Por Gustavo García* / Por qué la política proteccionista de Trump, sobre todo contra productos chinos, impacta de lleno en la economía local.
Hay también algo de mala fortuna en la recesión que azota a la Argentina. Si bien es cierto que buena parte de esto que es estar casi en el fondo del pozo se debe a la implementación de políticas erróneas y a la herencia recibida, tampoco deja de ser verdad que allende las fronteras el mundo ha comenzado a operar en modo crisis. Como dicen los expertos, el mercado no está receptivo.
El origen de la conformación de este escenario adverso está dado en la denominada Guerra Comercial que lidera la administración Trump en Estados Unidos, una cruzada proteccionista contra China y todo lo que significa su enorme aparato productivo destinado a la exportación. En el camino, y por otras causas, también sufre México las consecuencias del incremento de aranceles.
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Las políticas que impulsa Washington y a las que replica Beijing tienen un doble impacto: afectan, hacen oleaje en el mercado financiero y de capitales, pero también golpean bajo la línea de flotación en el intercambio comercial. Por ahora, para la Argentina, la guerra se traduce en rumores lejanos. Parece que nos pasara por el costado, pero pensar que no nos llegarán las esquirlas sería casi un acto de ingenuidad.
El mercado internacional, desconfiado como un animal salvaje, toma nota, levanta la guardia. El periodista Ira Iosebashvili, en un artículo publicado en el Wall Street Journal, reflejó el clima financiero con precisión. “Los inversores están saliendo de los mercados emergentes, destacando cómo el temor por una escalada en los conflictos comerciales puede impactar en los mercados”.
Y agrega: “Los últimos actos de tensión comercial entre Estados Unidos y China han sido un factor de presión sobre los activos de los países en desarrollo. Muchas economías emergentes son muy sensibles a las fluctuaciones de la economía global, y particularmente están en sintonía con el crecimiento de China, un consumidor clave de todo tipo de productos, desde materia prima hasta tecnología”.
La sombra de una crisis global a partir de un mayor proteccionismo ha encendido también las alarmas de la Casa Rosada. De allí que el canciller Jorge Faurie señalara durante el Segundo Foro del OBOR (One Belt, One Road), realizado en China, que “la economía global enfrenta retos importantes, por eso debemos fortalecer el multilateralismo y promover una mayor interacción entre plataformas de conectividad global y regional. Es clave para un crecimiento compartido con beneficios para todos”.
FINANZAS. Los capitales tienen el gatillo celoso. Reaccionan con velocidad ante el ruido global y su primer movimiento de escape se traduce siempre en la búsqueda de refugio seguro. De alguna manera, la guerra comercial que impulsa Donald Trump no hace más que incrementar la aversión al riesgo, y allí en buena parte pagan los platos rotos los mercados emergentes.
“Definitivamente la guerra comercial tendrá un impacto en el área financiera –le dice a Fortuna el analista financiero Gustavo Ber-. Este tironeo de Estados Unidos no hará más que acrecentar el riesgo. No se sabe el daño que puede producir, pero estimo que la situación recrudecerá, irá para peor”.
Y añade: “Este escenario conflictivo lo terminará pagando el crecimiento global. Ya se observa una apreciación del dólar a escala internacional y el desplome de algunos bonos. Además, a la Reserva Federal tendrán que empujarla para que baje las tasas, algo que hasta hace muy poco no estaba en su programa. En Argentina parte del impacto se está viendo a partir de un riesgo país que supera los 1.000 puntos básicos. Todos miran el dólar y los activos bursátiles, pero el verdadero termómetro es el riesgo país”.
Los expertos siguen los movimientos con atención y coinciden en el diagnóstico. Miguel Ponce, director del Centro de Estudios para el Comercio Exterior Siglo XXI, le explica a esta revista que “nos pega directamente en la economía y en el estrés cambiario. Creo que hay que dividir el tema en estas dos cuestiones. En lo financiero algo de esta escalada repercutirá en lo que hace al mercado cambiario y les pegará sobre todo a los mercados emergentes. Y la Argentina es de los más vulnerables dentro de este grupo. Por ahora no se siente el impacto porque la oferta de dólares sigue siendo interesante, pero hay que mirar bien la tendencia del riesgo país”.
Para un país como la Argentina, asfixiado por su déficit fiscal, el endeudamiento externo vía mercado de capitales, y que se mantiene a flote gracias a un crédito record del Fondo Monetario Internacional, el oleaje de la guerra comercial amenaza con ser desestabilizante.
“El FMI está oficiando como puente en materia de financiamiento para nuestro país. La incógnita es qué va a pasar cuando se termine el financiamiento del Fondo. ¿Qué hará la Argentina sin crédito? Tendrá que salir nuevamente al mercado, a un mundo que está atravesando momentos de tensión. El mundo no está receptivo y se observa que los inversores realizan un juego de corto plazo en sus inversiones. Recogen el carretel, tienen una postura más conservadora -grafica Gustavo Ber-. En este escenario el Gobierno que asuma en diciembre tendrá que financiarse con más instrumentos como las Leliqs, apostar al financiamiento local porque será difícil volver a los mercados. El problema es que aquí la plaza es diminuta”.
COMERCIO. En el intercambio comercial es donde se observan con nitidez las medidas proteccionistas, casi revanchistas, que Estados Unidos y China se aplican entre sí todos los meses, en un continuado que lleva zozobra a todo el entramado de exportaciones e importaciones.
El mapa dista de ser alentador. El último informe elaborado por la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA) señala que “ante este panorama, se vislumbra una desaceleración del comercio internacional a nivel global, mayor incertidumbre en las decisiones de inversión, y la reformulación de algunas cadenas de valor; en definitiva, un panorama más delicado para las economías emergentes y sin margen fiscal, como es el caso de Argentina”.
El documento también señala que “Organismos internacionales ya han empezado a advertir sobre el impacto negativo de la disputa China-EE.UU. sobre la economía global”. En su último informe de Perspectivas Económicas, la OCDE proyectó un crecimiento del PIB global del 3,2% en 2019, contra uno del 3,5% en 2018. “La desaceleración es amplia, con la moderación del crecimiento proyectado en casi todas las economías. Se estima que el crecimiento del comercio se debilite más este año, al 2% aproximadamente, la tasa más baja desde la crisis financiera global”, indica.
Por esto de que a río revuelto, ganancia de pescador, la Argentina está de cara a un escenario dual. La guerra comercial tendrá consecuencias negativas, pero también algún que otro efectivo positivo. Es un arma de doble filo que habrá que saber manipular para obtener beneficios.
Miguel Ponce advierte que “en lo comercial el riesgo pasa porque si no logra ingresar con sus productos a los Estados Unidos, uno de sus principales compradores, China termine acumulando un sobre stock que intentará colocarlo en América Latina, con un esquema de producción subsidiado”.
Y agrega que “la llegada de productos chinos subsidiados puede ser un duro golpe para la industria local. Si hoy en día el uso de la capacidad instalada de la industria ya es bajo, el ingreso de productos chinos puede afectarla aún más. La situación de Brasil tampoco ayuda, y si se produce un sobre stock puede haber sustitución de compras. Es decir, pueden optar por los bienes chinos que son más baratos”.
Pero donde hay un riesgo a veces también existe una oportunidad. Según le cuenta Ponce a Fortuna, “Argentina puede tener algún beneficio en este escenario de guerra comercial aprovechando la situación y convirtiéndose en proveedor de aquello que China ha dejado de comprarle a Estados Unidos, como la soja. Podríamos aumentar algo la exportación de carne de cerdo, aunque la escala no sea lo suficientemente grande. Hay que estar muy alertas para ver qué oportunidades se presentan y tener más profesionalizado el área de comercio exterior en la Cancillería, que se desarmó desde que se fue Susana Malcorra y asumió Faurie, que en cambio es experto en protocolo. Igual algo vamos a poder aprovechar de todo esto”.