Adiós al país del trigo

En el país conocido por ser el granero del mundo, hoy cultivar trigo parece un mal chiste. Galería de fotosGalería de fotos

Redacción Fortuna

Los proveedores, los comerciantes y hasta los productores de trigo están perplejos. Se acerca el momento de prepararse para la siembra del cereal y aún hoy pocos están convencidos si seguir adelante con el cultivo. Esto parece un chiste en el país que fue conocido por ser el granero del mundo y que solía ser identificado con el trigo como su principal cultivo.

Actualmente, el precio futuro del trigo ronda los 149 U$D, lo que es entre 75 a 100 U$D menos respecto a los precios en EEUU a Julio 2015. Esta diferencia se debe a las retenciones y las restricciones del Gobierno a la exportación, que afectan la formación del precio. Sumado a esto, el atraso cambiario, el cepo y la inflación agravan las circunstancias y los costos del productor se desorbitan.

Cabe destacar que en el contexto actual, fabricado por las malas políticas del kirchnerismo, los productores deberían conseguir que sus tierras produzcan el doble o más de lo que el rendimiento nacional indica para poder cubrir los crecientes costos. La naturaleza no puede amoldarse a nuestros deseos como el INDEC se acomoda a los deseos del Gobierno.

Hay que reparar también en que los dichos de algunos candidatos presidenciales acerca de la quita de las restricciones al comercio (ROE) y retenciones al trigo a partir de diciembre han puesto en alerta a muchos productores. Estaría la posibilidad de arriesgarse a la siembra este año con el objetivo de vender durante el 2016 con otras condiciones macroeconómicas y comerciales. Sin embargo, hasta octubre mucha agua pasará bajo el puente y nada está dicho aún con respecto a los resultados electorales. Conociendo a los políticos y ciudadanos argentinos, tomar decisiones a largo plazo sigue siendo una ruleta rusa.

Quienes priorizan el respeto a las buenas prácticas agrícolas (BPA) tendrán tres caminos para seguir: ¿Optarán por nuevas tecnologías como los cultivos de cobertura? ¿Sembrarán cebada cervecera especulando con buenos contratos y dejando de lado las malas experiencias pasadas con este cereal? ¿O sembrarán el trigo cueste lo que cueste?

Hoy por hoy qué hacer con el grano una vez cosechado en diciembre de 2015 permanece como un misterio debido al alto rendimiento por hectárea que precisaría el productor para salir hecho. Podría llegar a ser incluso un inconveniente para quienes se arriesguen a sembrarlo durante este otoño y a la hora de comercializarlo no quieran malvenderlo. Mantenerlo en el campo o en un acopio no solo es riesgoso sino que también es costoso.

De ahí que el empresario podría optar por las otras alternativas mencionadas pero la realidad nos indica que pocos están en condiciones de invertir con una visión largo-placista o para arriesgarse a caer en manos de las penalidades por calidad en caso de sobreproducción de cebada.

Otra cuestión de suma importancia es la dificultad que ya se está previendo con la siembra del maíz, cuyos costos están por las nubes y cuyos precios a futuro no son suficientemente atractivos.

Entonces, sin rentabilidad en el trigo y en el maíz junto con grandes complicaciones económicas propias de este país y el sector, ¿cómo se van a respetar las rotaciones y manejos establecidos que permiten desarrollar un sistema productivo sustentable económica y ambientalmente hablando?

Todo indicaría que esta opción durante el 2015 será poco viable y el productor simplemente se limitará a esperar, a “sobrevivir”, aguardando que luego de las elecciones se produzca un cambio político-económico que les permita retornar a los tiempos en los que trabajar el campo era riesgoso simplemente por una cuestión climática o, a lo sumo, dependía de los precios internacionales.

Poder poseer previsibilidad mediante políticas estables y sostenidas en el tiempo que le permitan pautar inversiones a largo plazo. Poder decidir dónde, con quién y cuándo comercializar su producto sin que el Gobierno le esté “respirando en la nuca” para obligarlo a vender o comprar cuando a él le convenga. Volver a ser empresas que transiten un mercado libre, sin piedras estatales en el camino.

A la vista queda en lo que están logrando convertir al ex “granero del mundo”, a una Argentina que supo ser pionera en lo que a producción de cereales respecta. En definitiva, no hacen más que arrastrarnos hacia el desabastecimiento y hacia una producción desactualizada, sin desarrollo ni aplicación de tecnologías que nos guíen hacia la sustentabilidad en todos sus aspectos.

Este es un camino seguro a la decadencia y pérdida de bienestar de todos los argentinos.

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Florencia AbramFlorencia Abram colabora con Fundación Libertad y Progreso, es ingeniera agrónoma y en 2014 fue presidenta del Centro de Estudiantes de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires.

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