuncios y por eso justifica el título de esta nota. Se mostró claramente el cronograma de vencimientos y demuestra que Argentina no tiene riesgos de incumplimientos ni zozobra hasta el año 2020. Pero esto también es bueno para la economía real, puesto que, si la Nación se retira del mercado, le deja ese espacio para el financiamiento privado. Hasta ahora el Estado se llevaba el dinero que había.

Significado financiero: Comprar bonos es una buena opción. Los bonos argentinos con vencimiento en esta gestión de gobierno rinden un 9% anual en dólares. Si compro 1.000 bonos “Bonar 2020” voy a tener que pagar $ 37.000. Entre intereses (8%) y capital, en 2020 voy a cobrar u$s 1.200, lo que me da un precio unitario de $ 30.83, pero tengo que esperar hasta el 2020.

El recorte de gasto presenta el desafío de la implementación y eso es una decisión política. Al menos desde que yo soy chico (hace mucho fue eso) este es un ítem que siempre se anuncia y nunca se implementa. Es imprescindible hacerlo, porque nunca esta sobredimensión la paga el Estado, sino que siempre la paga el contribuyente y éste se está cansando de hacerlo.

Significado financiero: Con un porcentaje menor compraría acciones de empresas argentinas, ya que bajaron un 70% en dólares. Todas las empresas juntas valen solo el 10% de lo que vale Facebook. Un banco argentino vale menos de lo que la Juventus le paga a Cristiano Ronaldo a los 33 años.

Cuando uno toma decisiones toma riesgos, pero cuando uno no toma decisiones, también. Yo elijo la primera, sabiendo que hay riesgos, pero que la utilidad es tentadora. Pero es su dinero y es su tiempo, por lo que usted decide.

Para ayudar, déjeme jugar con una famosa fábula de animales: Cuenta la historia que un día un señor con mucho dinero fue a un pueblo y ofreció, a quien le vendiera su burro, un precio algo mayor de lo que realmente valía. Supongamos que si el burro valía u$s 200 este señor ofreció u$s 250. Obviamente, muchos vendieron sus burros.

A la semana siguiente este individuo volvió, pero ofreció u$s 300. Otros tantos, que anteriormente no habían vendido, sí lo hicieron en esa ocasión.  A los pocos días, el señor volvió. Había sido apodado como “El loco de los burros”. Esta vez ofreció u$s 350 por cada animal.

Como es normal, todos los que se habían quedado con sus burros se los vendieron. El pueblo, así, se quedó sin burros.

El personaje en cuestión se fue con todos los burros pero con la promesa de que volvería cuando haya nuevos y que pagaría más. Además, todos se enteraron de que le había ofrecido u$s 600 por un burro en el pueblo vecino.

Al cabo de unos días apareció otro señor desconocido en el pueblo con cara de tonto y despistado, que vendía burros a un precio de u$s 400. Claro, era mucho más del valor inicial, pero muy por debajo de lo que había prometido el comprador. Los habitantes del pueblo usaron el dinero de su venta original,  se endeudaron por la diferencia y compraron esos burros a u$s 400. Lo hicieron con la esperanza de revenderlos muy por encima cuando volviese “el loco de los burros”. Recordemos que había llegado a pagar u$s 600 por un burro en el pueblo de al lado.

Ya se imaginarán cómo termina la historia: el comprador nunca volvió. Seguro fue el mismo que vendió los animales a u$s 400 y el pueblo acabó de nuevo con sus burros pagados a un precio desorbitante con un dinero que no tenían y que tuvieron que pedir prestado. Es decir, acabaron endeudados sin obtener ningún beneficio de ello.

Quizás lo que más atrae de la historia es que en el pueblo todos le asignaron la culpa a un estafador llamado “el loco de los burros”. Dijeron que los había engañado y también se enojaron con el prestamista que les prestó. Nadie cuestionó la avaricia de tener más de lo que uno puede pagar o mantener.

Obvio que usted ya entendió la semejanza con nuestro país. Es curioso el consenso de todos los gobiernos, oficialistas y opositores de “gastar, consumir y endeudarse”. El lema siempre es “gastemos”, “vivamos mejor hoy” y “paguemos mañana”. Mejor dicho, el lema parece ser: “y mañana vemos”. Pero amigos, ese mañana siempre llega.

Si uno piensa en los mercados, se puede conjeturar que nos pasó algo parecido: los JP Morgan, UBS y Morgan Stanley de este mundo decían que la Argentina era la próxima vedette de la región. Se inflaron los precios pero luego se fueron y quedamos aquí, con los activos, pero muchos más baratos y endeudados.

Pero saben que para mí la historia no termina acá. Quiero y necesito cambiarla.

Ahora les transformo el cuento y en lugar de burros, hablemos de cabras. El cuento es igual, pero nos quedamos con cabras que dan leche, queso, yogurt, dulces y esto produce ingresos. Y es con estos ingresos que podemos empezar a pagar las deudas para luego generar nuevas riquezas. Así, el pueblo vuelve a florecer.

Para mí, una vez más, tropezamos con la misma piedra, pero esta vez nos quedaron las cabras y con ellas la posibilidad de generar nuevos recursos. Quise llegar a ustedes con estos simples cuentos tradicionales de nuestra literatura para resaltar que si bien retrocedimos muchos escalones por errores propios, todavía los flujos de generación de ingresos en nuestro sector privado están intactos y a pesar de las complejidades y trabas que pone el devastador sector público, vamos a resurgir con más fuerza.

Ojalá esta vez aprendamos la historia.