El atraso cambiario consolida el “súper” Peso

Con un tipo de cambio que se mueve por debajo de la evolución de los precios, combinado con la depreciación de las monedas de los países latinoamericanos, se consolida el súper Peso en Argentina.

Redacción Fortuna

El tipo de cambio real se encuentra en valores mínimos

Cerrada la primera mitad de 2015, la estrategia cambiaria electoral quedó consumada. En lo que va del año el dólar se deslizó lentamente, a una tasa promedio del 1% mensual, con el doble objetivo de acotar la inflación (actuar como ancla nominal) y garantizar la estabilidad cambiaria para fomentar el consumo interno.

Está claro que la estrategia cambiaria actual y su impacto sobre el sector externo no son una novedad. Con un tipo de cambio nominal moviéndose por debajo del ritmo inflacionario (la suba de los precios internos se encuentra estable en torno al 2% mensual) la economía local se encarece respecto del resto mundo. Es decir, se profundiza la tendencia hacia la apreciación cambiaria de los últimos años.

Por caso, el Tipo de Cambio Real Bilateral con el Dólar (TCRB) cayó 3,5% en el acumulado del año. De esta manera, luego de la mejora que significó la devaluación de comienzo de 2014, en los primeros meses del año el TCRB perforó el 1 a 1 que caracterizó el período de la Convertibilidad, y en mayo se ubicó en 0,97.

Pero además de la política oficial que retrasa el tipo de cambio respecto del alza de los precios se suma una tendencia hacia el fortalecimiento del Dólar a nivel mundial, que es equivalente a la depreciación de las monedas del resto de los países. Frente a este contexto internacional, la apreciación del Peso se profundiza.

Este fenómeno se observa cuando analizamos la evolución del Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM), que mide que el valor de una canasta de bienes en términos de la de la totalidad de los socios comerciales del país: en el acumulado del año superó la caída del TCRB (-10%) y, pese a que aún se mantienen por encima del TCRB, el índice llegó al menor nivel de los últimos 15 años (en la actualidad se encuentra en 1,22).

El contexto mundial exacerba la política oficial de atraso cambiario

Luego de la devaluación de comienzo de 2014, el gobierno deslizó sistemáticamente el dólar oficial por debajo de la inflación, licuando mes a mes la ganancia de competitividad obtenida entonces. Sin embargo, desde fin del año pasado la caída del Tipo de Cambio Real Multilateral se profundizó: en los primeros meses después del salto del Dólar la contracción del ICTRM fue menor al 1,5% mensual, mientras que a partir de septiembre del año pasado las caídas fueron del orden del 2,7% promedio por mes.

La profundización de la tendencia declinante del tipo de cambio responde a la reversión del viento de cola del frente externo. Ante el avance de la política de desarme de los estímulos monetarios de Estados Unidos (desde fines de 2013 la Reserva Federal ha reducido progresivamente la recompra de títulos de deuda) y las expectativas del alza de las tasas de interés de referencia, generó una reversión de los capitales hacia la moneda norteamericana.

Desde mediados del año pasado, como resultado de este fenómeno, el Dólar comenzó a fortalecerse y, como contraparte, los activos internacionales que tras el estallido de 2008 de la crisis de EE.UU. funcionaron como refugio de valor, comenzaron a desinflarse, particularmente las monedas del resto del mundo y el precio de los commodities.

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El caso más emblemático es el de nuestro principal socio comercial, Brasil. Además de las presiones externas ocasionadas por la revaloración mundial del Dólar, la salida de capitales en el país vecino se exacerbó por los problemas internos (al desequilibrio de la Cuenta Corriente se sumó la pérdida de confianza en la economía del país vecino). Como resultado, la moneda de Brasil se devaluó 17,5% en lo que va del año (contra +12,5% en todo 2014), ubicándose en la actualidad en los máximos de los últimos diez años (3,1 R$/US$).

Algo similar ocurre en la Zona Euro, que representa casi 20% del comercio de nuestro país. Si bien desde fines de 2014 el Euro viene perdiendo terreno respecto del Dólar, la tendencia se profundizó a principio de este año cuando el Banco Central Europeo lanzó el plan de recompra masiva de títulos de deuda (versión europea del quantitative easing de EE.UU). Entre enero y junio el Euro cayó 9,5% respecto del Dólar, llegando a 1,12 US$/€, el menor valor de los últimos 12 años.

Con distintas intensidades, este fenómeno se replica en el resto de nuestros socios comerciales. Por caso, si tomamos el conjunto de estas monedas y las ponderáramos según su participación dentro del intercambio con nuestro país, el tipo de cambio nominal promedio muestra una depreciación respecto del Dólar de 8% en lo que va del año, dejando atrás el avance de 5,5% del Peso en relación a la divisa norteamericana.

Por otra parte, el escenario se complica si consideramos el diferencial inflacionario con nuestros socios comerciales: a pesar de que en los últimos meses el incremento de los precios internos se desaceleró (la variación interanual se redujo más de 10 puntos porcentuales respecto del cierre del año pasado), la inflación aún sigue siendo una de las más altas a nivel internacional.

Por ejemplo, en el caso de Brasil, justamente como resultado de la depreciación de su moneda, la inflación se está acelerando, pero aún se encuentra muy lejos del nivel que muestra Argentina. En mayo de este año el alza de precios en el país vecino llegó a 8,5% i.a. (vs. 6,4% anual en 2014), mientras que en nuestro país el ritmo inflacionario interanual es cercano al 28%.

Más aún, producto de la caída del precio internacional de los commodities, a nivel global se observa un proceso desinflacionario que compensa parcialmente la desaceleración del incremento de precios en nuestro país. Los casos más paradigmáticos son los de China, la Unión Europea o EE. UU., sobre todo en estos últimos dos, donde a comienzo de este año mostraron deflación en la comparación interanual.

En definitiva, no sólo inquieta la política cambiaria actual (suba del dólar por debajo del incremento de los precios internos), sino que el contexto mundial va en el sentido contrario. De acuerdo a nuestras proyecciones, de mantenerse la tendencia actual, el ITCRM caería en el año 15% (se situaría en torno a 1,18), llegando incluso a perforar el valor promedio de la Convertibilidad.

El costo de la estabilidad del tipo de cambio nominal

El costo de la actual estabilidad del Dólar y de los precios es el atraso cambiario, es decir la pérdida de competitividad externa que se traduce, junto a otros factores, en la tendencia decreciente de las exportaciones en los últimos años. A modo de ejercicio podemos pensar cuál debería haber sido la depreciación del Dólar en los últimos meses para mantener el tipo de cambio real que se alcanzó tras la devaluación de 2014.

Si tomamos como referencia el ITCRM del primer cuatrimestre del año pasado, en la actualidad el Dólar debería ubicarse en torno a los 10,7 $/US$ (contra 9,05 $/US$ de hoy), es decir que la tasa de depreciación promedio desde entonces debería haber sido del 2,3% mensual, cuando en la realidad fue menor al 1%.

Pero la apreciación cambiaria excede lo acontecido en los últimos meses, en tanto se trata de un proceso que deviene de la política cambiaria de, por lo menos, los últimos cinco años. Utilizando el tipo de cambio real de 2010 como referencia (la Cuenta Corriente presentó un resultado casi nulo en términos del PBI), y siguiendo la lógica anterior, en la actualidad el Dólar nominal debería ubicarse en torno a 13,5 $/US$, alrededor de 50% por arriba del valor que presenta la divisa en la actualidad.

Estas estimaciones son un ejercicio estático, que deja de lado numerosas consideraciones a la hora de evaluar la competitividad de un país (tal como la presión tributaria, los precios internacionales de los commodities, las mejoras de productividad, etc.), y por lo tanto está lejos de ser un objetivo de política cambiaria. Sin embargo, el análisis permite dar una idea del costo que se paga, no sólo por la estabilidad actual del Dólar, sino también de los desequilibrios acumulados en los últimos años.

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