Por Michael Spence* / El premio Nobel de Economía analiza la importancia de los países en desarrollo para reducir esta problemática.
La economía global está atravesando cambios estructurales muy grandes, impulsados por tres megatendencias. Una es la transformación digital de los cimientos sobre los cuales se construyeron y se administran las economías. Otra es el creciente poder de compra y fortaleza económica de las economías emergentes, y de China en particular. Finalmente, hay tendencias político-económicas generalizadas, que incluyen un creciente nacionalismo, varias formas de populismo, una polarización política y social y una posible ruptura del marco multilateral dentro del cual ha funcionado la economía global desde la Segunda Guerra Mundial.
Los medios dedican gran parte de su atención a los desafíos económicos, sociales y regulatorios que surgen de estas megatendencias, y a las tensiones comerciales, de inversión y tecnológicas entre China y Estados Unidos. Sin embargo, un porcentaje significativo de la población del mundo vive en países pobres, o en partes más pobres de los países en desarrollo. Es más, la rápida reducción de la pobreza global en las últimas tres décadas es principalmente el resultado de un crecimiento sostenido en las economías en desarrollo.
Las perspectivas de crecimiento futuro de los países en desarrollo en fase temprana de hoy (es decir, de menores ingresos; algunos en crecimiento, otros no) serán de enorme importancia a la hora de seguir reduciendo la pobreza. Si bien estos países enfrentan vientos de frente, también podrían aprovechar las nuevas oportunidades importantes de crecimiento -especialmente con la ayuda de las plataformas digitales.
Los vientos de frente son significativos. Por empezar, los progresos en las tecnologías digitales –robótica, aprendizaje automático, sensores y visión- amenazan directamente la fabricación y el ensamblaje que requieren mucha mano de obra. Es más, el cambio climático ha tenido su mayor impacto económico en las regiones tropicales y subtropicales donde se encuentran la mayoría de los países de menores ingresos. Los efectos del calentamiento global son disruptivos en las economías frágiles y constituyen un nuevo obstáculo importante para el crecimiento.
Sin embargo, estos obstáculos no son insuperables. Por un lado, los países en desarrollo hoy tienen enormes mercados exportadores potenciales en países de ingresos medios, y ya no dependen enteramente de las economías avanzadas. También hay una conciencia renovada de la importancia de la infraestructura para facilitar el crecimiento.
Los países de bajos ingresos de hoy ya enfrentan una tarea difícil al intentar emular el crecimiento impresionante que tuvieron las economías en desarrollo antes que ellos. Una economía global de bajo rendimiento y crecientes tensiones nacionales e internacionales dificultarán aún más la tarea. Si el mundo habla en serio sobre seguir reduciendo la pobreza, debe prestar mucha más atención a su progreso.
*Premio Nobel de Economía.
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