Argentina necesita que los dos países lleguen a un acuerdo para que la soja recupere su precio. Está en su peor nivel desde 2006.
Se va haciendo evidente que la economía política del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiene dos caras y que esa dualidad es riesgosa para la economía global, y también para la Argentina. La “cara buena” se vio a pleno en la reciente lluvia de datos positivos de actividad económica, empleo e inflación.
El PIB de los Estados Unidos aumentó un sólido 3,2% en el primer trimestre (anualizado y contra el trimestre anterior). El desempleo bajó en abril de 3,8% a 3,6%, un record desde ¡1969! Cierto, fue ayudado por una menor tasa de participación en la actividad económica, de 70,0% a 62,8% y, además, la tasa de empleo (60,6%) todavía está unos 3 puntos por debajo de la anterior a la Gran Recesión. Ello no impidió que en abril se crearan 263.000 empleos (236.000 de ellos en el sector privado. El costo laboral unitario cayó 0,9% en el primer trimestre, pese a que los salarios subieron 3,2% en abril, lo que implica una fuerte suba de la productividad. En fin, la inflación fue en abril de 1,5% anual.
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La “cara mala” de la economía política de Trump se mostró, una vez más, en su endurecimiento hacia China, que llevó a aumentar del 10% a 25% los aranceles a productos chinos, lo que implica un encarecimiento estático total de 200.000 millones de dólares, lo cual, según el FMI reduciría el crecimiento de los Estados Unidos en un 0,6%.
Mi opinión es que Trump seguirá apretando tanto como pueda a los inmigrantes y a las importaciones chinas, pero que, en última instancia, optará por mantener en pie la buena macroeconomía. Para mirar esto en perspectiva, puede verse que no se ha producido ni la valorización del dólar ni la caída generalizada de los commodities ni, menos aún, un derrumbe de los mercados accionarios. Estos pronósticos se basaban en el supuesto de que las tasas de interés de los Estados Unidos aumentarían significativamente.
Cierto es que la Reserva Federal aumentó desde entonces sus tasas, de 0,50-0,75 en noviembre de 2016 a 2,25/2,50 hoy. Pero también es cierto que antes de que subieran a niveles históricamente normales, la Fed suspendió este año los aumentos programados. Los rendimientos de los bonos del Tesoro también aumentaron moderadamente.
Al no subir las tasas tanto como se esperaba, tampoco cayeron todas las commodities: el oro se mantuvo relativamente estable y el cobre y el petróleo subieron. La que sí sufrió de lo lindo fue la soja, con una baja del 20% en dos años y medio y está ubicada ahora en el menor nivel ¡desde 2006! Esto fue principalmente producto de la guerra comercial entre China y los Estados Unidos, aunque también influyeron la peste porcina en China y la serie de buenas cosechas mundiales.
Para la Argentina, es muy necesario que China y los Estados Unidos lleguen a un acuerdo. De lo contrario, la soja seguirá con precios bajos, complicando un poco nuestra propia recuperación.
*Economista, docente del IAE Business School de la Universidad Austral